Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 22 de marzo de 2015 Num: 1046

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

¿Un Carlos Marx
del siglo XXI?

Leopoldo Sánchez Zúber

Los dos mestizajes
de Duverger

Miguel Ángel Adame Cerón

Francesco Rosi:
reflejar la realidad

Román Munguía Huato

Quiroga y la
influencia bien asumida

Ricardo Guzmán Wolffer

Tzvetan Todorov:
un paseo por el
jardín imperfecto

Augusto Isla

En la alcoba de Eros
Ricardo Venegas

Leer

Columnas:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

La Ofunam, entre elefantes y lobos de tinta

Un pato-oboe y un pájaro-flauta discuten sobre sus preferencias. El agua es el cobijo de uno. El aire el imperio del otro. El primero no puede volar. El segundo no puede nadar. Siguiendo la discusión de las aves, un travieso gato-clarinete acecha pero no puede llegar a la alta rama ni al centro del lago para capturarlas. En esta historia también aparecen un valiente niño-violín, su preocupado abuelo-fagot, un malvado lobo-trombón y un grupo de cazadores-timbales. Entre todos conforman una de las más notables obras del mundo clásico para infantes: Pedro y el lobo, de Serguéi Prokofiev, estrenada sin éxito en el Moscú de 1936.

Otra pieza musical que por décadas ha destacado entre los niños es la Historia de Babar el pequeño elefante, de Francis Poulenc. Fue improvisada por primera vez en 1940 cuando el compositor francés se vio forzado a musicalizar el libro ilustrado que su sobrina le puso enfrente mientras tocaba el piano. Hablamos del texto de mismo nombre escrito e ilustrado por la pareja de Cecile y Jean de Brunhoff y que actualmente sigue vigente en librerías y televisores de numerosos países. Sin embargo, y a diferencia de Prokofiev –acaso por no pensar en los timbres de una orquesta– Poulenc decidió seguir la historia cambiando velocidades, intenciones, inflexiones y dinámicas para que Babar cumpliera sus periplos y aventuras entre África y Europa, pero sin asignar instrumentos a personajes específicos.

Ahora imagine, lectora, lector del domingo, no a uno sino a cincuenta elefantes reales bailando una polca con la misma cantidad de bailarines –hombres y mujeres– en el Madison Square Garden de Nueva York. Es la tercera y última obra infantil que señalaremos hoy: Polca de circo, de Igor Stravinsky. Por increíble que parezca en nuestros días, cuando afortunadamente van desapareciendo los animales del circo, en el año 1942 esta pieza fue comisionada al compositor ruso –a través de su amigo el coreógrafo George Balanchine– por el famoso circo Ringling Brothers. El extraño espectáculo ocurrió más de cuarenta veces en distintas partes del mundo, aunque Stravinsky no acudió a ninguna presentación y se separó del proyecto casi desde el principio, por lo que los arreglos finales para orquesta no son de su autoría.

Pues bien, le compartimos estas historias porque como cada año a mediados de marzo la UNAM ha anunciado su programa El Niño y la Música, una iniciativa importante para impulsar la relación temprana entre el repertorio clásico y los ciudadanos más pequeños. De entre sus propuestas destaca el concierto de la Ofunam para el sábado 27 y el domingo 28 en la Sala Nezahualcóyotl. En él están contenidas las tres composiciones mencionadas, y lo mejor de todo es que contará con invitados especiales.

El director de la orquesta será Iván López Reynoso. El narrador será el actor Luis Miguel Lombana. Arturo López Pío, finalmente, será el responsable de la proyección animada en tiempo real. Sobre este último quisiéramos ahondar más, pues hemos tenido la oportunidad de conocer su trabajo de cerca. Cuando hablamos de “proyección animada en tiempo real” –tal como lo anuncia el cartel del evento– las posibilidades son tantas que nos quedamos en blanco. Lo mismo podría tratarse de caricaturas que de videos u otras técnicas de animación. Sin embargo, lo de Arturo López es un arte maravilloso que debe presenciarse en directo para comprenderse del todo.

Armado con su proyector de acetatos y respondiendo al guión segundo a segundo, este ilustrador manipula tinta china en la creación de un mundo orgánico, cambiante siempre, onírico, efectivo no sólo como acompañamiento de lo que dice la historia sino de lo que suena en la orquesta. Es seguro que de sus dedos saldrán Pedro y su abuelo, el pato y el pájaro discutiendo, el gato travieso y los cazadores; es seguro que veremos múltiples elefantes bailando o recorriendo geografías diversas, pero lo más interesante es que las imágenes no se nos aparecerán de golpe ni trazadas de manera convencional.

Reaccionando a las provocaciones del pentagrama, las formas se irán reconociendo poco a poco en una gran pantalla haciéndonos partícipes del sueño orquestado. Así, un glissando en las cuerdas tendrá consecuencia inmediata en los ojos, lo mismo que estacatos y pizzicatos, todos dejando su huella múltiple y espacial conforme avanzan en el tiempo. Es éste un gran y acertado añadido a lo que normalmente hace la Ofunam celebrando a los niños. Estamos seguros de que Prokofiev, Poulenc y Stravinsky estarían fascinados con la idea. Usted lo estará. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.