Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 29 de marzo de 2015 Num: 1047

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Pasolini, el manierismo
y la gente pobre

Annunziata Rossi

Voz y poesía femeninas de
los Pueblos Originarios

Herlinda Flores

Efímero eterno:
mariposas de
Carmen Parra

Vilma Fuentes

Entre los seres humanos
Kostas Sterguiópoulos

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Jair Cortés
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Twitter: @jaircortes

Las furias de Diego Castillo Quintero,
la venganza contra el mundo

Las furias, de Diego Castillo Quintero (nacido en Tepeapulco, Hidalgo, 1983), es un libro de cuentos que seduce, no sólo por los temas que trata y los distintos tonos que utiliza en su expresión narrativa, sino porque detrás de cada texto existe una estructura y concepto bien definidos: a partir de distintos síndromes y desórdenes mentales, Diego Castillo Quintero elabora una literatura que expresa, por medio de diversos niveles del lenguaje, las realidades proyectadas desde la mente de cada uno de sus personajes y de las circunstancias que experimentan. El primer cuento, por ejemplo, titulado “Epístolas del blasfemo” aborda el tema del hombre como expresión de Dios y su individualidad, subversiva y apabullante:  “En resumen, soy como un alter ego de Dios nuestro señor, soy su parte con baja autoestima y llena de inseguridades. Por mí que el mundo entero llene su boca con plegarias; sólo yo conozco el lado oscuro y débil del Creador. Y sirvan estas letras para mi afirmación: hágase, oh Señor, tu voluntad en mí; ódiame como a ti mismo, castígame como te castigarías tú mismo, haz de mí setenta veces siete lo que quisieras hacer contigo. Amén.”

Después de un cuento como “Epístolas del blasfemo”, Castillo pasa de la seriedad y el tono evangélico a lo coloquial en un cuento lleno de humor, “Cumbiera con cursivas”, un corrector de estilo con diarrea que se debate entre el ser literario y el escatológico humano y cuya escritura tensa lo cotidiano y busca sublimarlo, narrando la trágica aparición de las innombrables Diosas de la venganza, también conocidas como Erinias, que ya desde antes de Zeus castigaban a los mortales: “Sentí, oh Eurípides, a Las Furias perseguir a Orestes en el in-terior de mi estómago; era el castigo a mi soberbia. ¿Por qué los sentimientos se concentran en un lugar tan innoble del cuerpo humano?; deberían, entiendo, atiborrarse en el cerebro.”

En Las furias (publicado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, 2015) se construye un mundo que se refleja en la página cuyos signos reordenan la materia del escritor que nos obliga a la simultaneidad de una historia que es dos, una suerte de fragmentación del texto, como en el cuento “Melpómene no nos conoce”. O en la construcción de la historia y las pausas en las que “El escritor” fuma, reflexiona y trata de encontrar el origen de la tristeza de su personaje. O en “Coprolalia” en donde el monólogo interior encuentra buena fortuna en una desquiciada mente.

Castillo Quintero también alcanza registros altamente poéticos, por ejemplo, al inicio de “El señor de los cardos” escribe un bello homenaje a Los de abajo de Mariano Azuela: “No se podía decir que fueran hombres, más bien eran un grupo de harapos de los que salían piernas, brazos y cabezas con cabellera revuelta y sucia.”

Con Las furias, Diego Castillo Quintero se anuncia como un escritor consciente de su oficio que apuesta absolutamente todo a la escritura, urdiendo tramas en donde ninguna arista del lenguaje se descuida, ofreciendo al lector una extraña mirada al mundo que nos rodea y al que llamamos, desde los laberintos de nuestra mente, realidad.