Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 29 de marzo de 2015 Num: 1047

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Pasolini, el manierismo
y la gente pobre

Annunziata Rossi

Voz y poesía femeninas de
los Pueblos Originarios

Herlinda Flores

Efímero eterno:
mariposas de
Carmen Parra

Vilma Fuentes

Entre los seres humanos
Kostas Sterguiópoulos

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal

 

Luis Tovar
Twitter: @luistovars

Guadalajara 30 (III Y ÚLTIMA)

Sin contar cortometrajes, la presencia del cine mexicano en el ficg30 sumó veintidós producciones, entre ficción y documental, agrupadas y al mismo tiempo divididas y reagrupadas de modo más bien difícil de entender: todas compitieron por el Premio Mezcal pero, como se comentó aquí en la pasada entrega, tres de ellas integraron la sección Largometraje Iberoamericano; otras cinco componen la sección Hecho en México: 600 millas (Gabriel Ripstein, 2015), Alicia en el país de María (Jesús Magaña, 2014), El aula vacía (diez directores, de los cuales mexicanos Mariana Chenillo y Nicolás Pereda, coproducción, 2014), Ella es Ramona (Hugo Rodríguez, 2015), Norte estrecho (Omar L. Villarroel, 2014); dos compitieron por el Premio Maguey: Estrellas solitarias (Fernando Urdapilleta, 2015) y Made in Bangkok (Flavio Florencio, 2015); tres formaron la subsección Mexicanos en el Extranjero: Dog’s Breakfast (Rich Valverde, 2014), The Hit Producer (Kevin de la Isla O’Neill) y Tierra Caliente (Laura Plancarte, 2015); dos fueron funciones de gala fuera de competencia: Estar o no estar (Marcelo González, 2015) y la animación La increíble historia del niño de piedra (Pablo Aldrete, Jaime Romandía, Miguel Bonilla y Miguel Ángel Uriegas); dos más figuran bajo el rubro Son de Cine: Con el alma en una pieza: la leyenda de El Personal (Jorge Vidault, 2015) y El ruiseñor y la noche: Chavela Vargas canta a Lorca (Rubén Rojo Aura, 2014); finalmente, por el Premio a Largometraje Iberoamericano Documental concursaron Allende, mi abuelo Allende (Marcia Tambutti, 2015), El tiempo suspendido (Natalia Bruschtein, 2015), Juanicas (Karina García Casanova, 2014), Shih (Bruno Zaffora y Rafael Ortega Velderrain, 2014) y Tras Nazarín: el eco de una tierra en otra tierra (Javier Espada, 2014).


Made in Bangkok

Ilústrese la confusión apuntando la mezcla, para este ponepuntos jamás justificada, de películas de ficción con documentales, tanto a nivel general por el Premio Mezcal como, en particular, en el Premio Maguey –Estrellas… es ficción, Made in… es documental–, así como la inclusión de Norte estrecho, fundamentalmente boliviana aunque sea coproducida por México, entre otros cinco países. Más allá de criterios genéricos, no es poco abono a la anarquía que un muy buen filme como 600 millas no haya formado parte de la sección Iberoamericana, o al contrario, que los tres allí incluidos no integraran Hecho en México, o que algo como Estar o no estar, similar en calidad y propuesta a Ella es Ramona o El Jeremías, sólo haya sido gala y no compitiera. Asimismo, es cuando menos revisable el criterio según el cual un par de documentales son separados de la competencia oficial por cuestiones de tema –en este caso la música–, que es lo que sucede con Son de Cine, y también con el Premio Maguey, orientado a la diversidad sexual –tema de Estrellas… y Made in…–, pero ya no iberoamericano sino internacional, en donde nuevamente se mezclan a mansalva ficciones y documentales, y en el cual bien podría –o debería– estar, si el criterio es temático, la peruana Sebastián.

Desolación y naufragio

Pasado el trago grueso de la danza genérica-temática-conceptual que desde hace tiempo ofrece el ficg, queda por ver la calidad de lo incluido. Como se mencionó aquí antes, visto en conjunto y salvo excepciones muy puntuales, los largometrajes de ficción mexicanos de esta trigésima edición del Festival de Guadalajara generan un dejo cercano a la desolación o al naufragio: si fuera menester tomarle el pulso a la producción nacional de largos de ficción de este momento a partir de los catorce exhibidos, debería llegarse a conclusiones como las siguientes: que cuando salen del país, muchos cineastas mexicanos se convierten en meros maquiladores, en este caso de thrillers resabidos y archifilmados (The Hit Producer y Dog’s Breakfast); que todavía toca padecer caricaturizaciones y clichés incluso cuando quiere hablarse convenientemente de diversidad sexual (Estrellas solitarias) o de minorías sociales que sufren alguna variante de la discriminación (Ella es Ramona); que perdura un espíritu más de castas que de clases en el absurdo de una rubia mesera de restaurante en Tlacotalpan con cara de modelo, figura de ídem y sobre todo actitud de ibídem (Estar o no estar); y en fin, que las propuestas de autor, gusten o no gusten, son de verdad escasas (600 millas, Alicia en el país de María, La delgada línea amarilla, es decir, tres de catorce o un escasa quinta parte del total), mientras la mayoría se inclina por el recurso a fórmulas probadamente ineficaces o, todo lo más, de medular mediocridad.