Sociedad y Justicia
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Investigarán cómo afectarían derrames de hidrocarburos

Impulsan proyecto para prevenir daños al ecosistema submarino

Comenzamos a entender mejor el Golfo de México, dicen expertos

 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de abril de 2015, p. 30

Descubrir los secretos del mar profundo, prevenir afectaciones al ecosistema marino ante posibles derrames de hidrocarburos y desarrollar nueva tecnología, como los planeadores submarinos, que permitan explorar las aguas del Golfo de México, son algunos de los objetivos de uno de los proyectos oceanográficos más ambiciosos que se hayan impulsado en nuestro país.

Considerado esfuerzo inédito por la comunidad científica que participa en las investigaciones, el megaproyecto tendrá una inversión de mil 500 millones de pesos para los próximos cinco años, destinados por conducto del Fondo de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía (Sener) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

En entrevista con La Jornada, Federico Graef Ziehl, director general del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior (Cicese) de Ensenada, Baja California, institución que encabeza el proyecto, destacó que tras el derrame de la plataforma DeepWater Horizon, frente a las costas de Luisiana en abril de 2010, considerado uno de los desastres por hidrocarburos más catastrófico en la historia de Estados Unidos, nos dimos cuenta de que era necesario tener un conocimiento muy amplio de cómo funciona el Golfo de México y su ecosistema marino. Era muy importante saber qué pasaría en caso de un derrame, cuáles serían las afectaciones al ecosistema, a dónde iría ese petróleo y qué implicaría.

Explicó que pasaron más de cuatro años desde que científicos interesados en la protección de los ecosistemas marinos acudieron ante funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex) para proponer el proyecto de investigación en el que participan las principales instituciones públicas dedicadas a la oceanografía en nuestro país: Cicese, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –con institutos como los de Ciencias de la Atmósfera, Ciencias del Mar, Geofísica y Biotecnología–, el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav)-Mérida y la Universidad Autónoma de Baja California, así como el Centro de Investigación y Desarrollo Industrial-Conacyt y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.

El megaproyecto denominado Plataformas de observación oceanográfica, línea base, modelos de simulación y escenarios de la capacidad natural de respuesta ante derrames de gran escala en el Golfo de México, cuenta con cinco líneas multidisciplinarias de investigación: Plataformas para observaciones oceanográfica, línea base y monitoreo ambiental, vinculada a la observación en distintos puntos en el Golfo de México para medir variables oceanográficas como temperatura, salinidad, oxígeno, nutrientes y corrientes.

También se contará con un equipo de científicos que trabajará en la modelación numérica, fundamental para construir escenarios ante un posible derrame. Además, se explorará la degradación natural de hidrocarburos, así como el análisis de escenarios ante posibles derrames.

Secretos del mar profundo

Al respecto, Juan Carlos Herguera, investigador del Cicese y responsable técnico del proyecto, destacó que tras el derrame del pozo Macondo en el Golfo de México, la comunidad oceanográfica tuvo un llamado de atención, porque nos dimos cuenta de que los modelos que teníamos no anticipaban por dónde iba a avanzar el crudo. Nos enfrentó a una realidad que no entendíamos. Nos quedaron preguntas muy importantes no resueltas.

Agregó que durante décadas se ha estudiado el océano. Hemos avanzado mucho, sobre todo a gran escala, pero cuando se trata de dimensiones más pequeñas nos damos cuenta de que aún falta para alcanzar esas fronteras. En el caso del Golfo de México hemos comenzado a entenderlo mucho mejor a gran escala. Hay esfuerzos muy importantes tanto en México como en Estados Unidos en los pasados 20 años, ahí está el trabajo de la UNAM, del Cinvestav-Mérida y del Cicese.

De las aguas superficiales conocemos mucho más. Hay una tradición, explicó, de observación, pero una vez que alcanzamos 50 metros de profundidad, y llegamos a mil o 2 mil metros, es un misterio. Siempre nos fijamos en la superficie del mar que es muy bella, pero no sabemos lo que hay abajo. Es un mundo oscuro que requiere herramientas tecnológicas avanzadas, como los planeadores submarinos o los robots subacuáticos para poder observar el mundo del mar profundo.

Destacó que se trata de un trabajo de investigación científica multidisciplinario que permitirá a especialistas de diversas disciplinas, como la oceanografía, la física, la biología y las matemáticas, entrar en contacto y tratar de construir un lenguaje común que permita compartir nuestros avances.