Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 12 de abril de 2015 Num: 1049

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Mempo, el resistente
Paula Mónaco Felipe entrevista
con Mempo Giardinelli

Patrick Modiano y el
encanto de la melancolía

Marco Antonio Campos

En espera de las luces
Víctor Vásquez Quintas

Ética y Política: crónica
de una tensa convivencia

Xabier F. Coronado

Luna Negra al son del
son en el sur de Veracruz

Alessandra Galimberti

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Twitter: @mquemain

Sergio Tamayo, las versiones escénicas del YO

El texto, la dramaturgia, es para Sergio Tamayo sólo una guía, incluso un material explosivo, expansivo y asociativo que no estructura nada desde sus coordenadas espaciotemporales. La organización la activa la memoria y sí, la asociación, siempre y cuando lo simbólico sea el sustrato organizador de los sueños que ha logrado sobre la escena, desde posiciones diversas.

Hoy, justamente, la de director y un inmiscuido actor que desde la otra orilla dirige el trabajo que propone Adrián Espinoza como un espejo, complemento, suplemento del personaje/símbolo que está encarnado en el propio director que se dirige desde la otra rivera, donde se mira mirar en un ejercicio narcisista que ha exhibido en juego y broma ya desde hace algún tiempo.

A Mula de 6 lo signa su espíritu provocador, heterodoxo, personalmente colectivizador de formas de conciencia torturadoras, hipócritas, hipercríticas, destructivas; es la gran metáfora de un mundo que Tamayo visibiliza generosamente, pues no niega cierta voluntad didáctica, y del que se burla a antojo, con inteligencia y crudeza, que pone al borde del ridículo.

Así sucede en su montaje, donde ha decidido manderlayeramente discutir y provocar a lo Von Trier, con esos dos personajes que son mucho más que dos y cuyo grosor, volumen, impone respeto por la ecuación que ha vivido desde hace mucho, desde varios frentes de lo escénico. Ver sus fragmentos en Youtube.

Lo que sigue, lector, es lo que me atrevo a tematizar y a tomar de sus ideas que, en su momento, por semejanza provocan la angustia del callejón sin salida, el pudor y la vergüenza de los fingimientos de una comunidad artística que puebla las redes sociales en grupos que buscan neutralizar la vida teatral institucional cada vez más excluyente, parcial y prescindible en el sentido histórico.

Muy poco de nuestro teatro tiene el poder de hacer del escenario una especie de plaza pública donde se puede discutir lo local, lo temporal, lo político, en lo que se envuelve nuestro minúsculo tránsito, tan vital, tan estructurante desde la visión teatral.

En esta entrega quiero mostrar también cómo es descrito un ámbito de creación con sus miserias voraces, famélicas, hipócritas; lo que sigue le pertenece y no necesita comillas para deslindar su propiedad:

La provocación escéptica: Tienes el teatro que mereces. La verdadera ficción es que te enseñen algo útil. Hacer teatro es ser cucarachas vestidas de grillos.

El teatro es un viacrucis masoco, a menos que lo vuelvas deseo con la palabra plena, no institucional. Involucrarte con tus maestros es tragar su misma mierda. Provecho.

La comunidad de espíritus: vamos a empezar con las mamonas reservaciones para que no asistas aunque lo jures. Profesionalismo es ser agachón y con baja autoestima. La gente te usa para sus fines pero no le gusta que la uses para los tuyos. Que te usen no implica que te quieran. Sólo eres un empleado que ignora que lo es porque no tienes sueldo ni contrato.

Originalidad y postmodernidad: fragmentación del discurso, irrupción de la realidad ya sea con documentos o fenómenos alternos que atraviesan la presentación con estímulos y signos para que tú construyas tu paisaje sonoro, visual o discursivo como te apetezca. Eso es postdrama. Mientras más alejas la acción física de la acción verbal, más postdramático es.

El horizonte político: si durante siglos el teatro estaba prohibido o dirigido a los guarros, ¿por qué hoy tendría que ser institucional y avalado por las finas academias? Los que hablan del pueblo, no se sienten pueblo, he ahí el distanciamiento indolente del funcionario y profesionista. Te vuelves un promotor del gobierno y no quieres darnos asco...

Contra(dicciones): en mi laboratorio de teatro personal la historia más nimia es inventada y la más increíble es real. El ridículo es edípico, mientras más huyes de él, más te alcanza. Mientras más te escondes en personajes, más te balconeas. Cortina de humo para tapar la cortina de humo que intentaba distraernos de no recuerdo qué.

La estética actoral. El actor puede representar a los demás artistas (de danza, de música, visual) pero éstos no pueden representar al actor, algo les faltará siempre. Por eso no te quieren pero te usan. Enamorarse de los personajes que haces es como estimar tus heces y despedirte de ellas. Tu histrionismo narcisista: te enamoras de tus personajes.

Mula de 6, Centro Cultural Kinakú. Refugio 89 col. Nativitas, 18 de abril, 20 horas . Donativo voluntario consciente. Tel. 63950872.