Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 12 de abril de 2015 Num: 1049

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Mempo, el resistente
Paula Mónaco Felipe entrevista
con Mempo Giardinelli

Patrick Modiano y el
encanto de la melancolía

Marco Antonio Campos

En espera de las luces
Víctor Vásquez Quintas

Ética y Política: crónica
de una tensa convivencia

Xabier F. Coronado

Luna Negra al son del
son en el sur de Veracruz

Alessandra Galimberti

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Ricardo Venegas
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En las puertas de Ágora

Una galería de arte joven es siempre una apuesta contra la voracidad del mercado; es ir contra la corriente. Pero, además, hay que distinguir entre galerista y vendedor de obra de arte. Para el primero, el arte es un sistema en el cual el artista es imprescindible, y tanto la promoción cultural como su trayectoria definen la calidad con la que proyecta a los creadores, mientras que, para el segundo, el factor económico es el leitmotiv de su interés. Si abrir una galería es el mayor error que cualquier empresario podría cometer, peor es creer que la cultura es un asunto de élite. O por lo menos así nos lo ha mostrado el neoliberalismo, empeñado en trivializar las expresiones de las artes (el perseguido –y acosado por el fisco– Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, de Francisco Toledo, es un buen ejemplo) y en minimizar el conocimiento que se adquiere a través de los libros. Este fenómeno ha transformado a la telenovela no sólo en la biblioteca sentimental, sino en la universidad de muchos incultos que han logrado, sin esfuerzo y con la gracia de un perro parado, escalar en la administración pública: “Es cierto porque es absurdo”, diría Carlos Fuentes. 

Ante este panorama abrió sus puertas recientemente la galería Ágora en la ciudad de Cuernavaca; desde su apertura, el recinto ha sido una muestra de aquella antítesis que contradice al mercado: la mercadotecnia dice que no hay sitio para los desconocidos que no están en las grandes colecciones. Si no hay garantía en el prestigio no se puede esperar un riesgo por parte de las galerías para ofertar “lo que no vende”; si el arte no es renovación de lenguaje, si no es aventura o búsqueda, entonces ¿qué es hoy el arte? Citlalli Ferrer dijo sobre un grupo de jóvenes que exponían en Ágora: “Es la propuesta de un grupo de artistas emergentes que va en busca de la verdad. Empleando el yo como lugar estético-sensible. De tal suerte que la verdad de cada uno de ellos revela el descubrimiento de su poder creativo. Hijos de una época convulsa y carente de ideologías, se han visto obligados a ofrecer la resituación de la obra con el medio lejos de discursos que avalan la tradición y la moda.

”Habitan sus mundos, saturados de información, se desconstruyen para volver a reconstruirse a partir de lo que son y no de lo que creían que eran. Alejandro Estrada: Provocación que remite a la frase: ‘No es como usted dice.’ Eduardo Uribe: El pop es un pretexto, lo esencial son los personajes elegidos. Karen Mallida: Improntas del inconsciente que revelan sus emociones. Os Villegas: Finas líneas que muestran nuestro lado más oscuro. San Castillo: Resignificación de los objetos a partir de lo lúdico. Syeni Martínez: Con la fuerza de su río ulterior emergen texto y color.”

Sin duda, Ágora es el prototipo de la empresa autosuficiente que no busca la fama, el reconocimiento o la ganancia desbordante, sino al destinatario de la obra quien, a su vez, le da sentido a su propia búsqueda.