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Comienza en Hermosillo la edición 23 del encuentro Un Desierto para la Danza

Muestra internacional abre espacio a cuatro jóvenes coreógrafos de Sonora

La cantidad de personas que apuestan por ser profesionales de esa disciplina es impresionante, dice a La Jornada Evoé Sotelo, bailarina de Quiatora Monorriel, grupo anfitrión del festival

 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de abril de 2015, p. 4

La muestra internacional Un Desierto para la Danza, que este año llega a la edición 23, hace patente el interés de los jóvenes por formarse en esa disciplina y crear un lenguaje coreográfico propio, dijo Evoé Sotelo, bailarina de Quiatora Monorriel, grupo anfitrión del encuentro que se desarrollará del 16 al 25 de abril en la capital de Sonora.

Según la también coreógrafa es impresionante la cantidad de jóvenes que apuestan por una vida profesional en la danza.

Al respecto, en la Universidad de Sonora (Unison) se imparte una licenciatura en danza; la compañía Antares cuenta con un espacio de formación para bailarines, y Quiatora Monorriel ofrece un sitio orientado a la investigación y la producción coreográfica.

Hay mucha actividad alrededor del arte dancístico y en Un Desierto para la Danza confluyen no sólo profesionales, sino personas que gustan de esta disciplina y disfrutan verla, señaló Sotelo en entrevista con La Jornada.

Desde 1992, Un Desierto para la Danza ha sido determinante para Sonora y en particular para Hermosillo, donde se generó un movimiento dancístico importante en los años 70 del siglo pasado, con la coreógrafa y bailarina Martha Bracho y surgieron bailarines como Miguel Mancilla, David Barrón y Adriana Cataños.

Inauguración con Gilles Jobim

Evoé Sotelo rememoró que desde la primera muestra, el encuentro se ha convertido en un espacio donde el público tiene oportunidad de ver danza de todas partes y a los bailarines que forman. Los jóvenes intérpretes se pueden acercar a cursos, talleres y conferencias para actualizarse y continuar su desarrollo profesional.

La permanencia del festival se debe a que los bailarines y coreógrafos de Sonora se encargan de la programación, por el momento Producciones La Lágrima, Antares y Quiatora Monorriel se rotan como grupo anfitrión para hacer la curaduría de la muestra y decidir quiénes se presentan y con qué criterios.

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Integrantes de Quiatora Monorriel, grupo que ofrece un espacio en Sonora para la investigación y la producción coreográficaFoto cortesía de la compañía

El festival es de los que hacemos danza en Sonora. La organización y las cuestiones del presupuesto y administrativa están a cargo del Instituto Sonorense de Cultura, dijo Benito González, integrante y coreógrafo de esa compañía.

Hemos construido este festival, tan es así que como anfitriones visualizamos este año un asunto muy importante: abrir un espacio a los jóvenes coreógrafos de Sonora, añadió Sotelo.

Según el grupo anfitrión, en esta edición el encuentro se convertirá en una plataforma para que el público conozca el trabajo de cuatro jóvenes coreógrafos y las propuestas de compañías como Gilles Jobin, de Suiza, que hoy lo inaugura.

Entre los invitados figuran Tumaka’t (Yucatán); Antonio Salinas (DF); Magdalena Leite y Aníbal Conde (Uruguay-México); el Colectivo Qualquer (España-Brasil); Hiroaki Umeda (Japón), que cerrará la muestra el día 25 con una experiencia visual y sensorial.

El programa de Un Desierto para la Danza consta de 12 funciones en dos sedes en Hermosillo: el Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura de Sonora y, por primera vez, el Centro de las Artes de la Unison. También habrá seis intervenciones urbanas en Hermosillo a cargo de Foco Al Aire, del DF, y Crónico, de Veracruz, y en la plaza Zaragoza actuará Antares. Más información en el sitio web.