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Economía Moral

William I. Robinson, diálogo sobre su teoría del capitalismo global

Comentarios a interesante conferencia del autor en la ANEC

W

illiam I. Robinson (WIR) es profesor de sociología en la Universidad de California en Santa Bárbara. Es conocido por su teoría sobre el capitalismo global, sobre lo cual ha escrito, al menos, cuatro libros. El lunes 13 de abril dio una conferencia sobre capitalismo global y la crisis actual en la sede de la ANEC (Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo), que preside Víctor Suárez. Fuimos comentaristas Armando Bartra y yo. En seguida presento un resumen de lo que ahí dije. Empecé señalando lo que más me gusta en dos de sus libros que he empezado a leer: su postura sobre la importancia de la teoría que conlleva, entre otras muchas cosas, distinguir entre lo esencial y lo aparente. Por ejemplo, en su libro más reciente, Global Capitalism and the Crisis of Humanity (Cambridge University Press, 2014), distingue tres niveles analíticos: la coyuntura, la estructura y la estructura profunda. Dice:

“Queremos entender cómo realidades particulares concretas están constituidas por fuerzas sociales más generales y abstractas. La economía global –esto es, procesos globalizados de producción y reproducción global– ejerce una determinación estructural subyacente a este nivel de la estructura profunda. Estudiar la estructura profunda significa estudiar el capitalismo, sus leyes y dinámica subyacentes, las cuales al nivel abstracto de análisis no han cambiado en esta época de la globalización. La tarea de la buena ciencia macro-social es develar este caleidoscopio de articulaciones entre la estructura profunda, la estructura y la coyuntura como niveles distintos de análisis…enfocar sólo en lo coyuntural es confundir las apariencias superficiales con la esencia; enfocar sólo lo estructural es reduccionista…”(p.13).

Estoy plenamente de acuerdo, pero Robinson, a veces, no es coherente con tal visión metodológica. Por ejemplo, la frase que he destacado en cursivas me parece opuesta a las siguientes: “El mundo en que Karl Marx analizó el capital ha cambiado radicalmente…” (pp.1-2); y “La crisis que enfrentamos no es una réplica de episodios anteriores, como los de los años 30 o de los años 70, precisamente porque el capitalismo es fundamentalmente diferente en el siglo XXI”. Esta vocación teórica, que se atreve a hablar de esencias, tan ajena al pensamiento social contemporáneo, en el cual la palabra esencialismo es un insulto, la expresa WIR desde su libro de 2004 Una teoría del capitalismo global (Siglo XXI Editores):

No existe un camino real para la ciencia, escribió Marx, y sólo aquellos que no temen el ascenso fatigante del sendero empinado tienen la oportunidad de llegar a sus luminosas alturas. En este mundo feliz del capitalismo global creo que necesitamos, más que nunca, la visión que obtenemos de tales alturas luminosas. (p. xv, edición en inglés).

También me gusta la crítica de WIR a las teorías estados-nación-céntricas:

Sustentando mi teoría del capitalismo global está la idea de que no podemos entender esta nueva época mediante los paradigmas estado-nación-céntricos existentes que pretenden explicar la dinámica económica y política mundial como interacciones entre estados-nación y la competencia entre clases sociales nacionales en un sistema interestatal (p.3, Global Capitalism and Crisis).

Me surgen dudas cuando veo que, en su afán por mostrar que tiene una teoría original dentro de la escuela del capitalismo global, coloca a importantes autores en posiciones caricaturescas. Dice, en Una teoría del capitalismo global, que hay dos tendencias en dicha escuela, una que sostiene que la globalización controla todo y otra que Estados Unidos gobierna todo. La primera la asocia con el libro de Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio (2000, hay varias ediciones en español, una de ellas de Paidós), y aunque atribuye a otros tal clasificación, no la niega. WIR niega su pertenencia a cualquiera de estas dos tendencias porque su tesis no afirma que los estados y naciones no importen ya y que la única forma de capital sea el capital global. Sin embargo, leyendo Reflections on Empire, de Negri (2003, Polity, Cambridge, Reino Unido), destaco algunas frases que muestran que esta visión totalitaria de la globalización que le atribuye WIR le es ajena, y que WIR coincide con él en casi todo:

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Portada de uno de los libros citados de William I. Robinson

Negri resume en tres las tesis centrales de Imperio: 1) no hay globalización sin regulación (tesis institucional); 2) la soberanía de la nación-Estado está en crisis; se está alejando de los estados y yéndose a otra (desconocida) parte y, por ello, sostienen que la soberanía imperial se encuentra en un no-lugar; 3) estos fenómenos deben abordarse desde adentro de la relación del capital siguiendo a Marx. A estas tres tesis añade lo que llama la diferencia metodológica de Imperio como el hecho que considera el proceso de globalización no sólo en su resultado final sino también en términos de su dinámica, que está básicamente determinada por los conflictos que surgen en el desarrollo capitalista.

Algo similar ocurre con John Bellamy Foster y Fred Magdoff, cuyo importante libro La gran crisis financiera (2009, FCE) es descalificado de la siguiente sumaria y no fundamentada manera: se limitan al examen de datos de la economía de EU, lo que desde su punto de vista los hace fatalmente errados, a pesar de sus importantes percepciones. (p. 129, Global Capitalism and the Crisis…). Tendría que demostrar cuáles son esos errores y cómo se corrigen usando información no nacional. Pero cita su propio estudio (del 2010), en el cual argumentó que “detrás del colapso del 2008 estaba una crisis estructural de sobreacumulación que amenazaba volverse sistémica y que la clase capitalista trasnacional (CCT) había recurrido a tres mecanismos –la acumulación militarizada, el asalto y saqueo de las finanzas públicas y la especulación financiera frenética– como salidas para descargar los excedentes a medida que las salidas productivas se habían desecado. Estas tesis no sólo coinciden con las de Foster y Madgdoff (salvo el concepto de CCT que es de WIR) que pertenecen a la escuela neomarxista que fundaron Baran y Sweezy.

No me gusta su mirada al infinito que ve en la globalización un “modelo capitalista emergente” como si el capitalismo fuese a durar por siglos. Tampoco me gusta que convierta la globalización en factor causal de todos los cambios, como el cambio en las relaciones entre capital y trabajo. Esto lo atribuyo a que olvida el desempleo estructural generado por la automatización. La pérdida de fuerza de los trabajadores del primer mundo se explica no sólo por el off-shoring (traslado de fábricas y otras actividades económicas al tercer mundo), sino por el desempleo tecnológico. En el tercer mundo no se puede, evidentemente, achacar al off-shoring la debilidad de los trabajadores. Ésta fue creada con el ajuste estructural de los años ochenta y, en países como Chile, desde antes con la dictadura militar y su experimento neoliberal. Lo que menos me gusta es que WIR no perciba que el capitalismo está llegando a su fin. Que no vea que la sociedad centrada en el trabajo pagado, en la explotación del trabajo asalariado y en la demanda de consumo de los asalariados se está achicando velozmente. Que este fenómeno está detrás de la Gran Recesión, que el estancamiento será permanente, y que las crisis serán cada vez más severas.

WIR rechazó todos mis comentarios y los de Bartra.

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