Opinión
Ver día anteriorSábado 18 de abril de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Narcisismo maligno

E

n entrevistas de prensa, algunos destacados siquiatras europeos han dicho que el copiloto alemán Andreas Lubitz no estrelló en los Alpes franceses el avión de Lufthansa, con 149 pasajeros a bordo, sólo porque estuviera deprimido, sino por un trastorno de personalidad de narcisismo maligno, término acuñado por Otto Kernberg, siquiatra y sicoanalista austriaco-estadunidense. Quienes padecen ese trastorno no suelen suicidarse, pero cuando lo hacen tienen que hacerlo con gran estruendo.

Aunque un padecimiento como ese pueden haberlo sufrido humanos de cualquier época, como quizás el emperador romano Nerón (a quien se recuerda como tirano por la serie de ejecuciones que ordenó, incluida la de su propia madre, y porque se le describe tocando su lira mientras ardía Roma), para el filósofo italiano Franco Berardi, autor de Héroes: asesinatos en masa y suicidio, hay una fuerte relación entre la personalidad que exige el capitalismo de hoy y la creciente oleada de suicidios, en particular de suicidios homicidas: es la transformación de la vida en sociedad en una fábrica de infelicidad de la cual parece imposible escapar. Porque rige para todos el mandato de ser triunfadores, en contraste con la conciencia de que ganar es imposible; mas una forma de ser vencedor, al menos provisionalmente, es destruyendo vidas de otros para suicidarse después.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la tasa mundial de suicidios se ha incrementado en 60 por ciento en los pasados 40 años, de forma particularmente grave entre los jóvenes. “Confieso que veo –dice Berardi– una relación entre fragilidad síquica y soledad, de una generación que sólo se encuentra a sí misma a través de la pantalla… Debemos reconocer que hay una suerte de epidemia del suicidio extendiéndose por el planeta tierra”.

En México hay que preocuparse por las cifras crecientes de jóvenes suicidas a los que temprano se les cierra el horizonte y, al mismo tiempo, estar alertas al trastorno de narcisismo maligno que padecen importantes figuras de gobierno que –como Lubitz– parecen estar llevando el avión llamado México a estrellarse contra los Alpes del capitalismo financiero, sin importarles nada. Sólo que, a diferencia del hoy famoso copiloto, nuestros narcisistas malignos sí tienen listos para ellos poderosos paracaídas.

Miren si no: el gobierno de EPN acaba de colocar en bonos de deuda mil 500 millones de euros a un plazo de cien años. ¿Podrán nuestros tataranietos liquidar esa deuda?... Nosotros, lo mismo que los pasajeros del avión de Lubitz, ignoramos adónde van a parar el dinero y nuestras vidas.