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Se cumplió la última voluntad de la poeta, dijo la directora de la UCSJ

Yacen los restos de Sor Juana en el ex convento de San Jerónimo

Se hizo un recorrido con el ataúd, que luego se depositó en un nicho diseñado para la vista pública

Además se canceló un timbre postal

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Estudiantes de la UCSJ condujeron los restos de la Décima Musa con el tañido fúnebre de las campanas del recinto religiosoFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de abril de 2015, p. 4

Entre el repique de campanas –dos tañidos cortos y uno largo, que en la época virreinal era el emblema del convento de San Jerónimo para los rituales fúnebres–, los restos óseos atribuidos a Sor Juana Inés de la Cruz regresaron la noche del viernes al Sotto coro (Coro bajo) de ese otrora recinto religioso.

Se afirma que allí fue inhumado que el cuerpo de la poeta novohispana tras su muerte, el 17 de abril de 1695, y del cual fueron exhumados los restos que ahora se dice son de su persona, junto con varios otros, por un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) durante una serie de excavaciones realizadas entre 1974 y 1981.

La ceremonia constó de varias etapas. La primera consistió en una procesión del féretro por el patio del Gran Claustro del ex convento virreinal, ubicado en el centro histórico de la capital mexicana, que hoy alberga a la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), instancia que organizó este acto para conmemorar el 320 aniversario luctuoso de la Décima Musa.

El recorrido duró alrededor de 10 minutos, con el mencionado sonido de las campanas como fondo. Estudiantes de esa institución educativa fueron los responsables de conducir los restos hasta el Coro bajo, donde ahora se ubica el auditorio Divino Narciso.

Una vez allí, el ataúd –cuya tapa fue coronada con un rosario que supuestamente perteneció a la poeta– se depositó en un nicho diseñado ex profeso, donde permanecerá de manera definitiva, a la vista pública, resguardado por un cristal, aun cuando no se ha comprobado al ciento por ciento que la osamenta corresponde a Sor Juana.

Dentro de esa especie de vitrina fue colocada, además, una elegante bolsa de tela con tierra de Nepantla, estado de México, donde nació la poeta novohispana en 1651, con la idea de trazar de forma simbólica un puente entre sus dos casas: la que la vio nacer y la que la vio morir.

Así lo precisó la rectora de la UCSJ, Carmen Beatriz López Portillo, quien destacó que regresar los restos a dicho lugar permite cumplir la última voluntad que la Décima Musa dejó asentada en su testamento, la de ser sepultada en el sitio donde ejerció los hábitos, además de que es una manera de honrarla y de honrar a la comunidad de monjas jerónimas.

La funcionaria universitaria detalló los pormenores del hallazgo de las osamentas de las religiosas que habitaron ese recinto y de los procesos de análisis y pruebas al que fue sometido el que supuestamente corresponde a Sor Juana por los antropólogos Arturo Pacheco y Teresa Jaen, del INAH. Información que fue publicada en estas páginas en la edición del 15 de abril.

En la clausura de este espacio, Sor Juana vivió 27 años. Aquí dio razón de su realidad e inventó un mundo nuevo con palabras; aquí se esparcieron sus plegarias; aquí defendió la libertad y el derecho al conocimiento; aquí escribió la mayor parte de sus obras; aquí reposan sus restos, afirmó Carmen Beatriz López Portillo.

La ceremonia incluyó, además, la cancelación de un timbre postal conmemorativo de la efeméride luctuosa y la lectura de la Oración fúnebre a Sor Juana Inés de la Cruz, escrita y leída por Octavio Paz con motivo de la celebración de los 300 años de la autora.

También, un concierto de música virreinal y la reapertura de la Celda Contemporánea, una ventana arqueológica mediante la cual los visitantes podrán caminar y admirar los vestigios del ex convento.

A ello se sumó la continuación de un programa académico, con un par de actividades: una mesa redonda con especialistas en la vida y la obra de la monja jerónima, entre ellos la escritora Margo Glantz, colaboradora de La Jornada, y la presentación del libro Cartas de Lisy: la mecenas de Sor Juana Inés de la Cruz en correspondencia inédita, en el que se recogen dos misivas escritas por la virreina María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, hasta antes de ahora desconocidas.