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Ver día anteriorJueves 23 de abril de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Otra vez austeridad
E

l gobierno federal, a través del secretario de Hacienda, ha planteado que los recortes presupuestales realizados en 2015 y los que se anunciaron para 2016 seguirán durante varios años. La explicación es que las perspectivas futuras se caracterizan por tres factores relevantes negativos: la importante reducción de los precios del petróleo que se mantendrá permanentemente; la inminente elevación de las tasas de interés en Estados Unidos y la consecuente apreciación del dólar; un bajo entorno de crecimiento en la economía global. Frente a este futuro previsible el gobierno plantea que lo central es preservar la estabilidad de la economía. Por ello su respuesta de política es reducir el gasto.

El panorama no es incierto. En realidad es claro que la economía mexicana afrontará la reducción de sus ingresos provocada por los tres factores mencionados y que, además, esta reducción será de largo plazo. El diagnóstico es compartible. Lo que debe discutirse es qué hacer frente a esto. Para estar en condiciones de resolver el plan de acción adecuado, lo primordial es determinar cuál es el objetivo fundamental. Para el gobierno federal mantener la estabilidad es lo prioritario. Sostendrán que al evitar la inestabilidad conjurarán las consecuencias negativas sobre las condiciones de vida de la población.

En la determinación de que la prioridad es la estabilidad opera un principio económico que ha estado en el centro del debate público. El asunto puede plantearse del siguiente modo: ¿frente a dificultades macroeconómicas cuál debe ser la respuesta del Estado? ¿Evitar que las dificultades afecten a los sectores sociales con mayores dificultades o mantener la inflación, las finanzas públicas y las cuentas externas en condiciones financieras adecuadas? En Europa, desde junio de 2010, se puso en el centro la noción de que habría que priorizar la consolidación fiscal y, consecuentemente, había que reducir el gasto público para que el déficit fiscal fuera financiable sin complicaciones de largo plazo.

La tesis fue expuesta con la imagen de que la austeridad, al producir confianza en la firmeza estatal para mantener su situación financiera bajo control, generaría crecimiento. Cinco años después ha quedado claro que la austeridad no ha generado crecimiento. Por el contrario el efecto ha sido un estancamiento que ha provocado que Europa haya perdido mucho de sus capacidades para generar mayor producción a partir de niveles sociales de consumo suficientes. Políticamente la austeridad ha puesto en crisis el proyecto social de la Europa unida, afectando drásticamente a la población trabajadora que ha tenido que subsistir sin empleo por un tiempo demasiado largo.

El gobierno mexicano se propone responder a dificultades ciertas con la misma caracterización que ha llevado a los europeos a un estancamiento recesivo de larga duración. Conviene advertir que Europa venía de años de crecimiento con bienestar social y que nosotros, en cambio, venimos de años de un estancamiento estabilizador. Por ello es indispensable plantear que hay otros cursos de acción posibles. No se trata de discernir caminos alternativos, sino poner de relieve qué otras vías de respuesta estatal son socialmente preferibles. Frente a la reducción de algunas fuentes de ingreso del sector público, una ruta obvia es incrementar otras fuentes de ingreso. El gobierno ha repetido que no se propondrán nuevos impuestos, ni aumentarán los existentes, cancelando una ruta que pudiera producir ingresos sin afectar lo prioritario: las condiciones de vida de la población.

En tiempos electorales esta discusión debiera estar en el centro de las propuestas políticas. Las fuerzas políticas que pudieran impulsar una respuesta estatal que atienda prioritariamente las necesidades sociales fundamentales, como empleo digno y mayores salarios, no parecen interesadas en contrastar diferenciaciones de política económica de este tipo para perfilar en el mediano plazo una alternativa socialmente diferente. La propuesta gubernamental debe discutirse en todos los ámbitos posibles revelando sus debilidades teóricas y prácticas.