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Carlos Ashida: in memoriam
N

o mantuve la asidua cercanía que otras personas llevaron con el curador y arquitecto Carlos Ashida, pero puedo decir que estuve entre las primeras que no sólo aceptó sino auspició plenamente curadurías suyas durante mi gestión en el Museo de Arte Moderno (MAM), como directora, en una época en la que no existía base presupuestal para realizar curadurías, pues se suponía que ese era trabajo intrínseco al museo.

El hecho de que recién instalada en el MAM por Víctor Flores Olea y Víctor Sandoval (qepd) en 1991 tuviera como primera acción nombrar, aunque fuera a título honorífico (es decir, sin pago), un comité asesor, me vinculó a Carlos Ashida, quien formó parte inextricable del mismo.

Gracias a eso él llevó a cabo varias curadurías en el MAM, la primera si mal no recuerdo se hizo en conjunción con la Galería OMR, dirigida por Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra. Versó sobre Germán Venegas, la orquestó Carlos Ashida y se tituló muy acertadamente Polvo de imágenes.

Todavía hoy la recuerdo como un acierto con algún tinte historicista que se remontaba al Medievo.

A esa siguieron otras, pero la que me resulta mayormente memorable por varias razones es Acné o el nuevo contrato social ilustrado. La selección que incluyó a seis artistas mexicanos jóvenes fue realizada por Carlos Ashida y Patrik Charpenel, quienes primero la presentaron en un espacio de Guadalajara: no sólo habían elegido a los integrantes, sino a cada una de las obras que se dispusieron en 1996 en una de salas del MAM.

Como persona relevante del mundo oficial la inauguró Luis Donaldo Colosio, pero no es esa la única razón por la cual la recuerdo. Tengo la memoria, aunque ya empolvada, de que el russoniano título me impactó e incluso hoy guardo la sospecha de que no fue ideado por los curadores, sino por uno de los prologuistas del catálogo.

El título alude a que en esa exposición un nuevo contrato social mediante objetos que lo ilustran, referiría a la transformación de la sociedad a través de un orden novedoso o al menos contrapuesto al existente. Tendería a reconocer la libertad y la igualdad. Guardo la sospecha de que el título, excepto la palabra acné (que uniformaría a la juventud pero que también corresponde a unos nuevos estudios de moda que ese 1996 se abrieron en Estocolmo), no fue ideado ni por Ashida ni por Charpenel, sino por otro curador que se ha desempeñado desde entonces como el más aguerrido defensor tanto de los estudios curatoriales como del llamado arte contemporáneo.

Actualmente es curador en jefe en el Muac, los tiempos, como los paradigmas, han cambiado cosa inevitable, pero al igual que yo, ese compañero comparte nuestro pésame por Carlos Ashida, quien nació en 1955 en esta ciudad.

Carlos se tituló de arquitecto en el Instituto de Estudios Superiores de Occidente, que es el equivalente de la Universidad Iberoamericana y sin duda una de las principales, si no es que la principal universidad de Guadalajara. En esa ciudad desarrolló buena parte de su actividad profesional, como director del museo de las artes de la Universidad de Guadalajara, director de una importante galería y fábrica de gobelinos y recientemente como curador en jefe del Instituto Cultural Cabañas.

Su deceso es tanto más sentido cuanto que el proyecto Cabañas, una de las principales instituciones de arte en el país, queda trunco una vez más, de acuerdo con sus propias palabras es un destino pendiente de cumplirse.

Además de conocerlo directamente y haber trabajado en mancuerna con él en el MAM, el trato de muchos integrantes del campo artístico capitalino con Carlos Ashida se desarrolló en buena medida a través de su brillante gestión como director del museo Carrillo Gil, donde lo frecuentamos en múltiples ocasiones.

Me nace decir algo sobre su persona: Carlos no era llamativo en su conducta, algo de la tónica oriental de su apellido se dejaba ver en la deferente y elegante contención de su trato. No pretendía hacerse notar ni proponerse como factótum. Sin embargo, era contundente en sus apreciaciones. Eso lo podrían atestiguar sus colaboradores de entonces que se convertían en cierto modo en sus discípulos y desde luego sus amigos y admiradores que fueron muchos, su trato dentro de esa tónica discreta, amable y a la vez dotada de una pizca de distancia que involucra la contención de aquello que denominamos familiaridad o avasallamiento. No puedo expresarlo de otro modo, no conozco los términos adecuados, además esa es mi percepción, no la que pudieran tener otras personas, como fueron su colaboradora Dulce o mi discípula y asistente Cheli. Su colega Sylvia Navarrete, la actual directora del MAM, le dedicará el próximo jueves un recordatorio especial en ese museo.

Carlos Ashida participó entre otras muchas actividades con un texto elucidador en el proyecto AKASO, orquestado por el ingeniero Sergio Autrey. Se hizo cargo de la espléndida museografía que lució en su sede inaugural el Centro Cultural MUSAS, de Hermosillo, Sonora.

Un tumor pancreático nos priva de su presencia física, lo habremos de recordar siempre. Un profesional distinguido, generoso y humanitario.