jornada
letraese

Número 226
Jueves 7 de Mayo del 2015


Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus



pruebate


 

Movimiento perpetuo
Los nuevos riesgos de la ruta migrante



La implementación del Programa Frontera Sur en México para detener el paso de migrantes de Centro y Sudamérica (e incluso de El Caribe) con rumbo a Estados Unidos ha modificado la idea tradicional de que las y los migrantes cruzan la República Mexicana montando el lomo de "La Bestia", ferrocarril cuyo trayecto solía atravesar el territorio nacional de Chiapas a Tamaulipas. Esto ha recrudecido la ya de por sí "infernal" ruta del migrante, generando vulnerabilidad en esta población en muchos aspectos, incluidos los derechos sexuales y reproductivos.

Leonardo Bastida Aguilar

El infierno comienza aquí, en México. No por el calor abrasante del sureste capaz de derretir una bolsa de hielo en menos de media hora, sino porque caminar desde Ciudad Hidalgo, en los linderos del río Suchiate, vía Tapachula y Arriaga (Chiapas) hasta Chahuites (Oaxaca), representa un esfuerzo sobrehumano de alrededor de 20 días bajo temperaturas mayores a los 30 grados. Además, acechan los agentes de inmigración, la maña (crimen organizado) y personas que consideran que la población migrante es dañina para el país, al grado de culparlos de ser los principales portadores del virus chikungunya. Todo esto los hace frágiles en un terreno espinoso.

“¿Son chingaderas?”, pregunta un furibundo agente de migración a un hombre no mayor a los 30 años que cuestiona la manera en que lo interrogan mientras revisan que ningún migrante sin papeles suba a los autobuses con destino al Istmo de Tehuantepec. El método es sencillo: quien tenga “cara de centroamericano” será sujeto a preguntas por parte de integrantes del Instituto Nacional de Migración. Si las respuestas no les agradan, “invitan” a bajar del camión al individuo en cuestión. Si la persona demuestra su estancia legal México o es mexicano, le permiten volver al autobús y continuar su camino. Si no, es enviada a una estación migratoria para ser deportada.

En el trayecto de Arriaga –sitio desde donde actualmente parte La Bestia hacia el norte– a Chahuites, no mayor a 30 minutos en autobús, hay cuatro retenes de revisión. Lo que antes era un paso rápido ahora representa uno de los puntos de mayor complejidad para las y los migrantes, quienes si desean “seguir subiendo” (internarse en México para llegar a la frontera con Estados Unidos) deben caminar por cuatro días, expuestos a un sinfín de amenazas antes de llegar a Ciudad Ixtepec, Oaxaca.

La dulzura de los mangos que hacen de esta zona la meca del fruto en el país, contrasta con las vivencias agridulces de miles de personas migrantes, quienes a pesar de la dureza del Plan Frontera Sur, calificado por el sacerdote y activista Alejandro Solalinde como inhumano y reflejo claro de abuso autoridad, no cesan en su afán por alejarse de la violencia de sus países, aunque en su trayecto la encuentren en demasía.

Un refugio en el camino
La idea de una posible violación sexual es latente y forma parte de los mitos alrededor del trayecto. Hay quienes están dispuestos a correr el riesgo y quienes, en efecto, se enfrentan a la situación, siendo más vulnerables las mujeres y las personas de la comunidad lésbico, gay, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI), quienes cada vez emigran en mayor cantidad debido a la homofobia reinante en sus países.

La suerte no acompañó a Alexis, mujer transexual salvadoreña que huía de su país tras el asesinato de su novio. Su familia le pidió alejarse de ellos. En el trayecto, en suelo mexicano, fue detenida y remitida a una estación migratoria.

Hace no más de dos meses, dos mujeres trans fueron violadas por la maña en el camino entre Arriaga y Chahuites. Antes de la instauración del Plan Frontera Sur no hubieran tenido que andar a pie por la zona; con haberse montado en el lomo de La Bestia hubieran llegado a Ixtepec en unas horas. Ahora, ante la imposibilidad de subir al tren, que cada día avanza con más furia y es cuidado en cada punto de tierra que pisa, cruzaron por montes, huertos de árboles frutales y sortearon múltiples retenes. La suerte no les alcanzó. Llegaron al Centro de Ayuda Humanitaria Chahuites tras haber sido violadas.

A cargo de Yader Solís, dicho albergue, fundado por Irineo Mújica, surgió hace unos meses ante las necesidades generadas por las nuevas políticas migratorias. Antes, caminar no era una opción; ahora es la única vía segura para internarse en México ante la extrema vigilancia existente alrededor del furibundo ferrocarril cuyo paso acelerado es cada vez más mortal.

Debido a la decisión de centenas de migrantes de ir a pie ante la imposibilidad de domar a La Bestia, este espacio, consistente en una casa con techo de lámina con dos cuartos, uno para mujeres y otros para hombres, un baño ecológico, un patio y un amplio fogón para cocinar hasta 100 raciones, se ha convertido en un signo de esperanza donde se puede beber agua y comer (algo que muchos no han hecho en días), bañarse y dormir (sin importar que sea al aire libre), en un espacio seguro y sin la preocupación de ser “cazados”.

Yader, joven nicaragüense, padre de tres hijos residentes en Eugene, Oregon, y ahora voluntario tras haberse detenido por las dificultades existentes en el camino –a pesar de haberlo cruzado al menos una decena de veces–, recuerda que aquella noche las chicas trans “venían muy bajoneadas”. Los sucesos eran recientes, habían ocurrido hacía horas. “Me costó trabajo hacerles sentir que estaban bien, pero al final se animaron a denunciar. Una logró llegar al DF y la otra, a Estados Unidos”.

Este activista no había enfrentado una situación similar y pensó, primero, en hacerlas sentir confianza tanto en él como en el ambiente del albergue, habló con los demás y les pidió respeto para las chicas al explicarles que todos somos iguales, que si iban a bromear no fueran ofensivos, pero sobre todo, insistió en que ser gays o trans no significa ser diferentes.

Los derechos también viajan
Los derechos sexuales y reproductivos viajan con las y los migrantes. Las contingencias que enfrentan fragilizan su salud sexual y reproductiva. Además, hay casos en que las mujeres viajan embarazadas o desean interrumpir embarazos productos de abusos sexuales, aunado a un aumento notable de personas LGBTTTI que salen de su país por la violencia en su contra.

Frente a esta realidad, integrantes de Salud Integral para la Mujer (Sipam) comenzaron a trabajar hace dos años para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las y los migrantes. Lo han hecho a través de fomentar el uso del condón, el acceso a métodos anticonceptivos, el sexo seguro y responsable; contrarrestar la violencia de género, el embarazo no deseado y la violencia sexual; hablando de diversidad sexual y cultural, y VIH, entre otros temas, y del acceso a servicios públicos de atención a la salud sexual, y a través del abasto de insumos como preservativos, pastillas anticonceptivas y de emergencia, y de protocolos de atención en caso de una infección por VIH.

Parte del trabajo consiste en capacitar a personal y voluntariado de los albergues Hermanos en el Camino, fundado por Alejandro Solalinde en Ixtepec, y el de reciente creación, en Chahuites, para brindar atención en la materia y generar acuerdos entre los albergues y los servicios de salud para mejorar la atención sobre violencia sexual.

Javier Arellano, del Programa Conjunto de la ONU sobre VIH/sida (ONUSIDA) en México, señaló, durante una visita para capacitar a personas con trabajo en migración, que existen mitos como que si se dan condones a las y los migrantes durante su estancia en el albergue, se propicia que tengan relaciones sexuales en las instalaciones. Para el ponente, estos insumos deberían estar disponibles en las estaciones migratorias a fin de brindar a los migrantes lo necesario para cuidar su salud y que ellos decidan cuándo ejercer su sexualidad de manera responsable.

Asimismo, enfatizó, se debe tener en cuenta que en el tránsito migratorio de hombres y mujeres llegan a tener relaciones afectivas o sexuales con personas de su mismo sexo sin que se definan como personas homosexuales.

En el caso de las personas transexuales, se viven dos realidades: los hombres transexuales no sufren tanto porque es difícil saber su condición. En el caso de las mujeres, la situación es más obvia, al grado de que, según cifras del Instituto Nacional de Salud Pública, una mujer transgénero tiene 16 veces más posibilidades de sufrir violencia sexual, acoso sexual o violaciones que una mujer biológica migrante. Para garantizar sus derechos sexuales y reproductivos, Arellano consideró que los albergues pueden realizar pequeñas medidas que tomen en cuenta su condición, como referirse a ellas conforme a su identidad sexogenérica, identificar posibles casos de violencia derivados de conductas homofóbicas o transfóbicas, ser empáticos, dejar que se vistan como quieran, así como definir qué baños usarán y dónde dormirán, ya que podrían padecer discriminación verbal y sexual en los pabellones de hombres.

El movimiento de la pandemia
Entre las centenas de migrantes que pasan todos los días por el albergue de Ixtepec, Juan, un guatemalteco de 28 años, fue detectado como "posible" VIH positivo, después de participar en una jornada de salud sexual y reproductiva realizada en una explanada pública en Ixtepec. Recibió consejería después de la prueba y se le ofreció traslado al Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (Capasits) de Salina Cruz, como parte del convenio gestionado por Sipam, para la realización de una prueba confirmatoria. A pesar de la insistencia para realizarle esa prueba, él siguió su camino, ya no quiso esperar. Se le dio información sobre la Clínica Especializada Condesa, en el DF, sitio al que planeaba llegar, y sobre el Capasits de Tijuana, lugar en el que dijo que intentaría cruzar la frontera estadunidense.

Estas acciones son parte del protocolo de atención promovido por Sipam, (que articula a la Jurisdicción Sanitaria del Itsmo de Tehuantepec, los Capasits de Oaxaca y Salina Cruz y el albergue Hermanos en el Camino). El protocolo consiste en apoyar al migrante afectado por el VIH y darle acompañamiento a Salina Cruz para realizar la prueba confirmatoria; garantizar el acceso a la atención integral y los antirretrovirales en Oaxaca, o bien, compartir un directorio de albergues, Capasits y organizaciones aliadas que puedan dar acompañamiento para la solicitud de atención médica durante la travesía.

Al respecto, Samantha Mino, de Sipam, explicó que en Oaxaca se logró garantizar la atención a las personas migrantes en los Capasits de la entidad, donde se suministra la profilaxis post exposición al VIH si ha habido violencia sexual, se hacen pruebas rápidas de detección y se proporcionan medicamentos, pues la condición de vivir con VIH hace vulnerables a las y los migrantes.

Para la antropóloga, si bien la población migrante trasnacional no forma parte de las poblaciones clave para la epidemia en México, sí es una población vulnerable a contraer el VIH y otras infecciones de transmición sexual. Por ejemplo, algunas personas permanecen en los albergues a la espera de algún trámite de visa humanitaria o refugio y pueden enfrentar dificultades para acceder a los servicios de salud.

La actividad sexual continúa con el viaje. En muchas ocasiones, explica Mino, las condiciones de soledad, abandono, pero también de recrudecimiento de las necesidades económicas, hacen que las personas tengan relaciones afectivas, sexuales y de sexo transaccional, no sólo entre hombres y mujeres, sino entre personas del mismo sexo.

Entre las más de 150 pruebas que realizó Sipam en Ixtepec y los albergues, sólo se detectó el caso de Juan.

Humanidad
Dice Yader que lo más "duro" es llegar a la frontera norte e intentar cruzar a Estados Unidos. La globalización ha movido las líneas divisorias entre naciones, y en ese contexto México se está convirtiendo en un infierno para miles de personas. Sólo queda, afirma, tratarlas con humanidad en el día a día.



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