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Respondían a problemas del entorno con gran conocimiento de sus recursos curativos

La medicina prehispánica, un saber original y propio: experto

La relación del eje frío-calor con las enfermedades de ninguna manera vino de las ideas galeno-hipocráticas traídas por los europeos en el siglo XVI, ejemplifica el doctor Carlos Viesca

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No se exagera al hablar del gran conocimiento que tenían de sus plantas medicinales, afirma el especialista de la UNAM e integrante de la AMCFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de mayo de 2015, p. 2

La medicina prehispánica representa la imagen de un saber médico propio que se desarrolló en respuesta a problemas de salud procedentes del entorno específico, marcado y definido por rasgos comunes que las identifica como culturas mesoamericanas, sostuvo el doctor Carlos Viesca Treviño, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Viesca se ha dedicado a reconstruir lo que fue un importante sistema de explicación de la enfermedad y atención de la salud prehispánica, en el cual se han identificado ideas rectoras, teorías explicativas de los mecanismos de la enfermedad y de la acción de los medicamentos, así como una vasta gama de recetas y de técnicas curativas, que van desde hechizos y oraciones a los dioses hasta técnicas quirúrgicas de gran complejidad.

Dentro de este panorama se encuentra la concepción del cuerpo. “No existía una anatomía ni descriptiva, ni topográfica, como se esperaría desde un punto de vista occidental, sino una anatomía estructural en la que las relaciones enmarcan partes del cuerpo, sus funciones –reales o supuestas– y sus correlaciones con los astros y cuerpos celestes”, dijo el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

Complejo sistema de clasificación

Además, el concepto que tenían de la salud se basaba en el mantenimiento del equilibrio entre los órganos internos y los agentes externos, e identificaban con mucha claridad las causas de las enfermedades, según el especialista en historia de la medicina.

La idea de cómo el eje frío-calor se relacionaba con las enfermedades era distintiva de la medicina náhuatl prehispánica y de ninguna manera fue derivada de las ideas galeno-hipocráticas traídas a México por los europeos en el siglo XVI.

Analizando las enfermedades consideradas por los médicos náhuatl prehispánicos, la forma de entenderlas y ordenarlas se hace evidente, pues disponían de un sistema clasificatorio complejo: Se trata de un esquema multiaxial, en el que por una parte se ubican las relaciones causales, por otra las partes del cuerpo afectadas, y en otra más la alteración de las funciones. En él, si bien se distinguen jerarquías relacionadas con la capacidad de dañar y de curar de los agentes causales, corren parejas de dioses y seres de todos tipos y categorías, siempre se ponen en evidencia hechos observables y verificables por otros; al fin y al cabo el último marco de referencia es la observación clínica.

Así, al igual que su sistema clasificatorio de enfermedades, la medicina prehispánica, específicamente la náhuatl, tenía conocimiento profundo de los recursos curativos que se encontraban en los territorios que habitaban, y desarrollaba a la par técnicas complejas que comprendían rituales mágicos y religiosos, e incluso osadas intervenciones quirúrgicas.

Un tratamiento médico siempre estuvo orientado a tratar de manera integral las causas y los síntomas de las enfermedades, de manera que no se puede concebir sin que se buscara neutralizar la acción punitiva de los dioses, y sólo después de identificar el origen de la enfermedad se daba paso a la administración de los medicamentos.

Carlos Viesca destacó que mucho se ha dicho acerca del gran conocimiento que se tenía de plantas medicinales, del uso de sustancias y partes de animales que se utilizaban para curar; sobre esto, el especialista aseguró que no se exagera. La existencia de rutas comerciales perfectamente definidas permitió un intercambio de productos con el que se pusieron al alcance en las grandes ciudades recursos procedentes de gran cantidad de ecosistemas. ¿No es de admirar que Francisco Hernández, alrededor de 1570, haya inventariado poco más de 3 mil plantas reportadas como medicinas y de las cuales dice haber indagado y hasta haber investigado sus efectos? Si se toma en cuenta que la medicina de la antigüedad grecorromana contaba apenas con poco menos de 700, se puede estimar entonces su importancia real.

El académico destacó la extensa variedad de plantas utilizadas como medicamentos para dar una idea general de la terapéutica médica, que en ocasiones se acompañaba de alguna intervención quirúrgica.

Las heridas penetrantes en tórax por lanza o flecha eran suturadas con cabellos, lo que permite inferir que conocían la manera de evitar el colapso pulmonar al retirar el proyectil. Pero quizás el logro más impresionante sea el de la colocación de ramas de ocote tratadas con miel en la cavidad intramedular de fémures fracturados.

Las anotaciones sobre esta práctica rebasan tan sólo la idea de medicina prehispánica como tradición; pero el doctor Viesca explicó que fueron los sistemas de atención de la salud, ricos en conocimientos y en recursos, que se desarrollaron en forma paralela e independiente de todos los sistemas presentes en Europa, con los que lograron éxitos suficientes para establecer un equilibrio entre sus civilizaciones y el medio ambiente en el cual se desarrollaron.

Viesca resaltó que la medicina prehispánica debe ser reconocida como la suma de las aportaciones de las culturas que con anterioridad vivieron en estas mismas tierras, que reúnen cinco milenios de evolución para el momento en que llegaron los españoles a nuestro país.