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Agua, nuevo paradigma del desperdicio
E

l descuido y la falta de regulación en el uso del agua, agravados por una de las peores sequías que ha sufrido California en muchos años, son causa de que el gobierno del estado haya determinado una reducción de 25 por ciento en su consumo para usos residenciales e impuesto multas a quienes excedan los límites.

Hace 10 años, las biólogas Julia Carabias y Rolsalva Landa publicaron un extenso estudio que llamaba la atención sobre la poca importancia que se prestaba a la conservación del agua. Advertían sobre la necesidad de una mayor racionalidad en el uso de un recurso tan esencial. Una de sus conclusiones era la necesidad de convertir la política hídrica en una política de Estado. Si bien su estudio estaba basado fundamentalmente en los problemas del agua en nuestro país, algunas de sus conclusiones tienen un contexto mucho más amplio. Desafortunadamente, no se ha prestado la atención que merece ese estudio. Continúa dándose por sentado que el líquido es un recurso ilimitado y que, por ende, debe ser regalado. La desatención a las observaciones de Carabias y Landa, algunas de ellas expresadas y acogidas en diversos foros de Naciones Unidas, es una de las causas de que el estado de California sufra hoy una profunda crisis por la falta del recurso.

En un programa reciente del Sistema Público de Radio, el profesor Robert Glennon, especialista en cuestiones ambientales, puso de relieve algunas de las conclusiones del libro Shopping for water, del cual es coautor. Una de las más sorprendentes es que el agua es prácticamente gratis, al menos para los consumidores de California, quienes lo que pagan solamente cubre los costos de almacenar, potabilizar y transportar el líquido. Tomando en consideración que 80 por ciento del consumo de agua es para usos agrícolas, su bajo precio tiene otras consecuencias inesperadas. Por ejemplo, los productores de alfalfa reciben un subsidio por el bajo costo del agua utilizada para cultivarla. Pero buena parte de la sobreproducción de alfalfa de California se exporta a China para alimentar al ganado productor de leche. A final de cuentas, el subsidio hídrico de California se traslada indirectamente a la industria lechera de China. Si los agricultores decidieran disminuir la sobreproducción de alfalfa, limitando de esa forma su consumo de agua, perderían el derecho a recibir el volumen que no utilizaron. Atendiendo a esa situación, una de las propuestas de Glennon es la creación de un banco de compensación en el que quienes tengan acceso al recurso para cultivos, que relativamente tengan un precio bajo, la puedan negociar con otros sectores donde los rendimientos por el uso de agua son mayores.

Tal vez una de las cuestiones más lamentables de la sequía y escasez hídrica es que han desaparecido aproximadamente 17 mil trabajos temporales en los que normalmente laboraban jornaleros procedentes de nuestro país. Son algunos de los más directamente afectados por el irracional uso del agua, como el que se mal emplea en el riego de campos de golf y extensos jardines de megamansiones.