Opinión
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Isocronías

Por una lengua que alumbre

I

ndica en su Arte poética el hace una semana fallecido Ramón Méndez, fundador del movimiento infrarrealista: Hace falta, pensé, cuando era joven,/ una poesía de claridad, que alumbre,/ hecha con un verso sonoro, poderoso, rotundo./ Una palabra guía, creada por el amor y criada a besos.// Una claridad, se precisa./ Un estado de gracia./ Una palabra franca...// Y trabajé muy duro./ Me desvelé, lloré, alcé plegarias./ A veces tuve atisbos de un jardín encantado.../ Otras, he pasado eternidades en las mazmorras,/ en las cuevas, salvándome del viento.

Me he pasado la vida, confía, “espoleando mi corazón por el desierto,/ por las montañas, a la caza de estrellas…// Y es lo que pienso aún. Que se precisa… una lengua franca que alumbre…”

En un artículo titulado Rebeldes con causa, dedicado a los adelantados del camino sin vuelta Mario Santiago, Roberto Bolaño y Cuauhtémoc Méndez, cuenta que el chileno propuso el nombre para nuestra irrupción en el acartonado mundo hispanoamericano de las letras. Específicamente se refiere a la voz de augur de Roberto, mas se dijera que en general sugiere: la profecía gana terreno en la geografía de la práctica.

Sabido es que la revuelta comenzó en un taller de la Casa del Lago (finales del ’73, principios del ’74), que culminó con la renuncia del coordinador y, dos meses después, tras editar Zarazo 0 (con material de beatniks, Hora Zero e insubordinados del taller), la marginación del grupo.

Bolaño, sigo a RM, los comparó con hoyos negros, “agujeros tragadores de luz [alguno acá podrá recordará la tozuda intervención de algunos infras en lectura de Octavio Paz y David Huerta –Librería Universitaria–, cuando osaron interrumpir varias veces al luego premio Nobel con algunas interjecciones y sobre todo repitiendo la palabra ‘luz’, en particular si ésta hacía su aparición en el poema leído; aquello no pasó de mínimo escándalo casero, pero a lo que se ve, cola traía]. En nuestro caso, poetas ocultados por las instancias culturales oficialistas y sus voceros.”

Sin embargo, RM declara al final de otro texto, Alma Grande: “No estoy para la profecía. Que otros asuman el cargo./ Estoy para contar lo que vi, con el alma/ que no me cabe en el cuerpo…/ Uno a uno, seres humanos, me dieron/ vida y voz, obra y palabra.”

Gracias, Raúl Silva, por la información.