Opinión
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Cuernavaca en el contexto electoral
L

os procesos electorales en México se están calentando y las campañas de partidos y candidatos no siempre son tan civilizadas como quisiéramos. En algunos lugares, incluso en el avanzado Distrito Federal, se está haciendo uso de la violencia contra candidatos y sus colaboradores con el fin de obstaculizar su derecho a dar a conocer su ideario y sus propuestas. Bertha Luján, candidata de Morena a la delegación Coyoacán, ha sido víctima de estos reprobables actos.

En el estado de Morelos las cosas no son muy diferentes y en Guerrero, donde la violencia social y política es mayúscula, sólo comparable con la de Michoacán, Oaxaca y Tamaulipas, ya no sabemos si competir por la gubernatura es una necedad o un acto de auténtica valentía. Tal vez Pablo Sandoval (también de Morena), por el que votaría de vivir allá, sea del gran temple que tuvo su padre y tienen sus hermanos. Porque si llegara a triunfar sería como ganarse en la rifa un tigre hambriento y enojado, pero aun así lo haría bien como gobernador.

En Cuernavaca compiten para la presidencia municipal cinco candidatos, uno por un partido local y que si bien es popular como futbolista, en política es bisoño. Me refiero a Cuauhtémoc Blanco. Otro, que habiendo apoyado al PRI-PVEM-Panal en 2012, ahora es candidato de Morena: ha aspirado a todos los cargos posibles desde todos los partidos, como si estuviera inconforme como concesionario de Nissan en Morelos, y nunca gana. Se trata de Raúl Iragorri. ¿Por qué Morena lo escogió para competir por la alcaldía de la capital? Es para mí un misterio.

Un tercer protagonista es mujer, hija de una aspirante también priísta a gobernar el estado hace algunos años, y quien fuera colaboradora del impresentable candidato a gobernador por el PRI en 2012. Una vez más los tricolores han hecho alianza con la franquicia electoral conocida como PVEM y con el partido heredado por Elba Esther Gordillo, el Panal. Se trata de Maricela Velázquez, una jovencita de poca experiencia (que no es lo más grave), lamentablemente apoyada por las fuerzas más turbias de la ciudad y causantes de los mayores actos de corrupción que se conocen en Morelos. El candidato del PAN, Luis Miguel Ramírez, también dipu­tado y abogado como Maricela, inició su campaña de manera muy original: cambió una luminaria de una calle y dijo que así comenzaba su propuesta: con acciones como esa para hacer que Cuernavaca brille (no es chiste).

El candidato del PRD, partido que he criticado con frecuencia desde que los chuchos lo dirigen, es Jorge Messeguer. Su actividad política viene desde el Frente Democrático Nacional encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, ha sido diputado local, dos veces presidente estatal de su partido y secretario de Gobierno del actual Ejecutivo estatal. Desde hace más de 10 años he mantenido amistad con él a pesar de ser perredista, pues tiene como característica su tolerancia a la diferencia y su espíritu plural. Lo atacan por haber sido el principal colaborador del gobernador Graco Ramírez, pero a muchos se les olvida que éste fue candidato con el apoyo de López Obrador a pesar de las diferencias que hay entre ellos. No faltan los que dicen que ganó gracias a Andrés Manuel, pero pasan por alto que en Morelos Graco obtuvo más votos que AMLO (pocos, pero más, a diferencia de lo ocurrido en Tabasco).

Mi inclinación por Messeguer no es sólo por nuestra larga amistad, sino porque conozco su trayectoria político-administrativa y su enorme talento para negociar con tirios y troyanos con objetividad. Conoce de primera mano lo que ocurre en el estado y en su capital; no habla por hablar y ha propuesto muy diversas y viables soluciones para la ciudad que bien ha sintetizado en la expresión Recuperemos Cuernavaca, que es, por cierto, el mismo anhelo de Bertha Luján para Coyoacán, pese a ser de diferentes partidos. Y, la verdad, tanto esa delegación del DF como Cuernavaca necesitan urgentemente ser recuperadas para la sociedad, como casi todo el país.

La capital de Morelos ha sido por décadas botín de fraccionadores y de otros empresarios inescrupulosos y frecuentemente fuera de la ley. La corrupción también se percibe sin necesidad de tener que comprobarla, simplemente por el otorgamiento de licencias para antros y por los cambios en el uso del suelo en zonas habitacionales. En 15 años de vivir en Cuernavaca he podido ver el aumento de antros ruidosos y masivos incluso junto a una conocida funeraria: los alcaldes panistas y priístas los han permitido (si no auspiciado) a pesar del caos que provocan y del deterioro que implican en las relaciones comunitarias. Una nota periodística señala que en Cuernavaca hay más de 300 bares y cantinas irregulares, que permiten el ingreso de menores de edad, que venden bebidas adulteradas y probablemente sustancias ilegales. ¿Por qué operan con absoluta impunidad? Porque, según la asociación de discotecas, bares y centros de espectáculos, hay corrupción entre funcionarios de la actual alcaldía (del PRI). Muchos de los restauranteros se han visto obligados a cerrar porque algunos vivales, con ilegal arbitrariedad, les cobran derecho de piso y protección si quieren trabajar sin problemas. Esto debe ser detenido y modificado, y no es el único problema que padecemos los habitantes de esta privilegiada ciudad que en buena medida vive del turismo y todo lo que éste implica.

No estoy afiliado a partido alguno, pero sí me he manifestado a favor de ciertos candidatos: lo hice por Rosario Ibarra de Piedra en 1982 para la Presidencia de México, dos veces por López Obrador para el mismo cargo (2006 y 2012), y lo hago ahora por Jorge Messeguer pues, a diferencia de sus competidores, percibo en él una buena dosis de realismo y meditada reflexión en sus planteamientos. Vivo en Cuernavaca y quiero para esta ciudad soluciones y mejoras más allá de los intereses partidarios y de las promesas de campaña que con frecuencia se olvidan cuando los candidatos ya están en el poder. Pienso que Jorge no nos defraudará.

rodriguezaraujo.unam.mx