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El Premio Princesa de Asturias, a la curiosidad
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n 2015 el tradicional Premio Príncipe de Asturias, que se otorgaba cada año en Oviedo a los más destacados creadores en las ciencias, las humanidades, las artes y el deporte, cambió su nombre por el de Princesa de Asturias. Como se recordará, hace casi un año, el 19 de junio de 2014, Felipe de Borbón asumió el trono de España y se convirtió en Felipe VI, luego de la abdicación de Juan Carlos I. Por eso ahora, es la hija mayor de los actuales monarcas (Felipe y Letizia), doña Leonor de Borbón y Ortiz, quien a sus 10 años de edad encabeza el principado que dejó vacante su padre. El premio es muy apreciado en el mundo entero y es considerado por algunos como el Nobel de Hispanoamérica.

El Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica –que se entregará el próximo otoño– correspondió este año a dos mujeres excepcionales: Emmanuelle Charpentier, investigadora del Helmholtz Centre for Infection Research de Suecia, y Jennifer Doudna, de la Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos. El reconocimiento se les otorga, de acuerdo con el jurado, por sus investigaciones que han conducido al desarrollo de una tecnología (denominada CRISPR-Cas), que permite modificar genes con gran precisión y sencillez en todo tipo de células posibilitando cambios que suponen una verdadera edición del genoma (www.fpa.es).

Antes de asomarnos a algunos de los efectos de sus aportaciones, es muy importante subrayar las primeras declaraciones de las dos científicas al enterarse de que habían sido elegidas por el jurado. Emmanuelle Charpentier señaló: “La curiosidad, la búsqueda del conocimiento y la necesidad de comprender, siempre han sido una motivación fuerte en mi vida… Espero que este Premio que reconoce la ciencia fundamental, detrás del descubrimiento de la tecnología de edición del genoma CRISPR-Cas9 transformable, ofrezca un mensaje positivo a las organizaciones de financiación para apoyar la ciencia básica y a las jóvenes generaciones para motivarles a seguir el camino de una carrera académica”.

Por su parte, Jennifer Doudna dijo: Espero que este reconocimiento a la ciencia y la tecnología inspire a los jóvenes científicos para que continúen investigando con espíritu de aventura, porque los avances fundamentales a menudo son consecuencia de una investigación motivada por la curiosidad.

Estas declaraciones encierran conceptos realmente importantes. Las dos investigadoras trabajan en áreas de la investigación básica, es decir, la que está orientada a la creación de conocimiento sin importar que tenga una aplicación inmediata. Por eso Charpentier hace un llamado a respaldarla. Pero además, y eso es lo que me interesa resaltar aquí, es que hacen un llamado a las nuevas generaciones de científicos a emprender una ciencia motivada por la curiosidad.

Digo lo anterior, porque la tecnología y las consecuencias derivadas del conocimiento de los mecanismos de defensa de las bacterias ante las infecciones virales, tema en el que trabajan las galardonadas, son algo hasta cierto punto inesperado. Como dice Doudna, es el resultado de la curiosidad y de un espíritu de aventura.

Ahora se reconoce ampliamente a la técnica de CRISPR-Cas9 como una auténtica revolución tecnológica en la biología, pero hay que recordar que es el resultado de conocer con gran precisión los sistemas de defensa bacteriana. Siguiendo ese modelo, es posible diseñar moléculas de ácido ribonucleico ARN que sirven como guía a una enzima llamada Cas9 que permite modificar genes (encendiéndolos, apagándolos, corrigiéndolos).

Es un claro ejemplo de cómo los resultados de investigaciones que surgen de la curiosidad adquieren otras dimensiones, pues en la actualidad encuentra aplicaciones en una gran diversidad de sistemas biológicos y se convierte en una esperanza bien fundada para el tratamiento de enfermedades genéticas. Pero además, en otras áreas como en agricultura y la ganadería.

Desde luego, algunas de sus aplicaciones potenciales han despertado la preocupación en algunos sectores basados en razonamientos éticos, como en el caso de la posible modificación genética de células germinales o de embriones humanos, así como en los efectos potenciales sobre el medio ambiente en el caso de la agricultura, aspectos que es importante examinar sin prejuicios, y en su caso determinar regulaciones sin que ello implique detenerlos. Su origen es la curiosidad, un aspecto de la naturaleza humana en el que se apoya nuestra evolución… y que los enemigos del avance del conocimiento no podrán detener, a menos que pretendan lobotomizar a la especie humana.