Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 14 de junio de 2015 Num: 1058

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La caravana
Eduardo Thomas

La organización de
artistas e intelectuales:
¿tiempos coincidentes?

Sergio Gómez Montero

Ficción y realidad
de los personajes

Vilma Fuentes

Voltaire y el humor
de Zadig

Ricardo Guzmán Wolffer

Ramón López Velarde:
papeles inéditos

Marco Antonio Campos

Inauguración del
Museo del Estado

J.G. Zuno

La Música de la escritura
Ricardo Venegas

Columnas:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal

 
 
J.G. Zuno

Saturnino Herrán, La criolla del mantón (fragmento)
El ahora llamado Museo Regional es la instalación más importante
de su tipo en el ámbito jalisciense

¿Por qué en Guadalajara no había podido establecerse hasta ahora un Museo, si como sabemos, los estados de Querétaro, Puebla, Yucatán, Coahuila, Michoacán, cuentan en sus metrópolis con Museos de Arte o de Historia, estando en condiciones menos favorables en todos conceptos, que el estado de Jalisco?

En Guadalajara existen desde hace mucho tiempo, escuelas de primer orden, elementales, superiores, industriales y profesionales; a ellas vienen jóvenes de los estados vecinos; las escuelas normales dan un contingente docente numeroso que va a prestar sus servicios a muchos lugares de la República.

Los artistas jaliscienses, pintores, músicos, etc., aparte de que forman mayoría en los centros de la Metrópoli, han sido siempre los de mayores cualidades y sobresalen, proporcionalmente, de los otros artistas nacionales.

Los movimientos modernos, en cuestiones de pintura, movimientos esencialmente revolucionarios, tan avanzados como los europeos, se deben a hombres de nuestro estado: Dr. Atl, Roberto Montenegro, Jorge Enciso, Francisco de la Torre, José Clemente Orozco, etcétera.

No es pues por deficiencias del medio ambiente por lo que no se había logrado establecer un Museo. Debemos buscar otras causas, y nos bastará con hacer algunos recuerdos para ilustrarnos.

Los templos y conventos del Estado, verdaderos museos aislados, dieron un contingente de primer orden para las galerías de San Carlos, en México, para el Museo de Historia Nacional, y aún quedaron en la ciudad muchas obras de arte, algunas de las cuales han podido salvarse. Hasta la época de la guerra de Reforma, los pintores tenían suficiente trabajo con los encargados de las órdenes religiosas, y a decorar iglesias y conventos se dedicaron.

En esa época, aunque no de carácter público, sí contaba Guadalajara con muchas colecciones de obras de arte, que, como antes dijimos, estaban repartidas, formando verdaderos pequeños museos en los monasterios.

Cuando el Gobierno Liberal recogió los bienes del clero, muchos Estados se aprovecharon del momento y formaron bibliotecas y museos con los despojos de las intervenciones. Nosotros, en Guadalajara, sólo conservamos la Biblioteca Pública, que tiene ese origen.

La decadencia de la pintura nacional empieza con la instauración del Gobierno Liberal, porque siendo las órdenes religiosas las sostenedoras de este arte que fue siempre su gran auxiliar en el culto católico, con su ruina debía venir emparejada la de la pintura.

Por esta razón, y porque es muy difícil que nuestra ciudad sostenga un grupo de pintores dedicados sólo a ese arte, todos o casi todos nuestros pintores iban a la Capital, muchos a países extranjeros, y nuestro medio artístico se fue debilitando, sobre todo después de que las obras del teatro Degollado terminaron, pues en ellas se dio empleo a buenos pintores; pero pueden marcarse como las últimas obras públicas en que la pintura haya tenido qué ver.

La iniciativa privada intentó muchas veces la formación de un Museo: José Vizcarra y algunos otros entusiastas, allá por 1900, lo pretendieron; pero los rigores de la disciplina oficial, el encadenamiento de los trámites rutinarios de las oficinas, el ir y venir por las antesalas, mal cuadra con el carácter independiente y levantisco de los artistas, que pronto encuentran en dichas circunstancias un obstáculo de orden moral infranqueable, que los obliga a retirarse y a dejar el campo.

El establecimiento del actual Museo se debe indirectamente a la revolución. El estado anormal del país, al estallar el movimiento y durante su largo proceso, no concluido aún, hizo que los elementos que antes emigraban, todos jóvenes, de entusiasmos vigorosos y de gran decisión, permanecieran en la ciudad y no fueran a enriquecer el medio cortesano de la metrópoli.

Además, una corriente de comunicación franca entre dichos elementos con los otros estados, algunos de los cuales nos visitaron temporalmente por haberse adherido militarmente a la revolución, en el elemento idealista, han contribuido a formar una educación libre y fuerte, sin carácter oficial, desinteresada y de amplios criterios artísticos.

Es entonces cuando la necesidad de un centro donde estuvieran representadas las frases históricas del arte se dejó sentir más fuertemente, y, en nombre del Centro Bohemio, nos fue encargada una representación ante el Ministerio de Instrucción Pública, entonces a cargo del Ing. Palavicini, al establecerse en México el Gobierno Revolucionario.

Nuestras pretensiones fueron escuchadas favorablemente y nos vimos apoyados en ellas por algunos coterráneos de valer político. Pero los acontecimientos interrumpieron los trabajos, y la idea quedó sin realizarse de nuevo.

Algunos compañeros cuya fe y constancia los hizo no perder oportunidades para lograr el establecimiento del Museo, entre los cuales debe mencionarse como principal a Ixca, encargado actual del establecimiento, siguieron tenaces en su propósito, y por fin han visto coronados por el éxito sus esfuerzos.

Una circunstancia providencial vino a concluir satisfactoriamente el asunto: el señor ingeniero don Manuel López Linares, hermano del Secretario de Gobierno, tomó a su cargo la comisión de tramitar en la Capital la entrega de las donaciones hechas por la Universidad Nacional.

El ingeniero López Linares dedicó todo su entusiasmo en el cumplimiento de su cometido, y a él es a quien se debe el traslado de las donaciones de que hablamos, que forman la mayor parte de las existencias del Museo.

Ixca, nombrado desde hace algunos años Inspector de Monumentos Artísticos del Estado, ha reconcentrado cuanto había digno de figurar en el establecimiento, agregando muchas obras de su propiedad particular, y no omitiendo ningún detalle para obtener el mejor resultado.

Han quedado terminadas ya dos salas, una de las cuales se tituló “Miguel Ángel”, y a la otra sala “Valdés Castro”.

Ojalá que, como acontece en todos los países civilizados, los particulares se interesen directamente por el mejoramiento del Museo, y hagan donaciones con las que harán de él un centro ideal de educación.

*11 de noviembre de 1918