Opinión
Ver día anteriorJueves 18 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Luis Videgaray, nostálgico

De la barbarie al progreso

México exporta… felicidad

A

maneció nostálgico, y ante los pomposos banqueros el ministro del (d) daño recordó cuando en 1987 “yo, regresando de la universidad, tenía que ir –eso me encargaba mi mamá– que fuera (sic) a hacer una fila en una tienda que estaba a un par de cuadras de mi casa para tratar de comprar un litro de leche, porque había un problema de abasto de productos básicos, elementales” (recontra sic).

Pero su añoranza no sólo fue útil para rememorar a sus seres queridos y la escasez de productos básicos (en realidad ausencia de recursos monetarios de los consumidores, como ahora), sino para marcar una línea imaginaria entre aquel país primitivo de 1987 y el actual México moderno, pujante y, sobre todo, justo, producto, obvio es, de las innumerables reformas llevadas a cabo desde entonces, pero especialmente en lo que queda del presente gobierno, que proyectan a México hacia una nueva realidad, hacia una mejor perspectiva de crecimiento, de creación de empleos y de desarrollo (de inmediato aplaudieron a rabiar los casi 30 millones de sobrevivientes en el sector informal de la economía).

Invitó a la audiencia –de jóvenes, fundamentalmente– a pensar cuánto ha cambiado en México, y se puso como ejemplo, otra vez: yo entré a la universidad, por cierto, a la UNAM, a la Facultad de Derecho, en 1987, (¡horror!: no mencionó su paso por el ITAM), es decir hace 28 años, casi 28 años, el México que teníamos aquel entonces era un México muy diferente al México que hoy tenemos el privilegio de ser parte (así es: el 10 por ciento de la población más rica concentra más de 40 por ciento del ingreso y los empresarios marca Forbes el 15 por ciento del PIB).

¿Y por qué México ha cambiado tanto? Videgaray lo explicó así: “déjenme darles algunos datos que dejan (sic por tercera ocasión) testimonio de lo mucho que se ha logrado y lo mucho que ha avanzado México en estos 28 años. Además de que cuando yo hice mi primer trabajo en la universidad, lo hice en una máquina de escribir, no había laptops, mucho menos tablets, teléfonos inteligentes pero hay otras cosas que también han cambiado”, y de allí pasó a su mamá, a la leche y a presumir que la generación que transformó a México en esos 30 años, creo que cumplió con su trabajo, cumplió con su compromiso por México. Y fueron muchos mexicanos los que participaron con talento, con innovación, con creatividad, en atreverse a cambiar a México (como los empresarios Forbes). En síntesis, México ha cambiado, porque hora sí hay laptops, tablets y teléfonos inteligentes (70 por ciento de ellos bajo la tutela de una sola empresa).

El laureado ministro pronunció su histórico discurso durante la entrega del Premio Santander a la Innovación Empresarial, a lo largo del cual resaltó las bondades de registrar una inflación reducida, y no como 28 años atrás cuando los precios se modificaban al alza en cuestión de horas. Y al joven auditorio que lo escuchaba le reclamó que es probable que ustedes como una nueva generación, ni siquiera realmente se ponen a reflexionar, porque no lo tienen que hacer afortunadamente, en el tema de la inflación. Así es: una de las mejores apuestas que puede hacer el gobierno de la República es apostar por los jóvenes, jugársela por los jóvenes (ahora la ovación corrió a cargo de los 7.5 millones de ninis existentes en este México moderno, pujante y, sobre todo, justo).

Eso sí, hay jaloneos, porque “todo cambio es un proceso complejo que enfrenta resistencias, que genera incertidumbre, pero México hoy está decidido a cambiar y hoy México se está transformando.Y vemos en los resultados, primeros resultados muy alentadores de la aplicación de las reformas, que vamos por la dirección correcta. Ha bajado el precio de la luz (tras dos décadas al alza), ya no sube el precio de la gasolina (ídem), están reduciéndose los costos de los servicios de telecomunicaciones, el acceso a Internet, a la telefonía móvil (ya que las empresas saquearon a los consumidores), al tiempo que mejoran la calidad de estos servicios por tan sólo poner algunos ejemplos” (la mayoría de ellos acaparados por un solo corporativo).

Y nada lo detuvo: México continúa por un camino de transformación, de cambio, con el único propósito de que estas reformas se traduzcan en beneficios para la gente, a través de más crecimiento, de mejores empleos y de empleos mejor remunerados. Pero para que este objetivo se logre, es fundamental apostar por la innovación, por emprendedurismo (un sic más) y por nuestra capacidad de atrevernos a cambiar la realidad económica del país, realidad ésta que ha hundido la tasa anual promedio de crecimiento de 6 a 2 por ciento, si bien va.

En efecto, sobran ejemplos de que hay mexicanos que se resisten al cambio: 63 millones de pobres, los tercos asalariados que han visto cómo se pulveriza su poder adquisitivo (casi 80 por ciento desde 1987, de tal suerte que ahora, como en aquel año, tampoco pueden comprar leche, formados o no) y siguen vivos, los aferrados que por sus pistolas sobreviven en el sector informal, los que aceptan empleos cada vez más precarios, los que, por resistirse al cambio, emigran del país para buscar la vida en otras partes menos pujantes y justas, las micro y pequeñas empresas que mueren como pajaritos en invierno y muchos más negadores de la transformación nacional. En síntesis, de un país devastado y primitivo (que crecía 1.8 por ciento en 1987) pasamos al México de hoy, moderno, pujante y, sobre todo, justo (que hoy crece 2.5 por ciento, si bien va y con reformas).

Pero más allá de lo difícil que resulta imaginar al soberbio ministro en la fila de la leche dándose baño de pueblo por instrucciones maternas, lo mejor del caso es que el México corporativo ha cambiado tanto, que el choro mareador de Videgaray es digno ejemplo del acartonado discurso oficial de 1987, es decir, triunfalista, autocomplaciente, color de rosa, acomodaticio y, sobre todo, falso.

Las rebanadas del pastel

El inquilino de Los Pinos informó, urbi et orbi, que México exporta… felicidad: esta inversión viene a consolidar esta posición global, esta fortaleza de nuestro país, y también permitirá con la exportación de la cerveza a otras partes del mundo, lograr lo que genera la cerveza en muchos: felicidad para muchos ciudadanos del mundo (etílico mensaje de EPN con motivo de la ampliación de una planta de la empresa cervecera Constellation Brands, en Coahuila)… ¡Salud y bienestar!

Twitter: @cafevega