Sociedad y Justicia
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Creía que iría al infierno porque no me aceptaba
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de junio de 2015, p. 29

Gloria Silva es lesbiana, cristiana y obispa. Muchos años buscó una iglesia donde pudiera dar cauce a su fe sin ser rechazada por sus preferencias sexuales, pero no la encontró. Creía que iría al infierno porque ni yo misma me aceptaba como homosexual, afirma. Ahora dirige la sección mexicana de Nuevo Templo Iglesia Incluyente, un grupo de creyentes que surgió en Brasil y que no discrimina a las personas por su orientación sexual.

Predicamos el amor incluyente de Dios. Ni la Biblia ni Dios hacen discriminación. Nosotros estudiamos el texto en hebreo y ahí no hay nada de eso, aasegura.

Hace unos 15 años empezaron a crearse en nuestro país las congregaciones religiosas incluyentes y desde entonces son rechazadas por las tradicionales. Nos dicen que vivimos en herejía, que destruimos el Evangelio, pero la verdad es que hay muchos cristianos gay que son excluidos de sus iglesias y rechazados por sus comunidades, por no hablar de católicos. En sitios como el nuestro son aceptados y pueden llevar una vida completa, puntuliza la obispa de 43 años de edad.

Un respiro

La pastora Liliana Huerta, de la Misión Cristiana Incluyente, señala que congregaciones como la suya les quitan un dolor de cabeza a las iglesias tradicionales. Allá no saben cómo tratar a los gays, los discriminan, los tratan de hacer cambiar y acaban destrozándoles la vida. Somos un respiro para ellas.

Dejó su iglesia anterior porque cuando quiso involucrarse más en la vida religiosa, su pastor le dijo que ella, por ser homosexual, no era digna ni de lavar los pisos del templo. Cree que entre los religiosos tradicionales muchos deben saber que Dios no hace distinciones. Pero no pueden pararse en el púlpito y decirlo; se necesitan muchas agallas para eso y perder todo lo que les dan sus congregaciones, como sueldos y reputación.

Gloria, por su parte, recuerda que fue leyendo a Jean-Paul Sartre cuando comenzó su camino para aceptar su orientación sexual: En uno de sus libros dice que un gay que no se acepta, actúa de mala fe consigo mismo. Antes había tenido una relación con una mujer, quien la dejó porque creía que vivía en pecado, asegura.

Sus grupos son pequeños en comparación con las otras agrupaciones evangélicas que hay en el país. Al de Gloria Silva asiste una veintena de personas, y al de Liliana Huerta alrededor de 60. Ambas coinciden en que crecer en número de iglesias y feligreses será un proceso que llevará tiempo.

En estas iglesias todo es igual a las demás. Hay estudios bíblicos, los creyentes dejan el contacto sexual para las relaciones de largo plazo, etcétera.

La mayoría de los que han llegado a los grupos son jóvenes que han sido rechazadas por sus congregaciones.