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Están expuestos a bandas de tratantes

Veracruz ha alojado este año al menos a 150 niños migrantes
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 6 de julio de 2015, p. 37

Veracruz, Ver.

Yoselin tiene seis meses y va colgada, sudorosa, en un rebozo atado al pecho de su padre, un joven delgado y muy alto de rastas que brillan bajo el ardiente sol porteño, a más de 38 grados centígrados.

Aun así, nena y padre sonríen, mientras él pide con acento caribeño una moneda para un taquito en un crucero de la zona turística Veracruz-Boca del Río.

A lo lejos, la madre de Yoselin, joven de rasgos indígenas con mochila a la espalda, hace lo propio y esquiva los vehículos. La pareja no quiere dar nombres ni procedencia. De la pequeña sí, porque ella es un ángel que no sabe nada de este mundo, dice el papá sonriente.

En la delegación local del Instituto Nacional de Migración (INM) saben de ellos: Son de Belice. Él se quiere quedar en Veracruz porque le gustó. Ella no está convencida. Sueña con Estados Unidos. Pero él ya está en tratos con el instituto, igual se quedan, dijo una agente que rehusó dar detalles por seguridad.

Enchiladas y el mar

En este año la Casa Hogar, la Aldea para Niñas y el Centro Asistencial para Varones, que alojan a adolescentes hasta de 17 años y pertenecen al sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), han recibido 190 niños, 150 de ellos migrantes, dio a conocer Ibis Domínguez Maldonado, procurador de la Defensa del Menor, la Familia y el Indígena.

Las historias de los pequeños se emparentan por la pobreza o la violencia, y la mayoría se inician con la búsqueda de la familia. Entre estas historias, conocidas a retazos por quienes reciben a los menores, hay anécdotas como la de Makita, de 16 años y con embarazo avanzado, cuyo único deseo antes de que ser deportada a Honduras era comer enchiladas; o la de Tony, quien pidió a las autoridades del albergue, donde sólo estuvo tres noches, que antes de que lo deportaran a El Salvador lo llevaran a conocer el mar.

Melissa Thomas Armida, coordinadora de Centros Asistenciales del DIF municipal, explicó: La población migrante es variada y fluctuante. No podemos llevar un registro completo de vida, pero al llegar a nuestros centros procuramos custodia y guarda integrales. Primero la revisión médica, que estén bien en lo que cabe. Que se alimenten. Que descansen. Y después, y sin importar el tiempo que estén, que conozcan la disciplina, el amor, las reglas, los límites. Muchos niños no saben nada de eso porque simplemente no conocen a sus padres.

Muchos niños de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragüa y últimamente también de Belice, cruzan a México por la frontera sur, casi siempre para buscar a sus padres. La mayoría vienen sólo con lo que visten, a merced de traficantes y otros delincuentes.

Otros vienen enganchados a trata y explotación, operaciones que el INM y otras instituciones son reacias a revelar. Sólo en el último trimestre de 2014 y el primero de 2015 se detectó a seis adultos que traficaban con niñas de Guatemala, de entre 10 y 16 años de edad, que presuntamente fueron vendidas por sus propios familiares, de acuerdo con una fuente que solicitó anonimato.

Un especialista del INM explicó que por ley el organismo no revela la información que recaba, al menos no en instalaciones federales, estaciones migratorias y delegaciones federales. Sin embargo, comentó que en casi 10 años de trabajo reunió 5 mil entrevistas con menores migrantes que pasaron por Veracruz. Sin ser sicólogo sé cuando un niño viaja buscando a su familia o viene enganchado en la trata.

Los cónsules de El Salvador, Nicaragüa y Guatemala en Veracruz se niegan sistemáticamente a dar entrevistas, menos sobre migrantes. Exigen que sus compatriotas no sean expuestos a los medios.