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Economía Moral

Múltiples tendencias anuncian que el capitalismo ha llegado a su fin/ XVI

Límites objetivos del capitalismo y dos maneras de entender su fin

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l mundo actual, casi totalmente inmerso en el capitalismo neoliberal globalizado, vive desde 2008 la crisis más grave, y más mundial, de su historia, que está acompañada de otras graves manifestaciones de las contradicciones capitalistas. Una tesis de esta serie de entregas es que el capitalismo ha llegado a sus límites objetivos, lo que se aprecia en las tendencias múltiples que este ensayo analiza. Tomo el término límite objetivo de lo señalado verbalmente por Jorge Veraza en la Escuela de Cuadros Rosa Luxemburgo de la Nueva Central de Trabajadores el 26 de junio pasado. Veraza reaccionó a una exposición mía del tema de esta serie y circunscribió la expresión límite objetivo a la automatización total, apoyándose en un pasaje de los Grundrisse (pp. 227-230 del vol. II de Elementos Fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), Siglo XXI, 1972) que analicé en mi escrito Crisis capitalista, fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado e ingreso ciudadano universal, en Luis Arizmendi (coord.), Crisis global y encrucijadas civilizatorias, Fundación Heberto Castillo, 2014. Ahí Marx explica el cambio central que la gran industria significa para la producción al aplicar en ella la ciencia y la tecnología, y concluye, a lo que le va muy bien la calificación de Veraza como límite objetivo del capitalismo:

“El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo”. (pp.228-229)

Otro límite objetivo (ya no sólo del capitalismo, sino de la humanidad) es el impuesto por los límites naturales del planeta azul. Las empresas capitalistas y los gobiernos a su servicio, resistirán el fin pronosticado en esta serie, no tanto reformando el capitalismo sino destruyendo y estableciendo regímenes fascistas y militaristas. Como ha dicho Elmar Altvater: “Alternativas convincentes las hay. La continuación del capitalismo tal y como lo conocemos termina en desastre. Un ‘imperio de la barbarie’ nos amenaza si nada nuevo surge para sustituir al capitalismo” (El fin del capitalismo tal y como lo conocemos, El viejo topo, Madrid, 2011, p.38). El cuadro enumera las tendencias que he identificado en esta serie y presenta algunas de sus causas, características y consecuencias.

Hay dos maneras de entender el fin del capitalismo: 1) Como fin del capitalismo tal como lo conocemos o fin formal; y 2) como fin de toda forma de capitalismo (fin real) y su sustitución por un sistema social poscapitalista o por la extinción de la humanidad. El calentamiento global apunta al segundo sentido, pues amenaza no sólo con poner fin al capitalismo, sino llevarnos al fin del mundo tal y como lo conocemos, expresión citada por Altvater (p.18). De la tendencia a la automatización exponencial y generalizada (o fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado), podemos decir que llevará al fin real si no se adopta una medida radical como el Ingreso Ciudadano Universal (ICU); o bien si se adopta el ICU o algo equivalente, llevará a un fin formal, que podríamos caracterizar, siguiendo el pensamiento de R. Heilbroner (La formación de la sociedad económica, FCE, 1964), como un capitalismo sin el látigo del hambre y sin los miedos y humillaciones a que éste da lugar. Éstas son las tendencias duras, que por sí mismas llevan a un fin real o formal del capitalismo. Las tendencias 3 a 5 (creciente desigualdad y pobreza, estancamiento económico y crisis alimentaria) son, en este sentido, tendencias blandas, pues por sí mismas no llevan al fin del capitalismo, pero si a su degradación. Un capitalismo sin crecimiento económico, pierde la esencia misma del capital como dinero que genera más dinero, y aumenta la desigualdad, como lo muestra la regla de Piketty: si el rendimiento del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g), aumenta la desigualdad. Esto, como ha argumentado Stiglitz (The Price of Inequality, Norton, 2012) lleva al crecimiento lento e inestable, a la pauperización moral y a la pérdida de la ilusión que la democracia es compatible con el capitalismo, la 6ª tendencia. Por su parte, la crisis alimentaria manifiesta en el aumento de los precios reales de los alimentos, se traducen en hambre y encarecimiento de la fuerza de trabajo (y por tanto en baja en las tasas de plusvalía y ganancia), lo que retroalimenta la crisis económica. Por último, las tendencias 6 y 7: fin de la ilusión que democracia y capitalismo son compatibles, y disminución creciente del poder de los medios masivos centralizados, cambian el terreno y los medios de lucha. Ya no se trataría, en la lucha política, sólo de alcanzar el poder con las reglas actuales, sino sobre todo, de modificarlas a fondo para hacer más difícil la captura del poder político por el poder económico y avanzar a formas de democracia directa y participativa. Ambas tendencias, vistas conjuntamente, refuerzan las potencialidades de la movilización popular para acelerar el fin formal o real del capitalismo.

El calentamiento global y la crisis alimentaria mundial (tendencias 1 y 5) están unidas al modelo energético fosilista. La energía motora que utilizamos depende entre 80 y 85 por ciento de los combustibles fósiles y sus residuos son la causa principal del calentamiento global (Altvater, op. cit., p. 17). El modelo agrícola vigente, que se puede describir como la sustitución del suelo por derivados de hidrocarburos (fertilizantes químicos) para alimentar a las plantas, además de ser gravemente contaminante de suelos y aguas, está agotado: ya no puede aumentar los rendimientos añadiendo más fertilizante, porque su nivel actual ya es excesivo y las plantas sólo absorben una parte. En ambas tendencias, que se inscriben en la dimensión hombre-naturaleza, se refleja lo que James O’ Connor (Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico, Siglo XXI, 2001, p.196) ha llamado la segunda contradicción del capitalismo (su carácter depredador de la naturaleza, que afecta gravemente la reproducción de la vida). El patrón energético fosilista ha saturado la atmósfera de gases de efecto invernadero y su manifestación en la agricultura ha contaminado gravemente suelos y aguas.

Las tendencias 2 a 4 (fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado, creciente desigualdad y estancamiento económico) se inscriben, en cambio, en las relaciones sociales de producción y distribución. Son parte de la primera contradicción del capital (entre relaciones sociales de producción y fuerzas productivas) y de la contradicción capital-trabajo, están interrelacionadas y son de largo plazo, aunque todas ellas tienen sus manifestaciones de corto y mediano plazo, que no siempre son evidentes, como examinaré en la próxima entrega.

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