Opinión
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Isocronías

De hace 50 años

I

mposible nombrar aquí a quienes, tántos, agradezco su congratulación por el reconocimiento Juan de Mairena, pero creo que todos ellos lo saben. Para definitivamente despedirme del festejo, que terminó el último fin de semana de junio y más aún el lunes inmediato, cuando debí internarme para ser operado –deudor me considero de todo el personal del Instituto de Nutrición–, compartiré un recuerdo que formaba parte del discurso que no leí y cuya pertinencia acá es menor de lo que allá, en Guadalajara, creo hubiera sido. Va:

“Al Parián pasaba yo todos los días a echarme una chabela* antes de llegar, a las cinco de la tarde, a la Vocacional (iba, y en el camino me quedé, para ingeniería).

“De vuelta, entre las diez y las once de la noche –vivía en San Andrés, aún Villa Mariano Escobedo, Jalisco–, entraba (tenía 17 años) a Los Pinos, una cantina tal vez burdel (de esto no me enteraba) cercana a la Glorieta de La Paz, hoy del Charro, donde pedía un tequila, sólo uno (no había para más), y me ponía a escribir lo que allí pasaba, ocurría. Un diario de cantina. Y nada más.

“Ah, pero fumaba, creo que Faros. Un tepalcate, quizá cerámica, era mi cenicero.

“Se acababa el tequila, que esforzada pero tranquilamente hacía durar, se acababa la escribidera. Ponía detrás de un espejo tepalcate y cuaderno y hasta el siguiente día.

“Rosita, que de modo esporádico, me parece, se volvió amante de mi amigo el Muerto, un día de repente me sacó a bailar, y yo –que hasta los doce años quise ser médico o sacerdote– le pregunté si le gustaba esa vida. Si no…

“Con una frescura que me desconcertó (ya no hablé, nomás seguí bailando), sonriente dijo: –Pues menos los domingos, porque tengo que sacar a mis niñas a pasear toda crudota, con dolor de cabeza. De ahi en más me la paso bien, me divierto, disfruto, bailo…

“Todos ahí me cuidaban. Alguna vez entró la policía con su alharaca y el personal, sin que por lo demás los azules se metieran conmigo, habló por mí –como se ha de decir todavía por acá.

Una buena noche dejé de ir. Ahora estoy imaginando claramente el espejo vertical reclinado contra la pared verde oscuro, y entre ambos, más que descolorido, un cuaderno escolar que fuera añil y, vagamente ceniciento, tirando a blanco, cierto entrañable tepalcate de tres picos.

* Chabela: lo que en ciudad de México se conoce como bola: cerveza servida en copa gruesa, esférica, grande