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La negociación con la troika fue una auténtica trampa

Atenas debe dejar de aplazar y fingir: Yanis Varoufakis

Tienen razón, pero no importa, la postura del Eurogrupo

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La policía reportó varios heridos durante los choques con manifestantes en AtenasFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de julio de 2015, p. 23

Grecia debe dejar de pedir nuevos préstamos y fingir que hemos resuelto el problema cuando no es verdad; cuando nuestra deuda es todavía menos sostenible con nuevas medidas de austeridad que hunden aún más la economía y el peso recae cada vez más sobre los que no tienen nada, con la inevitable crisis humana, afirmó el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, quien encabezó la mayor parte de las negociaciones con sus acreedores de la eurozona.

Varoufakis, quien presentó la renuncia a su cargo un día después del triunfo del no en el referendo sobre las propuestas de los acreedores, celebrado el 5 de julio, ofreció su punto de vista sobre las negociaciones antes de que su país firmara el acuerdo que lo ayudaría a negociar un tercer rescate económico.

En entrevista con el diario español El País, Varoufakis calificó de muy duras las negociaciones en las que él participó. Al estar dentro, se confirmaron mis peores temores. La total falta de escrúpulos democráticos de los supuestos defensores de la democracia europea. Saber que nuestro análisis y el de ellos era el mismo y que, al mismo tiempo, nos miraban de frente y nos decian: tienen razón, pero los vamos a aplastar de todas formas.

Los acreedores se negaban por completo a debatir. Era plantear un argumento que se preparó mucho para asegurar su coherencia lógica y encontrarte con miradas en blanco. Como si no hubieras hablado.

Recordó que durante las primeras negociaciones había varios que simpatizaban con Grecia a nivel personal, a puerta cerrada, sobre todo representantes del Fondo Monetario Internacional, pero no dentro del eurogrupo, y se refirió concretamente al ministro alemán de Finanzas, Wolfang Schäuble, quien mantuvo la misma actitud.

Para Schäuble el programa no se discute, porque el gobierno anterior lo aceptó y no vamos a cambiar por una elección. Con 19 países, siempre hay alguna elección pendiente y, si cada vez cambiáramos las cosas, los contratos entre nosotros no tendrían ningún valor.

A esto, Varoufakis respondió que quizá no habría que celebrar elecciones en los países endeudados, pero nadie habló y el ex ministro interpretó el silencio como que les parecía buena idea, pero difícil de llevar a la práctica. Así que el que no firmara se quedaría fuera.

El Eurogrupo, refirió, estuvo siempre controlado por el ministro de Finanzas de Alemania. Es una orquesta muy afinada, dirigida por él. A veces, la orquesta desafina, pero él se encarga de que vuelva al redil.

Sobre la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, afirmó que nunca tuvo relación directa con ella. Me da la impresión de que ella era muy distinta. Intentaba tranquilizar a (el primer ministro griego, Alexis) Tsipras, mientras yo no oía nada similar ni del jefe del Eurogrupo ni de Schäuble, que eran mucho más tajantes.

De esta manera, llamó al eurogrupo como una camarilla sin existencia legalmente reconocida, sin un tratado que lo sustente, pero con el máximo poder para decidir sobre las vidas de los europeos. No responde ante nadie, no hay actas de las reuniones, y es confidencial. De modo que ningún ciudadano se entera nunca de lo que se discute. A pesar de que son decisiones casi de vida o muerte.

Pese a estas actitudes, el ex funcionario griego se mantuvo firme en las negociaciones, porque, expresó, no tenía alternativa. Nuestro gobierno tenía el encargo de negociar, de crear el espacio y el tiempo para llegar a un acuerdo. No de pelearnos con los acreedores.

La negociación, añadió, fue interminable debido a que la otra parte se negaba a hacer concesiones e insistía en un acuerdo global, es decir, en hablar de todo, lo que equivalía a no querer hablar de nada y no hacía ninguna propuesta.

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Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas, durante la sesión de ayer en el Parlamento griegoFoto Reuters

“Yo le decía a la troika que nos pusiéramos de acuerdo en tres o cuatro reformas importantes e inmediatas para que el (Banco Central Europeo) BCE relajara las restricciones de dinero. Entonces aprobaríamos las reformas en el Parlamento y seguiríamos negociando. Pero ellos querían todo desde el primer momento. Dijeron que si aprobábamos cualquier ley, lo considerarían una acción hostil y filtrarían a la prensa que estábamos haciéndoles perder tiempo. Era una auténtica trampa. Hasta que el FMI, cuando estábamos ya casi sin dinero, presentó unas reformas que eran imposibles de aceptar”, mencionó.

El ex funcionario griego consideró que si consiguiéramos arreglar la situación y tener una salida (del euro) digna, el resultado podría ser otro. Pero dudo de que seamos capaces, porque para gestionar el desplome de una unión monetaria hace falta mucha pericia, y no estoy seguro de que en Grecia la tengamos sin ayuda externa.

Por eso, indicó, mi opinión era que debíamos tener mucho cuidado para no activarla. No quería que se convirtiera en una profecía autocumplida. Pero también pensaba que, en cuanto el Eurogrupo cerrase los bancos, deberíamos impulsar el proceso.

Es decir, ¿había dos opciones, una salida inmediata o imprimir pagarés y hacerse con el control del Banco de Grecia, que quizá podría haber precipitado la salida?, preguntó El País.

Claro, nunca pensé que debíamos abandonar directamente la moneda. Mi postura era que, si cerraban los bancos, que era una medida increíblemente fuerte y agresiva, deberíamos responder en la misma medida, pero sin cruzar el punto de no retorno. Deberíamos emitir nuestros propios pagarés o anunciar la emisión de nuestra propia liquidez en euros, recortar los bonos griegos de 2012 que tenía el BCE o al menos anunciar nuestra intención de hacerlo, y hacernos con el control del Banco de Grecia. Eran mis tres medidas en caso de que el BCE cerrase nuestros bancos, sostuvo.

Advertí a mis colegas de que iba a pasar, para obligarnos a aceptar un acuerdo humillante. Pero, cuando llegó el momento, mi propuesta fue rechazada. Me ordenaron cerrar los bancos de acuerdo con el BCE y el Banco de Grecia y, aunque estaba en contra, lo hice porque acepto las decisiones colectivas.

Entonces, prosiguió, se celebró el referendo, “que nos dio nuevo impulso y nos habría permitido tomar esas medidas, pero esa misma noche el gobierno decidió que el restallante no del pueblo no iba a dinamizar nuestra respuesta, sino que iba a servir para hacer concesiones importantes: nuestro primer ministro se reuniría con los líderes políticos e iba a aceptar que, ocurriera lo que ocurriera, nunca nos mostraríamos agresivos. En definitiva, nos habíamos rendido. Dejamos de negociar”.

A la pregunta de si le sorprendería que dimitiera Tsipras, el ministro de Finanzas respondió: Ya no me sorprende nada; nuestra eurozona es un lugar incómodo para las personas decentes. Tampoco me sorprendería que se quede y acepte un pésimo acuerdo.

Y agregó: Comprendo que se siente obligado con los que nos han apoyado y no quiere que nuestro país se convierta en un Estado fallido. Pero no voy a cambiar mi opinión, la misma desde 2010, de que Grecia debe dejar de aplazar y fingir, debemos dejar de pedir nuevos préstamos y fingir que hemos resuelto el problema, cuando no es verdad; cuando nuestra deuda es todavía menos sostenible con nuevas medidas de austeridad que hunden aún más la economía y el peso recae cada vez más sobre los que no tienen nada, con la inevitable crisis humanitaria. No estoy dispuesto a aceptarlo. Que no cuenten conmigo.