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Denuncian nuevo albergue de Rosa Verduzco en Michoacán

En la impunidad, Mamá Rosa sigue operando, acusa activista

Hubo indignación social, pero hasta ahí quedó todo: Fundación Find

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Imagen de archivo de la casa hogar La Gran Familia, que manejaba Rosa VerduzcoFoto Ignacio Juárez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 19 de julio de 2015, p. 12

Zamora, Mich.

Manuel Antonio Coronado Vázquez lanza un suspiro profundo antes de lo que va a decir: Las violaciones eran en la pieza de los pequeños o en las secciones.

Durante ocho años estuvo internado en el albergue La Gran Familia, fundado y dirigido por Rosa del Carmen Verduzco Verduzco, mejor conocida como Mamá Rosa, cuyo caso sigue en la impunidad luego de un año del operativo donde se rescató a 624 personas, la mayoría niños y adolescentes.

El albergue que operó durante 60 años está en ruinas, pero los traumas ocasionados a los menores permanecen intactos, como en Manuel Antonio, apodado Nariz, por un problema congénito. “Había muchachos que llegaban bien, pero luego se volteaban, se hacían gays, pues, porque los violaban. Los grandes y los que nos cuidaban violaban a los pequeños. Les pagaban a unos y a otros no. Les daban comida u otra cosa, como dulces o pan; muchos aceptaban por necesidad”.

Identifica a los verdugos: “Maiko, Royo, Kiro, Zito, Dinos, Chino, Congli… el peor era Congli, porque a cualquiera le pegaba. Zito era el que violaba a los muchachos; se los llevaba a un refrigerador que estaba atrás, donde había chongos zamoranos, y allí los violaba a cambio de comida. Mamá Rosa sabía que violaban a los niños. Yo digo que hasta ella los mandaba”.

Ella abusaba de niñas

Según testimonios de los menores, también había sexo consentido o abusos entre los propios internos. Peor aún, según Juan Manuel Estrada, director presidente de la Fundación Find, organización no gubernamental dedicada a localizar y rescatar niños robados o desaparecidos, cuenta que denunció a la propia Mamá Rosa por abuso sexual:

“Ella abusaba de niñas. Había explotación sexual entre ellos mismos; era un desfogue que permitía Mamá Rosa, y por evidencias que tenemos y testimonios de la directora del Hospicio Cabañas donde hay niñas que estuvieron en el albergue, nos dicen que eran obligadas por ella a tener encuentros sexuales. Todo eso obra en una averiguación que está sin ser atendida; a pesar de los testimonios, de las pruebas acreditadas en tiempo, modo y lugar, no se ha hecho justicia y ha prevalecido la impunidad total. Mamá Rosa debería estar en la cárcel o en prisión domiciliaria. Es una sicópata que sigue operando”.

Rosa Verduzco Verduzco fue detenida con sus colaboradores Felipe Serrano Gómez, José Enrique Hernández Valdovinos, David Rogelio Álvarez Murillo, Miguel Ibarra Valenzuela, Carlos Félix Durán y María de Lourdes Verduzco Verduzco, por el delito de retención ilegal de menores.

Pero a Mamá Rosa, de 80 años, el gobierno mexicano le permitió vivir en libertad, a pesar de que fue acusada de secuestro, trata de personas y delincuencia organizada. El entonces procurador Jesús Murillo Karam dijo que la edad y estado mental la hacían inimputable, pues presentaba trastornos seniles.

La mayoría de sus colaboradores fueron liberados y sólo Felipe Serrano Gómez El Kiro y José Enrique Hernández Valdovinos El Zito, dos de los violadores identificados por Manuel Antonio, permanecen en el penal de Tepic, Nayarit.

Durante varios años, este luchador social defensor de los derechos de los niños rescató a 120 internos del albergue y comprobó el severo daño sicólogico y físico que tenían, que hoy día no ha sido atendido:

“¿Qué pasa con la PGR? –se pregunta– ¿A quién protegen? ¿Vale más una señora que la integridad y la vida de todos los menores, a quienes arrebató su infancia? Muchos de ellos siguen teniendo problemas sicológicos muy serios de identidad sexual debido a los abusos El común denominador en el albergue era el sexo en todas sus formas y sus variantes de explotación. Todos hacían de todo; era todos contra todos, y nunca se dio terapia sicológica a esos menores; son pocos los que fueron atendidos.”

Estrada interpuso 16 denuncias contra Mamá Rosa, la última hace ocho meses, al descubrir que seguía operando: En ese entonces descubrimos que tenía seis adultos y un bebé viviendo con ella, algo que el DIF de Zamora, Michoacán, sabe y no hace nada, mientras el DIF estatal se concentra únicamente en los 46 niños que tiene en sus instalaciones. Ella empezó de nuevo a operar un albergue; sigue recibiendo menores, sigue operando en su casa. El riesgo es que no se juzgue a nadie. No basta liberar a los jóvenes. ¿Quién va a reparar el daño? Se cumple un año de promesas incumplidas, de impunidad absoluta, de olvido.

Añade: Hay una averiguación que se abrió y tiene todos los elementos para consignarse, pero al día de hoy no se ha consignado. Esta impunidad demuestra una sola cosa: encubrimiento del Estado, de las autoridades. Cuando yo denuncié la apertura de este nuevo albergue se abrió una averiguación penal y hasta el día de hoy no me han llamado a hacer la ratificación correspondiente. La señora Verduzco está usando propiedades que no le pertenecen porque deberían ser para las víctimas. Ninguna de éstas ha recibido una indemnización, nadie ha sido atendido debidamente.

–¿Por qué protegen a Mamá Rosa?

–Hay complicidades, hay secretos. Ella es la guardiana de grandes secretos de la sociedad michoacana y mexicana. Ella repartió menores a diestra y siniestra. Nadie llevó controles de las adopciones ilegales que hacía. ¿Cuántos niños nacieron en ese albergue y se desconoce su destino?, ¿cuántos niños robó? No hay una investigación. Hay un menor de nombre Marcelino que allí adentro fue víctima de tráfico de órganos, y tampoco se ha investigado.

–¿Hay un grupo de intelectuales que la sigue defendiendo?

–Entre sus defensores hay de todo, pero pudiera darse el caso de que alguno de esos defensores recibiera un menor en su momento y por eso la defiende; o alguien que haya entregado a un menor a Mamá Rosa. Recordemos que los menores dicen que eran explotados sexualmente dentro y fuera del albergue. Ella, reconoce en entrevista, ante un hijo de uno de sus defensores, todo lo que hizo y todo lo que permitió y habla con mucha claridad. Entonces, una mujer que se maneja así no puede tener demencia senil.

A 800 metros

El lugar donde supuestamente Mamá Rosa ha vuelto a operar es su domicilio; está ubicado a unos 800 metros donde estaba el albergue clausurado. “Allí tiene a sus hijos, como ella los llama. Al tocar a la puerta abren dos. Uno de ellos, con sobrepeso y con un grado de discapacidad intelectual, llegó caminando desde Morelia. Aparentemente, el joven no tenía donde ir, y los internos no quieren hablar con nadie desconocido; sólo ellos nos confirman que ahí viven. La empleada doméstica, que se ocupa de la limpieza y la cocina de la casa, confirma que viven con Mamá Rosa y que a diario llegan jóvenes de la calle o de escasos recursos al almuerzo. Para ello, Mama Rosa sigue recibiendo el apoyo de amigos y comerciantes locales”, asevera Estrada.

Quienes han visto a Rosa Verduzco dicen que viste como siempre: falda a cuadros roja y azul y polo rojo, y que sale cotidianamente al mercado y hacer pendientes con un chofer que la traslada.

No todas sus víctimas fueron atendidas ni han podido resolver su identidad. El Registro Civil de Zamora tiene inscritos aún a 300 hijos de Mamá Rosa con las actas de nacimiento otorgadas por notarios, en las cuales la mayoría aparece como Verduzco Verduzco. A las madres de los internos –algunas analfabetas– les exigía ceder la guarda y custodia hasta los 18 años. Cientos de actas fueron presentadas como prueba de uno de los presuntos delitos contra Mamá Rosa.

Indignado, Estrada dice: A estos menores se les robó su identidad, su vida, y no se les ha hecho justicia. Hay jóvenes que hasta el día de hoy no tienen sus documentos escolares, sus actas de nacimiento. Hicimos una solicitud de 150 documentos que no se han entregado a los menores. Hay ofrecimientos de Enrique Peña Nieto de apoyarlos, que nunca se cumplieron. Hubo indignación de la sociedad, pero hasta allí quedó todo. ¿Y las víctimas qué?

Añade: “El Estado no tiene por qué perdonar; el que perdona es el juez, y aquí sólo hubo una omisión de la PGR para proteger y encubrir a Mamá Rosa. Hasta la CNDH participa del encubrimiento, porque hasta el día de hoy no hay avances; no hay un compromiso del ombudsman para actuar. ¿Por qué las denuncias no avanzan? ¿Por qué no consignan?”

Las víctimas siguen pidiendo justicia. Angélica María Barrera Hernández, madre de Hugo Ernesto y Manuel Casillas Barrera, se muestra indignada. Manuel, de 17 años, fue asesinado durante su intento de huida del albergue, y hace unos meses ella interpuso una denuncia: “Es probable que mi hijo fuera baleado por la misma gente de Mamá Rosa. Mis dos hijos fueron muy maltratados. La PGR no ha hecho nada. Ella sigue protegida por el gobierno y para uno no hay justicia. Nadie se ha acercado a ofrecernos ayuda sicológica”.

Su hijo Hugo Ernesto estuvo 11 años en el albergue y no pudo verlo los últimos años debido a que Mamá Rosa le exigía 50 mil pesos a cambio: Me he dado cuenta de que está formando un nuevo albergue; ya tiene a 15 menores otra vez con ella. No se me hace justo que la autoridad la esté solapando.

Las víctimas cuentan que trabajaban construyendo y pintando las casas particulares de Mamá Rosa, quien aparece en 20 entradas del Registro Público de la Propiedad de Zamora con 14 lotes urbanos, cuya suma es de 4 mil 7 metros cuadrados y 269 mil 625 hectáreas más de terreno rústico, en Tangancícuaro, Michoacán, propiedades que la PGR no ha tocado.

Deberían quitarle todo y dárnoslo a nosotros para que estudiemos y nos superemos, dice Juan Carlos López Sánchez, que estuvo más de seis y medio en el albergue y se muestra sumamente decepcionado porque dice que Adrián Franco, comisionado de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, no cumplió con la promesa de entregar becas: Todo fue mentira, señala.

¿El recuerdo que me queda? El peor, que me pegaban, que me daban de comer bien feo, que dormía como los perros... Allí todo era explotación infantil; el beneficio era para ella que se quedaba todo el dinero, a nosotros nos daba 20 o cinco pesos.