Opinión
Ver día anteriorMartes 21 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El cadáver ¡ay! siguió muriendo
E

l poeta peruano César Va­llejo escribió ese verso que retrata bien los últimos momentos del proyecto de la Unión Europea. Este proyecto está formalmente plasmado en una larga lista de acuerdos y tratados y fue la tentativa civilizatoria más ambiciosa que hayan intentado los pobladores de la cuna de la cultura humana predominante del planeta.

La línea cardiológica que en la pantalla muestra la presencia de vida, prácticamente se ha vuelto una línea recta y un sonido continuo: el cadáver está alcanzando esta condición, sin que sepamos cómo será el desenlace final.

El proyecto de una civilización mayor fracasó. La mecha encendida que queda es corta. Llegará a su fin y todo volará en mil pedazos. El Tratado por el que se establece una Constitución para Europa (7/1/05), que nunca pudo ser firmado por todos los miembros de la UE, contiene en sus considerandos principios, valores, definiciones, que fueron recogidos de tratados anteriores, estos sí, firmados por todos los miembros –que iban aumentando en el transcurso–, y que desarrollan con cierta amplitud tales enunciados.

En sus considerandos el tratado sueña un anhelo prodigioso: “Inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el estado de derecho; convencidos de que Europa, ahora reunida tras dolorosas experiencias, se propone avanzar por la senda de la civilización, el progreso y la prosperidad por el bien de todos sus habitantes, sin olvidar a los más débiles y desfavorecidos; de que quiere seguir siendo un continente abierto a la cultura, al saber y al progreso social; de que desea ahondar en el carácter democrático y transparente de su vida pública y obrar en pro de la paz, la justicia y la solidaridad en el mundo; CONVENCIDOS de que los pueblos de Europa, sin dejar de sentirse orgullosos de su identidad y de su historia nacional, están decididos a superar sus antiguas divisiones y, cada vez más estrechamente unidos, a forjar un destino común; SEGUROS de que ‘unida en la diversidad’, Europa les brinda las mejores posibilidades de proseguir, respetando los derechos de todos y conscientes de su responsabilidad para con las generaciones futuras y la Tierra, la gran aventura que hace de ella un espacio privilegiado para la esperanza humana; DECIDIDOS a continuar la obra realizada en el marco de los tratados constitutivos de las Comunidades Europeas y del Tratado de la Unión Europea, garantizando la continuidad del acervo comunitario…”; siguen alrededor de 500 páginas de disposiciones detalladas y anexos múltiples, entre los que, en su artículo I-8 se asienta: La moneda de la unión es el euro.

Este proyecto despertó, entre nu­merosos pueblos y culturas del mundo, la más grande de las expectativas. Y sólo dos años después, sin que nuestros ojos lo percibieran, el formidable proyecto empezó a convertirse en el cadáver que aún sigue muriendo.

Recordemos. Luego de una serie de acuerdos, cumbres y visitas oficiales, y el reconocimiento de la frontera germano-polaca en la línea Oder-Neisse; los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Unión Soviética, firmaron el Tratado Dos Más Cuatro, que falló a favor del proceso de reunificación entre los dos estados alemanes. Asimismo, convalidó el Tratado de Unificación, instrumento legal que autorizó la adhesión de la RDA en la RFA según la Ley Fundamental de Alemania el 3 de octubre de 1990. Desde 1991, el 3 de octubre se celebra en Alemania el Día de la Unidad Alemana.

El Tratado de Maastricht, sustrato político principal de toda la Unión Europea, fue firmado el 7 de febrero de 1992, dos años después del de la unificación de Alemania. Esta nueva potencia, con velocidad inusitada se alejó del resto de Europa, más aún de los países mediterráneos: mientras el desarrollo científico y tecnológico marchaba velozmente en Alemania, la reunificación abatía significativamente los salarios, y ahora con 81 millones de habitantes representa la mayor población entre los estados miembros de la UE; y cuenta, además con el tercer mayor grupo de emigrantes internacionales. Se convirtió así, en el Estado más poderoso y competitivo y se ocupó de construir su proyecto nacional. Mutó, así, a querer o no, en la fuerza principal que comenzó a horadar el proyecto de la UE. Sus miembros, lejos de cerrar las brechas que los separaban, se vieron lanzados por una fuerza centrífuga. El detonate fue la crisis de la globalización neoliberal a partir de finales de 2007. La troika tomó el mando, y las riendas de la misma llegaron a manos de frau Merkel y de su poderosísimo ministro de Finanzas, herr Wolfgang Schäuble, quien quiere a Grecia fuera del euro, pero ya. El sueño terminó y el despertar es nuestro presente.

Los apremios por el dinero y la solicitud de crédito del gobierno de Syriza transformaron el no al referendo en un . La transición de la democracia a la dictadura financiera es completa. No había más remedio: en Grecia escasean los alimentos, los servicios de salud y los bancos están vacíos.

Tsipras no tenía elección, y pasó de héroe a villano en menos de una semana. Su renuncia está a la vista. La UE, en articulo mortis, dará en algún momento su último paso. Ese donde la línea cardiológica se congela.