Opinión
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Melón

Así empezó

A

finales de los años 40 y principios de los 50 había una distribución muy limitada de discos hacia nuestro país desde territorio pecoso, así se refería el Apo a Estados Unidos. Ésta era la manera de conseguir las grabaciones de Machito, Tito Rodríguez y Pupi Campo, que contaba como arreglista a Tito Puente, que nos impactó a los soneros autóctonos con sus arreglos y sonoridad.

Estas grabaciones venían en la marca Columbia, que en su etiqueta daba crédito al arreglista, no sólo al líder de la banda, cosa novedosa que permitía saber de Tito Puente. La verdad, estos números mostraban tener un swing tremendo y un estilo distinto y diferente, diría Justo Betancourt, a lo que nos llegaba de Cuba.

En ese tiempo había aparecido el disco de 45 rpm (revoluciones por minuto), pero el LP de 33 rpm todavía tardó en llegar. Las grabaciones a las que hice referencia venían en 78 rpm.

Aquí, mi querido enkobio, debo hacer mención de Guillermo Shur, diplomático guatemalteco que una noche en el cabaret Astoria, inolvidable y querido por menda, me preguntó si éste, su asere, tenía una colección de discos de música cubana. Le contesté que dudaba que hubiera alguien que la superara. Sonriendo maliciosamente, me empezó a soltar nombres desconocidos para mí, entre ellos el de Joe Estévez (a.k.a.), Joe Loco –el a.k.a. es lo que conocemos como alias–.

Al responderle que no, me invitó a su casa para escuchar su envidiable colección. Al día siguiente me apersoné y la sorpresa fue mayúscula. Hubo tragos y una continuidad de música que me hizo dejar su domicilio embriagado, no sé hasta la fecha si por la música, de la que sigo enamorado, o por los tragos.

Esto se tornó consuetudinario; con gusto y sorpresa fueron repitiéndose las idas a su casa. Así, amablemente me permitió la compañía de Toño Espino, quien también quedó sorprendido, complacido y, por supuesto, agradecido.

Pupi Campo grabó Estás frizao, Piérdete, Las pilareñas y muchas más. Tiempo después aparecieron las grabaciones de los conjuntos de Tito Puente con Vicentico Valdés, así como las de Tito Rodríguez: Joe Lustig mambo, Hay cráneo, El arrebato. También se dieron a conocer las de Machito que, para mi gusto y muy particular opinión, están de aquellita, y repito, gusto y particular opinión, son música con salsa, así como las de los Titos, como Dance mania, de Mr. Bridge; Carnaval de las Américas, del señor Rodríguez, hasta llegar al disco de boleros que grabó con Leroy Holmes.

Aquí tengo que referirme a un disco que apareció en mi colección que mi Alka-Seltzer me impide recordar quién fue el autor de tamaño regalote, aunque desde luego pirata, en la que Celia Cruz –la Reina Celia– hace gala de su calidad. Además está muy bien acompañada por varios figurones que me obligan a decir en honor a todos los nombrados anteriormente: salsa, la de mis tacos. A la distancia, gracias Guillermo Shur por tu buen gusto e invitaciones.

También tengo que recordar al Jarocho Sandoval, bajista que grabó con la primera orquesta de Dámaso Pérez Prado, que me dijo dónde conseguir los discos de Tico, sello que tenía y distribuía las grabaciones a las que me referí líneas arriba, y me hacen evocar una vida nocturna que presentaba números de fama mundial, así como atracciones que de aquí saltaron a otros lares, ya reconocidas por su calidad.

Hubo de todo, como en botica, personalidades ya encumbradas: Josephine Baker, Maurice Chevalier y, de lo que todavía me tiene colgado de la lámpara, Miguelito Valdés, Benny Moré, Rita Montaner, el Cuarteto de Facundo Rivero. Le advierto, monina, que me faltó tinta porque llegó Uruchurtu y apagó la ciudad. ¡Vale!