Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 26 de julio de 2015 Num: 1064

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Luisa Josefina Hernández:
Mis tiendas y mis toldos

José María Espinasa

La mutilación
Miguel Donoso

Primera canción
del exiliado

Miguel Donoso

Miguel Donoso Pareja: el
enigma de las dos patrias

Yanna Hadatty Mora

Dos poetas

El Berlín de
Esther Andradi

Consuelo Triviño Anzola

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Betsy Pecanins, Ave Phoenix

Dicho en plan soporífero, la voz es el sonido que produce el aparato fonador del ser humano (laringe, faringe, cuerdas vocales). Algo que también se aplica a muchos animales, pues sería un paso previo al lenguaje, a un código formal. Pero la voz es, igualmente, una posibilidad poética del mundo inanimado (se nos ocurre, verbigracia:  “la piedra canta su tedio al fondo del estanque”). O es una opinión: la voz del pueblo. Hay, por otro lado, voces gramaticales y, por supuesto, voces musicales (las distintas notas de un acorde o las sierpes melódicas del contrapunto).

De sus significados, empero, el que más nos importa este domingo de julio, lectora, lector, es el de la voz como representación de lo que somos. De todo lo que somos. Nos referimos a ese hallazgo esporádico que tanto cuesta descubrir, pieza a pieza, y que al delinearse nos da un mejor lugar en el universo. Ese tesoro por el que los maestros impulsan a sus discípulos: autoconocimiento, maduración, definición de una voz individual sea cual sea nuestro arte, oficio o profesión. Esa conquista lenta y dolorosa que idealmente nos representa.

Visto así, los músicos podrían poseer dos voces: la que sale de su instrumento (incluida la garganta) y la que viene de su ser artístico, de su personalidad. Una no determina a la otra aunque se comunican y reflejan. En su “independencia” encontramos el motor de discusiones acaloradas en las que luchan los nombres de virtuosos contra los de quienes, sin poder ampliar su rango ni alcanzar tesituras extremas, sin lograr las mejores afinaciones ni la dicción más inteligible, nos sumergen en abismos de mayor emoción.

Todo eso pensamos el otro día escuchando a Betsy Pecanins, una cantante y compositora que ha transitado con gracia por ambos caminos y que, tras un período de renacimiento, ha recuperado los escenarios que solían albergarla. El asunto es éste: luego de décadas liderando el blues femenino de México, la nacida en Arizona se guardó por meses debido a una rara y prolongada enfermedad neurológica que la hizo desesperar (disfonía espasmódica). Afortunadamente, a finales de 2013 comenzó la reconstrucción de su voz artística impulsada por los obstáculos que se iban imponiendo a su voz de cantante. Digamos que además de acumular valor y ser perseverante, Betsy se sumó al selecto grupo de quienes se hacen mejores frente a las limitaciones. Nació entonces Ave Phoenix (alusión al mito y a la tierra que la vio nacer al norte de la frontera), un proyecto que alcanza su cenit este año.

Imposibilitada de cantar como antes, decíamos, Pecanins compuso música notable, cachonda y sofisticada para sostener textos de colegas brillantes (Jaime López, Frino, Rafael Mendoza, Magali Lara, David Huerta, Guillermo Briseño, Rocío Carrillo, Roberto González), a quienes aborda con un spoken word flexible. ¿Por qué lo escribimos en inglés? Porque la traducción palabra hablada no cubre las sutilezas inherentes a un género en boga que no es rap ni hip hop, que hace rima y versifica pero que flota libre con una leve dramatización, casi siempre hija del crooner y el cabaret.

Acompañada por sus aliados-familia de siempre (Mónica del Águila en el chelo, Felipe Souza y Jorge García Montemayor en las guitarras), más Alfonso Rosas en el bajo, Héctor Aguilar en las percusiones y Julia González Larson como apoyo vocal, el Ave Phoenix, de Betsy Pecanins, sonará en el Teatro de la Ciudad el próximo sábado 29 de agosto (el boleto más caro no llega a los 250 pesos). Ello nos entusiasma pues ahora podremos conocer a una artista nueva a partir de otra bien conocida y respetada, lo que no sucede comúnmente. ¿Vamos? Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

Colofón rupestre

Hace unas semanas nos hicieron llegar el disco La Nopalera, con portada del gran Jazzamoart. Se trata de diecinueve canciones remasterizadas que compendian lo hecho en cuatro discos de vinil por aquel colectivo de mismo nombre de los años setenta y ochenta en el que trabajaran destacados cantautores e intérpretes, como Marcial Alejandro, Arturo Cipriano, Cecilia Toussaint, Maru Enríquez y Gerardo Bátiz. Junto a ellos también grabaron Guillermo Briseño, el grupo Sacbé, la Camerata Punta del Este y muchos músicos más, todos interesados en llevar a la música mexicana los sonidos del folclore sudamericano, el jazz y la música clásica. Editado por Fonarte Latino, representa un acto de justicia histórica para melómanos nuevos y para quienes nunca pudieron conseguir aquellos acetatos. Tenerlo es fácil. Se puede escribir directamente a su productor y principal responsable, Arturo Cipriano: [email protected].