Economía
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Del neoliberalismo y la pobreza creciente
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Una familia del municipio de Santa Teresa Yahucilica, Barrio Octipa, en la huasteca hidalguense, sobrevive con el ingreso obtenido por cargar aguaFoto Cristina Rodríguez
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uevamente se nos informa que la pobreza en México sigue creciendo, a pesar de las reiteradas promesas del neoliberalismo, y del cúmulo de programas públicos supuestamente orientados a superarla –Pronasol, Procampo, Progresa, Oportunidades, Prospera, Cruzada contra el Hambre, entre otros–. Según el Coneval, sólo en tres años (2012-2014), los mexicanos en pobreza aumentaron en 2 millones, y sumaban ya 55.3 millones (La Jornada, 24/7/2015, p. 32). Por su parte, Julio Boltvinik, especialista en el tema, aplicando el Método de Medición Integrada de la Pobreza, muestra que el número de pobres en 2014 era de casi el doble, es decir, de 101.08 millones, y continúa creciendo (Ibid p. 22). ¿Cómo se explica esta aparente paradoja?

Propuestas falaces: 1) La promesa neoliberal: la aplicación consistente de las políticas neoliberales logrará reducir la pobreza, pues generará riqueza abundante que al ser distribuida representará bienestar para todos los mexicanos –ricos más ricos y pobres menos pobres, Salinas dixit. 2) Las estrategias: la mejor forma de remediar la pobreza a corto plazo (entendida como carencia de satisfactores básicos: alimentación, salud, educación, vivienda, ingresos adecuados, empleo estable, servicios públicos) es canalizar recursos bien focalizados a los sectores de mayor pobreza, en tanto les llega la riqueza por distribuir. 3) Sólo un mayor crecimiento económico eliminará la pobreza. Piketty ha demostrado que en su ritmo, la desigualdad siempre supera al crecimiento.

Una fuente que derrama: la propuesta neoliberal se puede describir como una fuente con varios niveles, donde la riqueza se genera en el nivel superior, y poco a poco se va derramando como el agua hacia los niveles siguientes, hasta llegar a la pileta en la base de la fuente (indígenas, campesinos, jornaleros sin tierra). Trickle down economy, en inglés, o economía que gotea hacia abajo, es el término utilizado. Como el proceso toma tiempo, para aliviar la pobreza se utilizan mangueras que echen agua directamente al estrato más bajo, para reducir las carencias más graves, como alimentos, salud, educación. Así operan los programas mencionados. Pero, ¿por qué han tenido resultados tan escasos? ¿Por qué, tras millones de pesos gastados, la pobreza sigue creciendo, especialmente en el campo?

Lecciones de treinta años: Durante tres décadas (1974-2004) el autor apoyó, junto con un amplio equipo de Copider y Anadeges, a decenas de grupos, comunidades y organizaciones de indígenas y campesinos de las zonas de mayor pobreza del país, en la realización de proyectos productivos y de beneficio económico. Fue una tarea no sólo práctica, sino también de investigación-en-la-acción, con base teórica y metodológica. Los resultados fueron alentadores, y las lecciones logradas, ricas e iluminadoras. Por ejemplo:

Los pequeños productores rurales, el ejido, el minifundio, mostraron ser real y potencialmente muy productivos (relación insumos-productos); sin embargo, y paradójicamente, siempre en condiciones de pobreza. La razón es que la riqueza que efectivamente producen les es extraída sin cesar por las relaciones desfavorables de intercambio que les impone el sistema actual –a su vez causadas por otras desigualdades.

Una imagen visual: la economía rural es como un barril que los productores trabajan para llenar de agua; pero agentes externos le han abierto un sinnúmero de agujeros al barril, por los que extraen el agua. Tras una jornada de trabajo, el barril acaba casi vacío.

Algunos ejemplos de agujeros: 1) insumos, maquinaria y equipo caros, 2) crédito usurario, 3) funcionarios corruptos, 4) precios bajos por sus productos, 5) precios altos por los bienes de consumo que adquieren, 6) salarios bajos por el trabajo de jornaleros, 7) servicios de salud, educación, religión costosos, 8) la deforestación, 9) el despojo de tierras y agua por la minería, extracción de hidrocarburos, turismo, urbanización. El agujero más perjudicial es la falta del maíz autoproducido. La mayor amenaza es el maíz transgénico.

Las mangueras en acción. En la pileta a la base de la fuente se encuentran millones de barriles. Ahora bien, las mangueras diseñadas para reducir la pobreza les echan agua directamente…¡sin haber tapado los agujeros! El resultado es que, tras un alivio momentáneo, la pobreza se agrava: la presión del agua abre aún más los agujeros, y las políticas neoliberales acaban destrozando los barriles.

Una fuente que succiona y acumula. Ahora bien, ¿adónde se va toda el agua que derraman los barriles? Al estudiar con cuidado el funcionamiento de esta fuente se descubre que por el centro sube una tubería que succiona el agua de abajo y la conduce hacia arriba. En una fuente normal (por ejemplo, la Diana Cazadora), el agua circula: la que sube se vuelve a derramar. Pero la fuente neoliberal es distinta. Conforme el agua es succionada hacia el nivel más alto, éste va creciendo más y más, acumula toda el agua, y nada derrama.

Esquema rural–esquema nacional. Esta forma de extraer la riqueza producida por indígenas y campesinos y succionarla hacia arriba se ha aplicado crecientemente al resto de la sociedad, incluyendo a la menguada clase media.

Consecuencias: por la forma como opera la fuente, la desigualdad en la riqueza va siendo cada vez más aguda: pocos ricos cada vez más ricos a costa de una multitud creciente de pobres cada vez más pobres –no obstante los programas supuestamente diseñados para combatir la pobreza–. El campo está quedando devastado por este saqueo incesante, y la pobreza va dañando a sectores cada vez más amplios de la población.

Las políticas públicas. La clase política neoliberal tiene dos objetivos básicos: 1) conservar el poder –y la pobreza garantiza votos–, y 2) maximizar, mediante múltiples mecanismos, el flujo de la riqueza hacia el estrato superior –y ubicarse ahí–. Para ello, la corrupción e impunidad son esenciales, sin que importen los daños sociales y ecológicos.

Ganar tiempo. Un aspecto central es lograr que continúen aplicándose estas políticas el mayor tiempo posible, para que el proceso de extracción-acumulación se alcance con más plenitud. Para eso, la inventiva política es crucial, para 1) disimular lo más posible este esquema, y evitar una reacción social que ya no se pueda controlar o reprimir, y 2) diseñar constantemente nuevas modalidades para acelerar el flujo, con la promesa de que ahora sí van a resultar de beneficio general. Lo han logrado ya por 30 años. El último ardid son las tan exaltadas reformas estructurales: Ahora sí habrá prosperidad para todos.

Amarres irreversibles. Los regímenes neoliberales han buscado que el país no pueda nunca revertir lo implantado, mediante el TLC de Norteamérica, la privatización del campo, la entrega de la banca al extranjero, el endeudamiento creciente, las concesiones mineras y petroleras de largo plazo a trasnacionales, el maíz transgénico, la militarización.

Los efectos. Para la sociedad en conjunto, el saqueo del campo y su devastación han sido desastrosos. Han contribuido, junto con otros factores, al auge de la delincuencia, inseguridad y violencia, al propiciar que el narcotráfico se apodere de parte de la tierra agrícola y del trabajo campesino, como plataforma de lanzamiento para crímenes mayores.

Conclusión: En el sistema neoliberal el incremento de la pobreza es algo lógico, no paradójico, a pesar de todas las argumentaciones y supuestas acciones en contrario.

*Doctor en Sociología por la Universidad de Harvard, con treinta años de experiencia en el sector rural. El artículo resume parte del libro Los barriles y la fuente. [email protected]