Opinión
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¿La Fiesta en Paz?

Ejemplar debut de la ganadería de Enrique Fraga

Un mano a mano con miuras

Futbol y toros, hacerse los amos

E

n medio de tantas claudicaciones aún hay referentes de que las cosas pueden ser y hacerse de otro modo, por respeto a sí mismos, a una tradición bien entendida y al público. Por ejemplo el debut de la ganadería de Enrique Fraga el domingo pasado en Tulancingo, Hidalgo, donde el Patronato de Feria descuidó la promoción del festejo, la señalización para llegar al recinto ferial fue nula, con las consiguientes molestias para los fuereños, y el ruedo quedó demasiado flojo por el exceso de arena, lo que dificultó un tanto la lidia.

Mandó Enrique Fraga seis ejemplares pura sangre Parladé, parejos de presentación, con edad, trapío y comportamiento de adultos, altos de agujas y amplios de cuna –distancia entre pitón y pitón–, que salieron al ruedo rematando en los burladeros, acudieron al caballo y recargaron en varas, llegando a la muleta con movilidad y nobleza, unos con más transmisión que otros pero todos dando espectáculo y exigiendo a los toreros, lo que se tradujo en emoción a los tendidos pues, hay que repetirlo siempre, a la plaza de toros no se va a divertirse sino a emocionarse o, como dejó dicho Lorca, a gozar sufriendo.

Hicieron el paseíllo el rejoneador Horacio Casas, acompañado por los Forcados de Mazatlán y los Hidalguenses, y los matadores banderilleros Uriel Moreno El Zapata y Antonio García El Chihuahua. Todos sin excepción sudaron el terno, no sólo por la calurosa tarde, sino porque ante el auténtico toro los toreros auténticos se crecen. Con una magnífica cuadra, Casas anduvo desenvuelto con su primero dando la vuelta en compañía del forcado de cara mazatleco, que logró extraordinaria pega en el primer intento, y cortó la oreja de su segundo, al que los aguerridos forcados hidalguenses lograron pegar al tercer intento.

El Zapata y El Chihuahua torearon, compitieron y dieron espectáculo. Toreros largos, es decir, dominadores de los tres tercios, desplegaron imaginación y variedad con telas y palos. Sobrado de sitio, Uriel Moreno cobró dramático volapié en su primero para llevarse un apéndice y otro más de su segundo. En el mismo tenor anduvo el norteño, empeñoso en uno y cortándole las orejas al repetidor y claro cierraplaza, que recibió los honores de la vuelta al ruedo.

Ese mismo día, en Valencia, dos hombres vestidos de luces honraban también la tauromaquia intemporal –encuentro sacrificial entre dos individuos– al enfrentar un encierro de la mítica ganadería de Miura, disparejo de presentación y geniudo que casi manda a la enfermería a Rafael Rubio Rafaelillo y a Manuel Escribano quienes, remontando el azar y el sentido práctico, honraron su profesión y lograron hacerse de sendas orejas. Ah, si los que figuran y van cómodos alternaran con los que se la juegan, la fiesta que tendríamos.

El incansable periodista viajero Julio Camba, español de Pontevedra, amigo de Belmonte y de Domingo Ortega entre otros, observaba con agudeza: Hacerse el amo es todo lo contrario de serlo. El amo de una cosa la cuida o la descuida, allá él, pero no hay temor alguno de que, para demostrar sus derechos de propiedad o dominio, coja la cosa en cuestión y la destruya, que es, precisamente, como procede aquel que quiere hacerse el amo.

Así, los poderosos, en su incapacidad para matizar, confunden poder con autoridad y suponen que el primero justifica el ejercicio torpe de la segunda. Pero el poder ciega, y en su ceguera pierde contacto lúcido con la realidad, correspondencia con el otro, con sus expectativas y necesidades, y cree que si ha alcanzado el poder y lo mantiene es porque su proceder ha sido acertado cuando a lo sumo es percepción estrecha de inevitables efectos fallidos como condición para seguir haciendo negocios… y ridículos, dentro y fuera de plazas y estadios.

Nuestro país nunca ha sido nada en materia futbolística por la mentalidad voluntarista y centavera de los propietarios de los clubes y su autorregulada federación, insensibles todos a la lealtad de los alelados aficionados, sistemáticamente defraudados gracias a su ingenuidad e incapacidad para frenar la acumulación de tanto cinismo inepto. El problema no es que los poderosos del futbol se llenen los bolsillos, sino que no ofrezcan nada a cambio, aunque se hagan los amos sin serlo.

Nuestro país fue la otra potencia taurina del mundo, capaz de mantener relaciones equitativas con España, dando la réplica con toros y toreros, hasta la llegada de multimillonarios autorregulados que se arreglaron con las autoridades, aprovechando su ignorancia e insensibilidad política hacia la rica tradición taurina de México, permitiendo su degradación. La negligencia de taurinos, público y medios y como cereza en el pastel los acosos del pensamiento único, de animalistas y antis, han aumentado la dependencia hasta reducir el interés por nuestra fiesta de toros a tres apellidos extranjeros.