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Vincent y Theo: precisiones
O

tra efeméride del artista quizá mayormente icónico de los tiempos modernos, producirá dividendos empezando por los museos holandeses, pero no sólo por éstos, los cuadros de lirios (irises) que actualmente se exhiben en el MoMA y el lote del MET de Nueva York han acusado ingresos de visitantes postrados ante La noche estrellada, que rara vez o nunca visitan sus colecciones permanentes. Los medios y aun los curators intensifican la cuestión.

María Fernanda Matos, con motivo de otra efeméride, organizó una muestra de pintura en el Palacio de Bellas Artes. Fue entonces que gracias a una generosa invitación holandesa, ella, un curador y quien escribe pudimos visitar entre otros museos de Ámsterdam, las colecciones pictóricas y documentales que salvaguarda el Kroller Muller.

Este artículo pretende complementar y afinar algunos datos de la prensa internacional que han aparecido en esta sección. Así: v.gr., es inexacto que el último deseo de Vincent van Gogh (1853-1890) fuera montar una exposición en Auvers sur Oise, sitio francés donde reposan sus restos señalados con una sencilla lápida, contigua a la que identifica a la de su hermano Theo (1857-1891).

Si alguien murió demente fue Theo, no Vincent, de quien no sabemos a ciencia cierta, según varios especialistas, si murió a causa del disparo que se le escapó o se propinó en un zona no necesariamente mortal, o bien, si el inefable doctor Gachet (quien era homeópata y creyente en el destino individual de acuerdo con la voluntad divina) decidió no tomar medidas para extraer la bala, después de que su paciente regresó caminando a la posada de los Ravoux, donde se alojaba.

Gachet era de algún modo hasta su tutor, puesto que Theo se lo había encomendado y fue el responsable de que su última etapa transcurriera en Auvers, población pródiga en trigales y bellos paisajes, visitada por pintores, varios de ellos amigos de Gachet, quien en cierto modo se parecía bastante a Vincent, incluso en lo físico. Y era versado en grabado y dibujo.

Lo absolutamente verídico es que Vincent era muy fuerte, atacaba con furia y con absoluta conciencia de expresión la pintura, encontraba tiempo para escribir, gracias a lo cual resulta ser uno de los pintores mejor documentados de su época y no sólo eso; tuvo capacidades de teórico, sobre todo del color, así como comentarista de colegas a los que admiraba, del pasado o del presente, como Delacroix y sobre todo Millet.

Van Gogh era pobre, pero no pasaba hambre, pues consideraba que el trabajo que él hacía era también obra de Theo, quien le suministraba desde antes de 1886 la subsistencia y la compra de telas, papel y colores*. Theo era como un santo para él; le simbolizaba la aceptación y la querencia máxima, así que es del todo justo que en 1914 su viuda (Yohanna) haya decidido trasladar sus restos, con la ayuda de su segundo marido –que también la dejó viuda– de Utretch a Auvers, diseñándole una lápida idéntica a la de su hermano; es conmovedor ver las discretísimas tumbitas gemelas en ese lugar, donde se supone que se montara una exposición, porque según el director Janssens, Vincent eso anhelaba. Sería entonces la segunda, pues en Auvers pintó varios cuadros, la última versión salvaguardada del trigal con cuervos fue lo último que concretó, salvo que no fue durante su ejecución que ocurrió el disparo. Eso es también parte del mito, como lo de la oreja cortada (se cortó algo del lóbulo izquierdo).

Lo que resulta verosímil y tal vez Axel de Ruger, actual director del Museo Van Gogh, u otro especialista, brinden un buen ensayo, es que esa versión del trigal con cuervos es extremamente turbulenta, pero no con la consabida turbulencia vangoghiana que tanto atrae, debido en buena medida a que revela una sui generis, pero bien pensada coherencia tanto compositiva como colorística, sino denotativo del ánimo descompuesto del artista quizá en fase maniaca intensa, adherida a ansiedad insoportable.

El día del disparo salió a pintar cargando su caballete y enseres y ocurrió –siempre llevaba escopeta para ahuyentar a las aves– y regresó sangrando, pero caminando sólo un buen trecho, cargando caballete, a su austero cuarto en la posada de los Ravoux. Gachet logró que otro inquilino viajara a París y avisara a Theo lo ocurrido; éste de inmediato cambió su plan de viajar a Holanda, tomó el primer tren con destino a Auvers. Conversó con su hermano y hasta logró en parte calmarlo, antes de que entrara en coma y muriera. El médico, entretanto, se mantuvo impasible. Luego se ocupó de mandar hacer un féretro al carpintero de la zona, de adquirir terreno sepulcral en el pequeño panteón, en las afueras de la localidad; de avisar a algunos amigos y decorar el ámbito de la pensión Revoux con todas las pinturas que allí estaban albergadas, las realizadas en Auvers y otras de la última fase en Arlés.

Vincent en realidad estaba aterrorizado, porque Theo había expresado el firme deseo de separarse de la casa Goupil y echar a andar por su cuenta. Sin embargo, abandonó esa pretensión y así lo hizo saber, pero no a Vincent. Según anotan quienes lo conocieron, Theo, apasionado de la pintura que le fue contemporánea, afable, bien parecido, versado en historia del arte y sobre todo profunda, casi obsesivamente honesto (por lo que se abstuvo de balconear a su hermano), comprometido con su quehacer, aunque no muy eficaz ni estratégico vendedor. Fue heredero único de Vincent por consenso familiar, herencia transmitida gracias a Yohanna, al hijo de ambos, Vincent William (1890-1978), al parecer único representante de esa familia que tuvo larga vida, pues el bisnieto de Theo que llevó su mismo nombre, un videasta de categoría, murió asesinado de un tiro en 2004, debido a su postura llamémosle simplemente atea. Otro integrante joven de la familia Cornelius (cor) wel, hermano menor de Theo y Vincent, al parecer se suicidó en Sudáfrica. Es trágica la familia Van Gogh, pero eso no está en la pintura de Vincent, aunque sí en algunas de sus cartas, no sólo en las dirigidas a Theo.

Hay decenas de diagnósticos sobre la enfermedad de Vincent; a Theo en proporción no se le ha hecho el mismo caso, pero sabemos que además de padecer de una tos continua (que podría hacer suponer que padeció tuberculosis), se contagió de sífilis y fue bastante enfermizo y eso no se dice ni se admite tan fácilmente en un individuo que actuó toda su vida como el protector, el salvador y la principal ayuda de esa numerosa familia cuya máxima repercusión está tanto en los cuadros de Vincent, como en la correspondencia y en lo intercambios que realizaron Theo y Vincent con otros artistas, incluyendo a los dos Pizarrro, Monet, Emile Bernard, Gauguin, Paul Signac. Y hasta monsieur Degas. Hace tiempo se organizó una exposición que intentó revivir la colección de Theo.

* Angelique Ozanne y Frédérique de Jode, hasta donde sé, son las únicas investigadoras que han dedicado a Theo van Gogh un libro biográfico (Theo: the other van Gogh, Vendome Press, 2004). La mejor película, a mi juicio, es la de Altman: Vicent and Theo. En la red, quien aparece con mayores entradas, además de Vincent, es el alevosamente asesinado cineasta