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México SA

Sigue la caída del peso

Reservas a la hoguera

¿Sólo factores externos?

D

ecían en el Olimpo tecnocrático que no había motivo de preocupación, porque México estaba blindado ante la volatilidad temporal financiera y cambiaria. Sin embargo, los capitales migran hacia otros mercados, el tipo de cambio registra récord tras récord y el Banco de México quema reservas internacionales que sólo avivan la hoguera especulativa.

Ayer la institución a cargo de Agustín Carstens sacrificó 200 millones de dólares adicionales a los 200 millones que subasta cotidianamente a partir del 31 de julio (antes de esa fecha el sacrifico diario era de 52 millones) con el fin de proveer liquidez al mercado cambiario. Cuatrocientos millones quemados en unas cuantas horas, para que al final el billete verde se vendiera a 16.70 bilimbiques en ventanilla, 13 centavos más que en la víspera, de tal suerte que está a un tris de llegar a 17 pesos por uno (17 mil para quienes tienen memoria).

De este desbarajuste y de muchos más el gobierno culpa a los factores externos, a situaciones no generadas en el país y a lo que se les ocurra, menos a causas internas, porque aquí, según dicen, todo funciona de maravilla. Pero, como bien apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), evidentemente que parte del problema ha surgido por el entorno de alta volatilidad global provocado por la caída de los precios del petróleo, los problemas financieros de la Unión Europea, la caída de las bolsas de valores en China y la especulación sobre el posible aumento en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos; no obstante en el caso de México hay otros factores a considerar.

La depreciación del tipo de cambio refleja la presión que el peso enfrenta tanto por la salida de capitales como por la menor entrada de los mismos. En el primer caso ello es atribuible a los aspectos antes mencionados y en el segundo porque las exportaciones han moderado su ritmo de crecimiento. Además, debe considerarse que la volatilidad de los mercados financieros no terminará a corto plazo. Adicionalmente se tiene el entorno interno, porque la economía sigue sin encontrar la ruta del crecimiento económico sostenido y vigoroso, una elusiva vía que el país no ha reencontrado en los últimos 35 años.

Además, señala el IDIC, las expectativas sobre el impacto de las reformas estructurales se han moderado, los resultados de la ronda uno han puesto de manifiesto que las inversiones en el sector energético no serán el motor de reactivación productiva que se había pensado, y esto es un llamado a implementar medidas de política económica alternativas, porque las cifras de coyuntura son contundentes.

De acuerdo con el Inegi, durante los primeros cinco meses del año el indicador global de la actividad económica (IGAE) registró un avance de solamente 2.3 por ciento, por abajo del modesto promedio de 2.5 contabilizado durante los últimos 15 años; derivado de ello se tiene que la mayor parte de los sectores productivos tiene una tendencia a la baja; si bien el sector de los servicios todavía muestra un desempeño positivo en lo que a su ciclo económico atañe, hay componentes importantes a su interior que han comenzado a debilitarse, producto de que su fortaleza depende de la dinámica productiva de los sectores primario e industrial; el comercio y el transporte son dos elementos de servicios que exhiben una primera etapa de agotamiento, la cual solamente se podrá revertir si mejora la calidad del empleo y se acelera el crecimiento del resto de la economía; el mercado interno depende de los ingresos generados por la producción, no de la importación; la desaceleración industrial es notoria, y la inversión cayó 0.9 por ciento.

Y lo anterior se registra después de dos años de bajo crecimiento, de tal suerte que sin cambios en la política económica las empresas y hogares tienen pocas reservas para reactivar su ritmo de inversión y consumo de manera sostenida. El crédito no es una opción sustentable, tanto porque sigue siendo escaso y caro, como porque no se encuentra orientado al fortalecimiento del aparato productivo.

En el caso de los hogares la situación es delicada, detalla el IDIC: las cifras de incremento en la pobreza lo confirman. De acuerdo con el Coneval, en el periodo 2012-2014 la pobreza multidimensional se incrementó en 2 millones de mexicanos, para llegar a 55.3 millones de personas que sufren este flagelo. Además debe considerarse que 53.2 por ciento de la población no tiene el ingreso suficiente para superar la línea de bienestar (63.8 millones de personas, 3.2 millones más que en 2012). La misma institución documenta que 28 millones sufren carencia alimentaria y que 24.5 millones viven con un ingreso que no les permite superar la línea de bienestar mínimo. Lamentablemente esto último no representa un problema de coyuntura, en realidad es uno de los desequilibrios estructurales que enfrenta el país.

Desde 1994 se han rediseñado los programas de combate a la pobreza, pero ello no se tradujo en una reducción en el número de mexicanos que viven en ella. No sólo es la ineficacia de los programas, sino que el problema de fondo es el deterioro del empleo, los malos salarios, las escasas prestaciones sociales y la informalidad, que son parte de los problemas que enfrentan los mexicanos. La tesis de combate focalizado de la pobreza se impuso en México, y los resultados en los dos primeros años de la actual administración no son diferentes a los de sus antecesores. Cada día hay más pobres.

El origen más reciente puede encontrarse en el periodo 2006-2012, con Felipe Calderón en Los Pinos, cuando el saldo de su gobierno fue el incremento de 15 millones de mexicanos en pobreza por ingresos: uno de cada cuatro mexicanos en pobreza se gestó en ese periodo, lo que pone en evidencia que con gasto público no se resuelve la depauperación ni la inequidad. La solución real solamente es alcanzable mediante mayor crecimiento económico y creación de empleo formal bien remunerado. Además existe un problema de fondo en la estrategia para el combate a la pobreza, pues se quiere combatirla de manera focalizada, cuando el desequilibrio social y socioeconómico se ha generalizado.

Entonces, factores externos, sí, pero qué tal los internos.

Las rebanadas del pastel

Y ahora con ustedes lo más nuevo del realmente nuevo PRI: Manlio Fabio Beltrones, flamante presidente nacional del tricolor.

Twitter: @cafe-vega