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La Fed: dinero y mercado laboral
D

urante varios meses la atención en materia financiera ha estado puesta en la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) sobre el alza de las tasas de interés. La tasa de los fondos federales es la base que determina el nivel de todas las otras tasas en esa economía.

A mediados de 2006 dicha tasa era de 5.25 por ciento y fue reduciéndose hasta un rango entre cero y 0.25 por ciento a fines de 2008. Desde entonces se ha mantenido ahí. El asunto de empezar a subir las tasas se asocia con la recuperación de uno de los principales instrumentos de gestión de la política monetaria: precisamente, el costo del crédito. Esto es lo que se llama la normalización de esa política.

La variación del precio del crédito tiene una repercusión interna, pero va más allá debido al papel del dólar como principal reserva de valor monetario. Por ello, afecta los flujos de capital en todas partes. Con las tasas tan bajas los capitales se invirtieron en otros países para obtener mayor rendimiento, como fue el caso de México. El alza de las tasas provoca una salida para invertirse en dólares.

En la medida en que se ha ido recuperando la economía de Estados Unidos en cuanto al nivel de producción y de empleo se aproxima el momento en que actuará la Fed. Dado que uno de los signos de fortaleza que considera expresamente es el mercado laboral, es relevante observar qué ha pasado en los años desde que se redujeron los intereses mientras se inyectaban en la economía miles de millones de dólares para evitar una recesión más profunda.

En julio pasado se crearon 215 mil nuevos empleos, 10 mil menos de los esperados y por debajo del promedio de 246 mil puestos de trabajo en los 12 meses anteriores. La tasa de desempleo está en 5.3 por ciento, muy cerca del nivel fijado por la Fed como de pleno empleo. En octubre de 2009 llegó a 10 por ciento, su nivel máximo.

Detrás de esta cifra, sin embargo, hay un dato significativo que es la tasa de participación. Esta es la medida de la porción activa de la fuerza laboral. Indica el número de personas que están empleadas o que buscan activamente un trabajo. Esta porción tiende a aumentar en etapas recesivas de la actividad económica.

En octubre de 1977 la tasa de participación fue 62.4 por ciento y se elevó de modo prácticamente constante hasta 67.3 en marzo de 2000. A partir de entonces ha ido cayendo permanentemente y en julio de 2015 fue 62.6 por ciento, 38 años después.

Las remuneraciones salariales promedio en términos nominales (sin contar la inflación) crecían a una tasa anual de 3.6 por ciento en noviembre de 2008; un año después aumentaban 1.8 y ahora lo hacen a un ritmo anual de 2.2 por ciento, que es aproximadamente la tasa promedio de los últimos cinco años. Si crecen las tasas de interés tenderá a aumentar la inflación y habrá un efecto negativo en los salarios reales.

No se advierte una presión salarial en el mercado de trabajo, a pesar de que se ha iniciado una recuperación en la actividad económica y de que la tasa de desempleo estaría llegando a lo que se considera como pleno empleo. Esto es una consecuencia de la gestión de las empresas que en la crisis después de 2008 tendieron a despedir trabajadores, especialmente a los menos productivos, y no a reducir los salarios.

Una expresión del ajuste del mercado laboral es que los que están empleados no demandan incrementos salariales. Hay un efecto de disciplina enmarcado entre tener empleo y mantener el nivel de los ingresos aunque se haya estancado. Así que hay una combinación de salarios bajos y una menor tasa de participación.

Lo que indican las condiciones de oferta y demanda es que los salarios no suben ya que estarían muy elevados por las condiciones señaladas. El escenario es, entonces, el de una recuperación en curso aunque apocada, un alza del costo del crédito, una revaluación del dólar, el crecimiento de la inflación y un mercado de trabajo sin mucha presión (productiva y social) para elevar el promedio de los salarios.

Un elemento adicional que repercute en la menor demanda por salarios más altos tiene que ver con la reforma de 2013 en el seguro de desempleo; se recortó en tiempo máximo durante el que pueden recibirse los beneficios del desempleo. Esto afectó de modo inmediato a 1.3 millones de trabajadores.

El encarecimiento del desempleo induce a los que están empleados a aceptar menores salarios. Las nuevas contrataciones se hacen primordialmente en sectores y actividades de bajos salarios. Además aumentan los empleos de tiempo parcial, cuyo nivel está por encima del registrado antes de 2009. Esto también tiende a presionar a la baja el crecimiento del conjunto de los salarios; crece el número de horas trabajadas, pero no el salario por hora que se recibe.

La crisis financiera que obligó a ajustar de modo radical la política monetaria y las condiciones del financiamiento, daría ahora una vuelta hacia la normalización con el alza de las tasas de interés. Pero otra forma de ajuste muy sensible en el funcionamiento de la economía que tiene que ver con el empleo y el salario ha sido muy profunda. Bajos salarios, menor proporción de gente trabajando o buscando trabajo, salarios más bajos, empleos menos productivos, menor nivel de consumo privado, son elementos que aún marcan el desempeño de la economía de Estados Unidos.