Opinión
Ver día anteriorJueves 13 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Segundo intento por formular una ¿poética? del tuit
Q

uisiera empezar este artículo citando algo que escribí hace tiempo; me gustaría reproducirlo, a pesar de que algunas cosas se volvieron obsoletas en un brevísimo lapso, la primavera árabe se convirtió en invierno y la presidencia de Obama no fue –por decir lo menos– lo que tanto esperábamos:

“Empecé a usar el tuiter cuando me di cuenta de que podía ser un arma política formidable y un medio idóneo para obtener información de manera casi instantánea y desde muy diversas fuentes que, de otra manera, no se conseguirían. Fue a partir de los grandes movimientos populares surgidos sobre todo en los países árabes lo que me hizo interesarme en participar de manera activa en esta nueva forma de comunicación. También el triunfo del presidente Obama, quien se valió de las redes sociales para incrementar su popularidad y conseguir triunfar de manera inédita. Pensar que con sólo 140 caracteres se podrían difundir cosas muy importantes y organizar a la gente casi con la rapidez del sonido me atrajo de inmediato: exagero, obviamente, pero ¿acaso la palabra inglesa tweet no significa trino o gorjeo? ¿es decir, algo rápido, melodioso, y a la vez inmediato?

Me divirtió leer en una entrevista reciente que pertenezco a la generación del cine mudo: me vuelven antediluviana, como cuando mis hijas de niñas me preguntaban si en mi época ya se viajaba en automóvil. En algo tienen razón, sin embargo: desde entonces se han sucedido cambios tecnológicos tan vertiginosos que nuestra percepción de la realidad se ha alterado medularmente. La irrupción en la vida cotidiana de objetos como el teléfono celular, los i pads, el google, el face book, el twitter, etc, sin los cuales parece que no podríamos sobrevivir, modifican nuestra relación con el tiempo y con el lenguaje, afirmaciones estas que de repente se vuelven simplemente pleonásticas por tan obvias y reiteradas.

Me divierte también que se me coloque entre los ancianos que se modernizan y advierto de repente que, como le pasaba a uno de mis autores preferidos, David Markson (toute proportion gardée), empiezo a ser reconocida por no ser conocida, o para decirlo mejor, me empiezan a reconocer méritos como escritora porque a esta edad longeva me atrevo a utilizar el twitter de manera cotidiana”.

Continúo, me retuiteo:

Entre lo más destacado del tuiteo es el persistente narcisismo de los tuiteros, me included, obvio.

Mala puntuación y lipogramas involuntarios en mis tuits.

¿Se debe tuitear por tuitear?

Me persigue una tuitafasia.

Enmudezco, destuiteo…

Algunos tuits son tan sublimes que me dejan muda.

¡Hoy sale mal el tuitear, tuitearemos en breve, tuitearemos!

Humor o solemnidad en el tuiteo.

Ojalá pudiéramos manejar las variantes o variaciones del tuit como lo hizo Bach en sus V. Goldberg.

Me estoy autoplagiando: un placer.

Los tuits anteriores son de mi libro Saña, me vuelvo, como los demás tuiteros, vanidosa, egotista.

Me faltó un acento, me faltarán otros.

A veces me faltan comas, ¿empeorará el lenguaje con el tuit, el face, el mail, el cel, el.... me preguntaron ayer?

Me retuiteo...

Como debe de ser en el tuit, mi ego engorda cuando me siguen (y eso que no se había aún publicado El Aleph engordado y no había habido denuncias en contra del acto de engordar textos o egos tuiteros).

¿Qué es estar desentuiteada? ¿incapacidad de tuitear, desenchufada del tuit, incapaz de producir nuevos tuits?

Borges es mi virgen de Guadalupe...

El Mar Negro congelado, se podría patinar allí, ¡no sé patinar....!

¿Es mejor el tuit que el psicoanálisis¡? El lacaniano, obviamente, por eso de la brevedad.

¿Se pueden tuitear los deseos?

Es divertido tuitear, tratar de reducir al máximo la frase y decir algo sin embargo.

Es un buen ejercicio intentar hacer aforismos con los poemas que me gustan: los destruyo.

El tuit como diario o como reality show, más bien.

¿Es el tuiter un virus?

El tuit se presta a los aforismos y a veces un aforismo, aunque sea de Quevedo, puede sonar cursi.

Twitter: @margo_glantz