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Sistemas de alerta temprana
Impera corrección, no prevención

Vulnerables a fenómenos naturales, 55% de municipios

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El huracán Odile devastó Los Cabos, Baja California Sur, en septiembre de 2014Foto : Presidencia
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Evolución e impacto del ciclón tropical Blanca en la península de Baja CaliforniaFoto Infografía: cortesía CICESE
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de agosto de 2015, p. 2

En México casi no existen sistemas de alerta temprana que avisen a la población sobre los riesgos que enfrenta, aunque cada año se presentan desastres por inundaciones, lluvias, sequías, tormentas eléctricas y sismos, y siete de cada 10 mexicanos alguna vez han sido afectados por esos fenómenos.

El Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (Siat) es el esquema más avanzado, pero se basa en equipo antiguo, pendiente de la modernización del Sistema Meteorológico Nacional. No hay alertas sobre tornados, mar de fondo, ondas de calor y frentes fríos. Otras que existen están dispersas, advierten especialistas.

Es el caso de la alerta sísmica del Gobierno del Distrito Federal, la de maremotos de la Secretaría de Marina y hasta un sistema sobre incendios de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

A cargo del alertamiento está el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), que incluye el Centro Nacional de Prevención de Desastres. Se encarga, junto con el Servicio Meteorológico Nacional, de emitir a los sistemas estatales de Protección Civil los avisos y reportes hidrometeorológicos, así como los informes de las emisiones del volcán Popocatépetl y los del Servicio Sismológico Nacional (cuando ya ocurrieron los temblores).

En el país, 55 por ciento –es decir, mil 385– de municipios son vulnerables a inundaciones, deslaves, sequías agrícolas, ondas de calor y transmisión de enfermedades, señala el Plan Especial de Cambio Climático (PECC) 2014-2018. De esas alcaldías, 20 por ciento están catalogadas como de alta y muy alta vulnerabilidad.

México tiene características geográficas que lo colocan como una de las naciones más indefensas ante los efectos del cambio climático por su localización entre dos océanos, latitud y relieves. Lo hace estar particularmente expuesto a diferentes fenómenos hidrometeorológicos, advierte el PECC. Además, con el calentamiento global se proyecta que esos sucesos serán más recurrentes e intensos.

A partir de la década de los 90 se elevó en el país el número de desastres, sobre todo vinculados con tormentas tropicales e inundaciones. Sólo entre 1970 y 2011, 66 por ciento de catástrofes se debieron a esos fenómenos, 12 a sismos y 22 a otro tipo de eventos, revela la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en el reporte Sistema de Protección Civil en México, divulgado en 2013.

Existe un enfoque correctivo y no preventivo, ya que el Fondo Nacional de Prevención de Desastres Naturales entre 2005 y 2011 contó con 140 millones de dólares –alrededor de 20 millones en promedio anuales–, mientras en el mismo periodo, a través del Fondo Nacional de Desastres Naturales, que atiende los daños, se erogaron 5 mil 200 millones de dólares para reconstrucciones, alrededor de 742 millones anuales, apunta un documento de trabajo de RedesClim, uno de los 21 conjuntos temáticos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Falta coordinación para alertar

En México, a lo largo del año se presentan diferentes fenómenos naturales. En distintas regiones llueve durante todo el año. En el centro del territorio la precipitación pluvial ocurre en verano y otoño, y en invierno, debido a los frentes fríos; esto sucede en Baja California, el norte del país y el litoral del Golfo de México.

Para los frentes fríos no existe alerta temprana, a pesar de la amenaza que representan para la población. Generan altos oleajes en el Golfo de México, que ponen en peligro las plataformas petroleras, y en las zonas montañosas del norte del país las bajas temperaturas ocasionan la muerte de personas, advierte José Antonio Salinas, experto en pronóstico meteorológico y prevención de desastres del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

Explica en entrevista que hay gran diversidad de fenómenos hidrometeorológicos, sobre los cuales se deberían emitir alertas: mar de fondo –como el que se presentó en el océano Pacífico hace unas semanas–, ondas de calor, maremotos y ondas del este en el Atlántico, las cuales vienen de África y llegan a afectar el país con fuertes lluvias en estados del sureste, en los que ocasionan reblandecimiento de montañas y deslaves.

Un fenómeno poco estudiado son las descargas eléctricas. Han ocasionado en el país la muerte de 7 mil 300 personas, entre 1979 y 2011, lo cual indica un promedio de 230 al año. Ocurren 2.72 decesos por millón de habitantes al año, mientras en países desarrollados el promedio es de 0.6, señaló Graciela Binimelis de Raga, experta del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sostuvo que la mayoría de los fallecimientos son de niños y jóvenes menores de 24 años. La prevención se logra principalmente mediante educación, ya que si los niños aprenden desde pequeños el riesgo que corren podrán protegerse el resto de sus vidas.

Explicó que la forma de prevenir ser alcanzado por un rayo es que, al escuchar el trueno, la gente busque refugio dentro de un edificio. Si está en el campo y no hay construcciones, las personas pueden hacerse bolita sentadas en el piso, para no atraer la descarga. Municipios del poniente del estado de México reportan entre 30 y 70 muertes por millón de habitantes al año, lo cual supera el promedio nacional.

También las descargas afectan el servicio de energía eléctrica, ya que cuando se produce un fenómeno de estática se vulnera el servicio. La Comisión Federal de Electricidad debería disponer de un mecanismo de protección al respecto.

Sumados a esos fenómenos, el Instituto de Geofísica de la UNAM tiene detectados 12 volcanes en distintas fases de actividad, de los cuales el Sinaproc sólo reporta y monitorea cotidianamente el Popocatépetl, ubicado en el estado de México. Entre los otros 11 están el Ceboruco, en Nayarit, donde se prevé una sexta erupción; Citlaltépetl o Pico de Orizaba, el más alto de México, entre Puebla y Veracruz; de Colima, entre Jalisco y Colima, con actividad en aumento; El Chichón, en Chiapas, emite fumarolas y sigue en actividad; Nevado de Toluca, en el estado de México, y el Paricutín, en Michoacán, y el Tacaná, en el límite de Chiapas y Guatemala.

A ello se suman los tornados, pero en su identificación y alerta falta personal calificado, señala Jesús Manuel Macías Medrano, geógrafo de la UNAM e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Explica que estos sucesos han sido ignorados, a pesar que en todo el territorio nacional se pueden presentar.

Se hace referencia a ellos de manera anecdótica y no existen refugios para la población a pesar de que desde 2007 se planteó esa necesidad al gobierno, asevera. El ocurrido el 25 de mayo en Ciudad Acuña ocasionó la muerte de 14 personas y dejó unos 300 heridos; se agrega a los 250 que hubo en el país entre 2000 y 2014.

Existen deficiencias para el establecimiento de esquemas de alerta, considera. Ejemplifica: desde 2010 comenzó la modernización del Sistema Meteorológico Nacional, pero aún funciona con radares viejos, mal instalados y cobertura inadecuada.

Hay apenas unos 300 meteorólogos en el país y cada año egresan 15 de la Universidad Veracruzana, donde se imparte la especialidad, para una nación de más de 100 millones de habitantes, explica José Antonio Salinas.

Para establecer las alertas tempranas, cuando se enfrenta algún fenómeno, se debe contar con un esquema operativo que incluya a la sociedad civil; a los sectores privado y público, porque gran parte de la operación se centra en éste, pero no hay suficientes recursos y además se requiere mayor anticipación para actuar, sostiene Roberto Sánchez, experto en urbanismo del Colegio de la Frontera Norte y miembro de RedesClim.

Explica: No es lo mismo una onda de calor que un huracán, por lo que cada evento debe tener una alerta específica. Por ejemplo, en un área urbana debería haber una alerta por inundación en cada zona de peligro. Apunta que el Sistema Nacional de Protección Civil debería evolucionar de un esquema reactivo a uno preventivo. Explica que se requiere llevar las advertencias a escala estatal y municipal, aunque hay muchas alcaldías que ni siquiera tienen oficinas de Protección Civil.

Hay sistemas de alerta temprana que cuentan con software que puede captar la información de estaciones meteorológicas, radares, satélites, detección de tormentas eléctricas y otras fuentes de información, con lo cual es posible emitir avisos en tiempo real, hacer pronósticos a corto, mediano y largo plazos para prevenir a la población de posibles desastres y planear actividades industriales y agrícolas, entre otras, indican expertos.