Opinión
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Ignacio González Janzen, a todo pulmón
P

ara el buen periodista, escribir mal es como hacer el amor sin ganas. El acto, quizás, pueda consumarse. Sólo que ambas partes, periodista y lectores, no lograrán sorprenderse. Ignacio González Janzen (1945), por ejemplo, fue un buen periodista y, según l@s que saben, un amante a la altura de las enseñanzas de su último libro, Tantra para parejas: celebración del sexo sagrado (2012). De lo primero, doy fe.

Aunque a Ignacio sorprenda, el articulista empieza agradeciéndole lo mucho que aprendió con sus textos, y de una trayectoria que, en lugar de novela, continúa siendo vida. En bares y redacciones de Argentina, Nicaragua, Chile, México, en el corazón de Palestina, muchos colegas lo recuerdan como insobornable y alegre tanquista del periodismo ­militante.

Digo: cuando los buenos periodistas sentían que verdad y compromiso corrían parejo. Porque un periodista está obligado, primero y último, a dar cuenta de los hechos para develar la verdad. No importa que, a veces, la premura castigue sus textos. Mil veces preferible un periodista mediocre, pero creíble, a uno bueno pero canalla.

Hijo de un alto funcionario del primer gobierno de Perón, sobrino de Salvador Allende, descendiente en línea recta de Paula Albarracín (madre del prócer Domingo F. Sarmiento), Ignacio fue cadete del Colegio Militar, y después estudió derecho. Luego anduvo en el París de la imaginación al poder, cubriendo para un periódico las conversaciones de paz Vietnam-Estados Unidos.

Seducido por la rutilante campaña de la Unidad Popular, González Janzen recaló en Chile, donde el tío candidato conoció al sobrino argentino de su familia. Encuentro que le permitió incorporarse a la legendaria editorial Quimantú y organizar, más tarde, la célula militar del partido socialista en Santiago. De regreso a su país, González Janzen militó en la campaña del otro tío, el tío Héctor Cámpora, quien fue presidente de los argentinos durante 49 días que nadie de los que conjugan la vida en plural olvidarán jamás.

En Buenos Aires, Ignacio fue redactor de la revista El Descamisado y el periódico Noticias, voceros oficiosos de la organización Montoneros, que lanzaban 100 mil copias semanales, o diarias. Hasta que un mal día, la Alianza Anticomunista Argentina asaltó, saqueó y puso una bomba en su domicilio, haciéndolo volar hasta la ciudad de México, donde arribó a finales de 1974.

Durante años, Ignacio trabajó en El Día (periódico que dirigía el político mexicano Enrique Ramírez y Ramírez) y otros medios: revista Sucesos, diarios El Universal y unomásuno, Radio Educación. Simultáneamente, la editorial Extemporáneos publicaba sus libros sobre la coyuntura mundial, que alcanzaron gran difusión: Esto pasó en Vietnam (1975), Esto pasó en Nicaragua (1979) y Esto pasó en África (1981), tras un periplo por el continente negro alzado en armas. Así como Yugoslavia: la guerra de liberación 1941-45 (Universidad de Guadalajara, 1978).

En Nicaragua, González Janzen fue miembro de la primera dirección colectiva del diario Barricada, órgano del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Y en 1986, por sus crónicas y vivencias militares “contra la contra”, Cuba lo galardonó con el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí. Año en que también publicó La revolución palestina y La Triple A, breve investigación que, ineludiblemente, consultan todos los autores interesados en estudiar los orígenes del terrorismo de Estado en Argentina.

A mediados de los 80, el líder de la OLP, Yasser Arafat, dio el visto bueno para que Ignacio tomara a su cargo WAFA en México, siglas en inglés de la agencia de noticias de la resistencia palestina. Y en 2005 fue condecorado por la república de Vietnam.

¿En qué momento nuestro héroe optó por retirarse del oficio, como quien dice ya vuelvo, sigan ustedes? Por aquella época, estaba de moda A todo pulmón, melodía del roquero argentino Alejandro Lerner que cuadraba con la vida de Ignacio:

Qué difícil se me hace / mantenerme en este viaje / sin saber adónde voy en realidad / si es de ida o de vuelta / si el furgón es la primera / si volver es una forma de llegar.

Sin cambiar de vía, Ignacio empezó otro tipo de viaje. Esta vez, hacia adentro. Obtuvo un diplomado en sicosomática en la Universidad Autónoma de Morelos, y se volcó al estudio de culturas y filosofías orientales, el pensamiento solidario del budismo, la lucha de Gandhi, y la visión libertaria de Ho Chi Minh.

¿Y ahora? ¿Qué le devuelvo a Ignacio en sus 70? Seguramente, dirá:

Mejor seguí con Lerner. Bien, sigue Lerner:

Qué difícil se me hace / mantenerme con coraje / lejos de la transa y la prostitución / defender mi ideología / buena o mala pero mía / tan humana como la contradicción.