Opinión
Ver día anteriorMiércoles 19 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Modelo: acto de fe

Regreso al futuro

SHCP: siempre sí

E

n Los Pinos y zonas aledañas son fervientes creyentes de que si la macroeconomía se encuentra estabilizada, lo demás –crisis incluida– es peccata minuta (algo así, en términos llanos, de que si muere el perro desaparece la rabia). Esta hipótesis viene desde los tiempos del primer padre privatizador (Miguel de la Madrid), y de allí en adelante se ha asumido como acto de fe por parte del grupo en el poder.

Cada quien su cuento, de no ser que en aras de tal estabilidad en seis sexenios al hilo se han llevado entre las patas a los habitantes de este país: en poco más de tres décadas crecimiento raquítico, bienestar en picada, empleo escaso y pésimamente remunerado, pobreza a paso veloz y tantas otras gracias que en nada sustentan la hipótesis referida. Desarrollo ausente, pues, que mantiene en el suelo a esta República de discursos.

Pero la rabia sigue allí y goza de cabal salud, pues la tan cacareada fortaleza macroeconómica del país ni lejanamente se refleja en la cruda cuan cotidiana realidad de millones y millones de mexicanos, mientras una selecta minoría desde hace años goza de las mieles del sistema.

En las últimas semanas a los creyentes les ha dado por presumir que México goza de la inflación más baja en cuatro décadas, lo cual estadísticamente es correcto, aunque omiten mencionar que ahora la mayoría de los mexicanos registra los menores salarios reales en ocho décadas, de tal suerte que en el balance el logro deja mucho que desear.

También, que la devaluación del peso frente al dólar no es un factor preocupante, pues México cuenta con un régimen de tipo de cambio flexible que amortigua los efectos, aunque tal flexibilidad queda en entredicho cuando se conoce que prácticamente no pasa un día sin que la Comisión de Cambios le meta la mano al mercado para que, como dice, procurar que los movimientos en el mercado cambiario se den de manera ordenada y así evitar escasez artificial de divisas.

Desde que –en sus distintas facetas– se decretó la flotación del tipo de cambio (de Miguel de la Madrid en adelante), la autoridad monetaria ha metido la mano al mercado en infinidad de ocasiones (hemos respondido en forma activa, dicen) y echado a un barril sin fondo (el de la especulación) miles de millones de dólares en reservas internacionales, pero ello ni lejanamente impidió que el peso se fuera al suelo. De hecho, desde que tal mecanismo entró en vigor el precio del billete verde se ha incrementado en más de 11 mil por ciento, y contando, es decir, lo inverso a lo sucedido con la economía y el bienestar, con todo y fortaleza macroeconómica.

Ayer el billete verde se vendió en ventanilla hasta en 16.79 pesos (16 mil 790 para los desmemoriados) y a 16.43 al mayoreo, lo que hace más que notorio que el sacrificio de reservas internacionales como parte de la estrategia para “combatir la volatilidad temporal no ha servido de mucho, aunque ello no es novedad, pues desde años atrás ese ha sido el resultado: los especuladores se comen las reservas para que el tipo de cambio se mantenga en las nubes. Miguel de la Madrid arrancó sexenio con un tipo de cambio de 150 por uno; 33 años y miles de millones de dólares en reservas después, se ubica en 16 mil 790 por uno (el truco de los tres ceros menos –ese sí– es un mito genial de la dupla Salinas-Aspe).

En lo que del presente año, la volatilidad temporal se ha comido alrededor de 10 mil millones de dólares en reservas internacionales, y la golpiza a la divisa nacional, lejos de atemperarse, se agudiza día tras día. Sin embargo, desde el púlpito oficial se insiste que no pasa nada, que la situación es pasajera y que, en fin, vamos por el camino correcto.

Lo anterior nos hace recordar el siguiente pasaje, en una suerte de regreso al futuro: “antes que ofrecer una versión medianamente creíble sobre el porqué de su exasperante lentitud ante el azote económico-financiero que zarandea al país, el inquilino de Los Pinos y su eficiente equipo prefieren justificar: las crisis viene de afuera, la importamos, no somos los causantes, no nos echen la culpa, no fuimos nosotros, aquí no pasa nada.

“Y tan nada pasa, que ayer a media jornada el tipo de cambio del peso frente al dólar rebasó las 14 unidades por billete verde –ese sí un hecho histórico– que obligó al Banco de México a meter la mano en el mercado cambiario: 2 mil 500 millones de dólares de las incólumes reservas para paliar el deterioro, acción que si bien hizo recular la cotización no logró que ésta fuera menor a la de la víspera. Con todo, la devaluación acumulada en los últimos dos meses sobrepasa el 24 por ciento.

“Nada pasa, dicen, pero en el mejor de los casos y si las cosas no empeoran –lo cual es dudosos sostener– la economía mexicana ‘crecería’ 2.1 por ciento en el año, 43 por ciento menos que la estimación original del gobierno y 56 por ciento por abajo con respecto al resultado de un par de años atrás, de acuerdo con la más reciente proyección del Fondo Monetario Internacional, que no se quedó allí: para el siguiente año prevé que el ‘incremento’ en el PIB mexicano no pase de 1.8 por ciento. De concretarse las predicciones del FMI, uno de los costos más drásticos en el bienio sería en generación de empleos: alrededor de 700 mil de ellos dejarían de crearse, independientemente de los existentes que lleguen a cancelarse por el efecto de la crisis.

“Con esas nuevas previsiones, que no son las decisivas porque esto apenas comienza, de nueva cuenta surge victorioso y fortalecido el síndrome del 2 por ciento: en el primer trienio de la ‘continuidad’, la tasa anual promedio de ‘crecimiento’ económico no pasaría de 2.3 por ciento en el mejor de los casos, o lo que es lo mismo, la media anual del último cuarto de siglo, la ‘coyuntura’ permanente. Todo apunta, pues, para otro sexenio perdido.

La crisis es al inquilino de Los Pinos lo que el terremoto de 1985 a Miguel de la Madrid. Entonces, como ahora, el gobierno, de por sí inmóvil, se petrificó, inundado de pánico, y sólo atinó a justificar: no fui yo, me cae; la culpa es de la madre naturaleza, a ella reclámenle, lo que de cualquier suerte no resolvió nada (México SA, 9 de octubre de 2008, sobre el oportuno cuan eficiente plan anticrisis del calderonato).

Las rebanadas del pastel

Ya viene el tercer Informe de gobierno (primero de septiembre) y la presentación del paquete económico 2016 (a más tardar el 8 de ese mismo mes). ¿Qué se puede esperar? Sin duda alguna más de lo mismo, en ambos casos… De la terminante negativa a cambiar una sola coma de su reforma fiscal (no tiene reversa, dijo), ahora el ministro del (d) año se pronuncia por flexibilizarla.

Twitter: @cafevega