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CFE: ¿tarifa real, tarifa electoral y tarifa delincuencial?

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esde que el peñato empezó a promover la privatización del sector energético ofreció que, de aprobarse la reforma energética finalmente impuesta en el contexto del Pacto por México (PRI, PRD, PAN, Panal y Verde), los consumidores pagarían menos por la electricidad, el gas y la gasolina. Así lo afirmó, por ejemplo, el secretario de Energía en una conferencia organizada por la Fundación Colosio a finales de agosto de 2013 (http://is.gd/IdhmXe). Todas las instancias del gobierno federal y sus aliados políticos y mediáticos siguieron propalando esa promesa y no pocos la creyeron, a pesar de que ya para enero del año siguiente era claro que la CFE empezó a aplicar incrementos en la tarifa y tuvieron lugar alzas en los precios de la gasolina y el diésel (http://is.gd/Ui0niC). La legisladora perredista Dolores Padierna calculó en 10 millones de pesos diarios el gasto publicitario empleado por el gobierno para difundir esa y otras supuestas bondades de la reforma privatizadora.(http://is.gd/LZcnrq).

Cuestionado públicamente por el cineasta Alfonso Cuarón sobre 10 puntos dudosos de la privatización energética, el peñato respondió que su reforma permitiría reducir los precios del gas natural y la electricidad en el mediano plazo (http://is.gd/Zox5o7). Por su parte, panistas y perredistas se unieron al coro y legisladores de esos partidos auguraron un inminente descenso de los precios (http://is.gd/RUzlF2) del gas y de la electricidad, aunque dudaron que fuera a ocurrir algo similar con la gasolina.

En enero del presente año, Peña Nieto afirmó en un mensaje de Año Nuevo que las reformas del Pacto por México ya habían rendido sus primeros frutos y que, en consecuencia, por primera vez comienza a bajar el costo de la electricidad que pagan las familias (http://is.gd/V21RjW). El director de la CFE, Enrique Ochoa Reza, se hizo eco del mensaje y aseguró, de paso por el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), que la baja de la tarifa era un beneficio de la reforma energética (que) supone un giro histórico (http://is.gd/QFKt3g). El Financial Times dio por buenas esas afirmaciones, así fuera como prueba de que las cosas no son irremisiblemente sombrías, pese a que las promesas de Peña se habían venido abajo con estruendo (http://is.gd/0bKhwg).

Los consumidores opinaban distinto. La Red de Usuarios de la Energía Eléctrica en Resistencia calificó la publicidad del gobierno y del PRI de burla a la población, la cual ha visto que las tarifas de electricidad se elevaron en 100, 200 o 500 por ciento para la mayoría de los usuarios, exhibió centenares de recibos de pago que lo documentaban e informó del surgimiento de comités de usuarios inconformes en prácticamente todo el país, así como de la canalización a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) de miles de quejas presentadas por los cobros excesivos (http://is.gd/nIj07j).

Desde hace más de un año, este navegante empezó a generar por medio de celdas fotovoltaicas la totalidad de la electricidad que consume en su casa. En los dos o tres bimestres posteriores a su desconexión de la CFE, ésta siguió enviando recibos por cantidades semejantes a las que intentaba recaudar antes del apagón personal. Ante ello, y habida cuenta de que la energía real adeudada era de cero watts, el ex usuario optó por tirar los recibos a la basura y desentenderse del asunto, por lo cual no está en condiciones de afirmar si hubo o no alzas o bajas en las cifras de suyo exorbitantes y fantasiosas que pretendían cobrarle.

En vísperas de las elecciones del pasado 7 de junio, el régimen intensificó sus alegatos acerca de una presunta disminución en los cobros de energía y no pocos, vacunados contra las promesas en vacío caraterísticas de Peña y de su régimen, sospecharon que se trataba de un ardid electorero, semejante a la infame distribución masiva de televisores digitales entre sectores con agudas carencias.

Hace unos días tuve un indicio firme de que esa sospecha estaba plenamente fundamentada: un consumidor de electricidad de la delegación Cuauhtémoc, cuyo nombre es pertinente omitir, me mostró los recibos de la CFE correspondientes a los tres últimos bimestres: el anterior a los comicios, uno con fecha de vencimiento muy pegadita a los comicios (19 de junio) y el que llegó después.

El primero corresponde a lo que podría llamarse una tarifa real: es por 119 pesos, correspondientes a 127 KWh y se ajusta razonablemente bien a los hábitos de consumo eléctrico del titular del contrato, un joven profesionista que vive solo, tiene hábitos regulares y pasa la mayor parte del tiempo fuera de su casa, por lo que no es extraño que su consumo diario promedio sea de sólo 2.11 Kwh.

El segundo presenta una tarifa a la que denominaremos electoral: es producto de una lectura evidentemente falsa del medidor: refleja un cosumo de sólo 38 Kwh y obsequia un cobro de 47 pesos. El problema obvio es que sólo el refrigerador del usuario (uno chico de dos puertas) consume un mínimo de 750 Wh diarios, lo que multiplicado por los 60 días del bimestre daría 45 Kwh.

El recibo más reciente, en cambio, está infladísimo: afirma que el usuario consumió en el periodo 239 Kwh y pretende que pague por ello 241 pesos, a lo que denominaremos tarifa delincuencial. Problema obvio: en ese bimestre el suscriptor no sólo no duplicó su consumo del bimestre antepenúltimo, sino que lo redujo, porque durante dos semanas de esos dos meses se ausentó por vacaciones.

Sería bueno que muchos usuarios juntaran sus recibos más recientes en una base de datos que permitiría determinar si lo aquí expuesto fue sólo una pifia aislada de los empleados de la empresa o un operativo a gran escala, si realmente se maneja con las tarifas diferenciadas y si esos papelitos fueron un nuevo intento de cohecho a los ciudadanos en el proceso electoral de este año.

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