Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 23 de agosto de 2015 Num: 1068

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El regreso a España
de Max Aub

Yolanda Rinaldi

Hiroshima
Sylvia Tirado Bazán

Fidelidad al plural
Valerio Magrelli

Quimera o vida:
Nerval y Dumas

Vilma Fuentes

Flannery O’Connor: la
parábola y la escritura

Edgar Aguilar

El nacimiento del
melodrama y la
muerte de la tragedia

Gustavo Ogarrio

El viandante
y los escritores

Jorge Bustamante García

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Germaine Gómez Haro
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Leonardo da Vinci: el dibujo del mundo (II Y ÚLTIMA)

En la entrega pasada de esta columna (núm. 1066, 9/VIII/ 2015) se reseñó la exposición de Leonardo da Vinci que recién concluyó en Milán, la exhibición más ambiciosa jamás realizada del artista en Italia. Se mencionó el privilegio de poder admirar en México una selecta muestra de dibujos del creador florentino que no tiene parangón, evento que ha batido el récord de asistencia en el Museo del Palacio de Bellas Artes y que hoy concluye. No es exagerado afirmar que Leonardo es el mayor genio de todos los tiempos, tomando en cuenta la diversidad de disciplinas en las que incursionó con una maestría inigualable: pintor, escultor, dibujante, anatomista, arquitecto, urbanista, científico, filósofo humanista, ingeniero militar, músico, poeta… Leonardo es el símbolo del Hombre del Renacimiento, solamente equiparable a su coterráneo también presente actualmente en Bellas Artes y hasta finales de septiembre, Miguel Ángel Buonarroti, a quien su biógrafo y admirador –el también artista Giorgio Vasari– apodó Il Divino.

La muestra de Bellas Artes, titulada Leonardo da Vinci y la idea de la belleza, está integrada por once dibujos originales–incluyendo el Códice del vuelo de las aves y otras materias– y cuatro de su círculo, entre ellos dos piezas probablemente elaboradas al alimón con su discípulo Cesare da Sesto, y un dibujo de otro alumno, Giovanni Antonio Boltraffio. Habrá quienes consideren una muestra demasiado pequeña para el impacto que ha generado, pero más allá del volumen hay que valorar la calidad de las obras. Se ha acostumbrado al público a impresionarse con las grandes muestras blockbuster de artistas contemporáneos que en muchas ocasiones “crecen” de acuerdo con el despliegue mediático y el atractivo de sus obras visualmente impactantes (el caso Kusama, por ejemplo), en tanto que admirar un dibujo sobre papel de escasos 10 o 15 centímetros resulta un ejercicio casi imposible en esta era de implacable contaminación visual en la que sobresalen los grandes formatos pletóricos de colores, texturas y formas exuberantes (a lo Jeff Koons). Nada más alejado a eso que las excelsas piezas provenientes de la Biblioteca Real de Turín que resguarda un valioso acervo de dibujos del Renacimiento.


Estudio para el Ángel de la Virgen de las Rosas


Estudio para Jesús niño bendiciendo

Acercarse a estos dibujos implica detenerse en el tiempo a escudriñar la perfección de las líneas puras y gráciles que en trazos apenas perceptibles conforman la barba rizada de un hombre de gesto severo, las líneas marcadas en el rostro de un anciano ensimismado, los músculos palpitantes en los muslos y la grupa de unos caballos en movimiento, los rollitos carnosos y la tierna sonrisa del niño Jesús, los trazos firmes y sueltos de los estudios científicos del vuelo, las alas translúcidas de una libélula y el caparazón geométrico de un escarabajo. Detenerse frente al Estudio para el ángel de la Virgen de las Rocas significa aprehender la belleza sublime lograda con unos cuantos trazos realizados en punta de plata, al vuelo, de una sola intención, y sentir la emoción que provoca la expresión de pureza en el rostro de la joven madonna. Esta obra maestra ha sido considerada “el dibujo más hermoso del mundo” y su importancia radica también en que es el único boceto preparatorio de la Virgen que se conoce para la realización de las dos versiones de las portentosas pinturas que se encuentran en el Louvre y en la National Gallery de Londres. Mi acompañante en el recorrido se sintió decepcionada al ver que de los dieciocho folios que integran el celebérrimo Códice se pueden apreciar sólo las dos páginas que han quedado abiertas en la exhibición; obviamente no puede ser de otra forma, y me pareció acertada la manera de presentar el contenido al público mediante un video de 4 minutos en el que el códice es hojeado virtualmente y se explica el estudio científico del vuelo que fue una de las investigaciones más notables de Leonardo.

“El pintor debe pintar respetando las reglas de un cuerpo natural, que debe presentar proporciones exactas”, escribió Leonardo. Sus innumerables dibujos son muestra de esa obsesión por dominar la proporción. A través de ellos, Leonardo consiguió la perfección, pero más allá de eso, logró imprimirles un hálito de vida que hace vibrar al espectador y le proporciona una experiencia metafísica.