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Regocijo de los últimos
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de agosto de 2015, p. 5

A las cuatro de la madrugada del lunes la extensa fila para ingresar al Museo del Palacio de Bellas Artes desapareció, la afluencia aminoró y los espectadores de las exposiciones Leonardo da Vinci y la idea de la belleza y Miguel Ángel Buonarroti: un artista entre dos mundos pudieron admirar con holgura las obras de los geniales artistas.

El inicio del ciclo escolar 2015-2016 no impidió que una niña de siete años acudiera a las muestras, pues llegó preparada para salir de ahí rumbo a la escuela.

Vestía falda de cuadrícula pequeña, en colores rojo y gris, y suéter rojo, uniforme de una primaria de la colonia San Juan de Aragón, donde inició ayer el segundo grado.

Entra a las 8 de la mañana, dijo Nora María Pacheco, la madre, al explicar que salió con su familia –tres hijos y su esposo– a las 4:30 horas de su casa, ubicada en la delegación Iztapalapa, con la finalidad de asistir a la muestra, de la cual tenían programado salir a las 7 de la mañana para llegar a tiempo a la escuela.

–¿Te gustó la exposición? –se preguntó a la niña, quien tras observar los dibujos titulados Estudio de piernas masculinas y Las tres vistas de cabeza de hombre con barba, de Da Vinci, asintió con una sonrisa.

Ahí también estaba un niño de cuatro años, que en ocasiones se aventuraba entre los asistentes, mientras su madre, Laura Valera, caminaba detrás de él a paso rápido. La señora, quien calificó las esculturas David-Apolo o Piedad, de Miguel Ángel, de impresionantes, explicó que salió de su casa en Tlalnepantla, estado de México, junto con cuatro integrantes más de su familia, a las 4:30 horas y minutos antes de las 8 horas abandonó del recinto, pues el niño ingresaba al jardín de niños, ubicado en Atizapán de Zaragoza, en el estado de México, a las 8:30 horas.

Cerca de las 7 horas, quienes observaban con atención las esculturas Cristo Portacroce o David Apolo, de Buonarroti, recibieron un aviso: quedaba una hora para ver la exposición de Da Vinci, última oportunidad antes de que cerrara sus puertas.