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Ver día anteriorMartes 25 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Viagra femenino?
L

o primero que habría que decir respecto al Addyi, el medicamento aprobado el martes pasado por la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para el tratamiento de la pérdida o reducción del deseo sexual en mujeres, es que no tiene nada que ver con el Viagra. El principio activo del primero es la flibanserina, sustancia que actúa a nivel cerebral regulando los niveles de un neurotransmisor llamado serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT). En el caso del segundo, que se emplea en el tratamiento de la disfunción eréctil, su principio activo, el sildenafil, actúa a nivel local, es decir, en los cuerpos cavernosos del pene inhibiendo una enzima llamada fosfodiesterasa 5, lo que permite la vasodilatación y consecuentemente la erección. Entonces la primera conclusión es que por las diferencias en sus indicaciones, sustancias activas, sitios y mecanismos de acción no tiene que ver un medicamento con el otro, por lo que es absurdo llamar al Addyi viagra femenino.

Algunas de las diferencias entre estas drogas son muy importantes, pues el Viagra tiene que ver con el desempeño sexual, pero no con el deseo sexual. Mientras el objetivo del Addyi es precisamente actuar en la esfera del deseo… una meta realmente ambiciosa.

Una droga que pudiera actuar específicamente sobre el deseo sexual, sería una herramienta clave para entender las bases neurofisiológicas del deseo. Pero éste, el deseo sexual, es algo muy complejo, y difícilmente puede explicarse por una sola causa, pues involucra elementos diversos, no sólo de tipo orgánico (como ocurre con la reducción del deseo sexual en la menopausia o en algunas patologías), sino además de tipo sicológico y social. Así, el nuevo medicamento es, en mi opinión, una pista importante para indagar en una de estas esferas, lo cual no deja de ser algo muy relevante.

A nivel cerebral la flibanserina actúa de dos maneras: activando e inhibiendo dos sitios receptores para la serotonina de manera simultánea. Los receptores son moléculas que se encuentran en la superficie de las células nerviosas con las que se asocia el neurotransmisor para producir sus efectos. La activación de un tipo de receptor por una sustancia (llamada en este caso agonista) e inactivación de otro receptor por la misma sustancia (antagonista) regula la cantidad de serotonina disponible. Para el caso que nos ocupa el receptor que se activa es uno llamado 5-HT1A y el que se inhibe es el 5-HT2A. Algunos estudios muestran que este efecto paradójico (agonista y antagonista) potencia a los receptores 5-HT1A en diversas regiones del cerebro, incluida la corteza cerebral.

Si lo anterior es cierto, en la explicación del deseo sexual de las mujeres estarían involucrados al menos un neurotransmisor (la serotonina) y dos de sus receptores (5-HT1A y 5-HT2A), así como las zonas del cerebro en las que se expresan predominantemente los cambios; lo cual ya es algo, para aproximarse a la comprensión de un fenómeno tan complejo.

La aprobación del Addyi ha sido un tema muy polémico desde hace varios años. Había sido rechazado previamente por la FDA, lo cual puso a discusión si este organismo actuaba parcialmente cuando se trataba de fármacos destinados a mejorar la vida sexual de las mujeres pero también si la nueva droga y la enfermedad que se trata de enfrentar, es decir, el desorden del deseo sexual hipoactivo (HSDD, siglas en inglés) era simplemente un ardid de las empresas farmacéuticas para ganar dinero.

En México me parece increíble que la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Copefris), que casi siempre toma las decisiones de la FDA como palabra divina (aún para medicamentos que luego la agencia estadunidense retira por resultar nocivos), rechaza en este caso de inmediato la introducción del Addyi en nuestro país. Lo que lleva a pensar en que quizá la actitud de esta comisión no es su preocupación por la salud de las mujeres (pues no la ha habido en otros casos), sino el reflejo conservador que se orienta hacia el control sobre la sexualidad femenina.

Como sea, las pruebas clínicas realizadas hasta ahora muestran que hay algunos efectos favorables en el mejoramiento del deseo sexual en mujeres premenopáusicas y reducción de la angustia que genera en ellas la disminución del mismo y, en definitiva, cada persona adulta debe decidir libremente si lo toma o no.