Sociedad y Justicia
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Colectivo Mexicano de Cocina advierte sobre riesgos para la salud y la soberanía alimentaria

Postura firme sobre el cultivo de maíz transgénico, exigen a Peña

De acuerdo con la OMS, el glisofato que se usa en esas siembras puede ser cancerígeno

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Entrevista con el chef Enrique Olvera, miembro del Colectivo Mexicano de Cocina, el cual expresa su rechazo a la evaluación y otorgamiento de permisos para la siembra de maíz genéticamente modificado en México y advierte sobre los riesgos para la salud y la seguridad alimentariaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de agosto de 2015, p. 37

El Colectivo Mexicano de Cocina pidió al gobierno federal que exprese una postura clara y firme respecto al cultivo de maíz transgénico, y anunció que sus integrantes, así como colegas de otras partes del mundo que han manifestado su apoyo y solidaridad frente a este tema, estaremos en alerta, en espera de una resolución adecuada, y nos mantendremos atentos a la forma en que se desarrollan los acontecimientos.

La agrupación señaló lo anterior en respuesta al dictamen emitido la semana pasada por el juzgado 12 de distrito en materia civil del primer circuito, que determinó levantar la medida precautoria acordada hace dos años, la cual prohibía al gobierno federal entregar permisos para el cultivo de dicho grano, pero ya fue impugnado por la colectividad de maíz, constituida por científicos, organizaciones y ciudadanos.

En un comunicado, el Colectivo Mexicano de Cocina –en el que participan 32 chefs, como Enrique Olvera, Ricardo Muñoz Zurita, Aquiles Chávez y Mónica Patiño, entre otros– expresó su rechazo a la evaluación y otorgamiento de permisos para la siembra de maíz genéticamente modificado en México, debido a que se pone en riesgo la diversidad de maíces criollos y su existencia, además de que atenta contra la soberanía alimentaria.

En el texto, el colectivo argumenta las razones por las que defiende el maíz criollo y rechaza el transgénico. Plantea que la conservación de la biodiversidad agrícola se basa en el libre intercambio de las variedades y en el derecho del campesino a guardar la semilla de su propia cosecha, como ha ocurrido desde hace siglos.

El proceso con el que se elaboran los transgénicos, señala, no es sustancialmente equivalente al que ocurre en el cruce natural de plantas desde hace miles de años. Se trata de un proceso con el que se intervienen y cruzan artificialmente las cadenas de ADN de diversas especies. La tecnología utilizada plantea enormes incertidumbres y efectos colaterales impredecibles. Sus alcances no se han determinado todavía.

Asimismo, advierte que los agroquímicos que acompañan la siembra de maíz transgénico, como fertilizantes y herbicidas, pueden representar un peligro para la salud. Señala que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el glifosato, sustancia empleada como herbicida, es un probable cancerígeno.

Además, los organismos genéticamente modificados atentan contra la soberanía alimentaria de todos los pueblos. “Fomentan la concentración de la propiedad de la tierra y aumentan la dependencia económica de pequeños productores respecto a las trasnacionales. El campo de las patentes se ha venido ampliando más allá de los procesos tecnológicos para incluir a los seres vivos. Las semillas han dejado de ser un bien común para convertirse en ‘propiedad intelectual’ de empresas como Monsanto, Aventis y Syngenta”.

Apunta que hay países de la Unión Europea, como Austria, Bulgaria, Grecia, Alemania, Hungría, Italia, Luxemburgo y Polonia, que se niegan a cultivar transgénicos en sus territorios a causa de los posibles daños que dichos productos pueden provocar a la salud humana y al medio ambiente. Por otra parte, naciones como China compran maíz a México precisamente por no ser transgénico.