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Penultimátum

GB: abusos de políticos

P

rimero la editorial británica Pearson se desprendió del diario Financial Times al   venderlo al conglomerado japonés Nikkei. Unas semanas después cede la mitad de las acciones de The Economist, la revista semanal fundada en 1843 y, como el Financial, consulta obligada por quienes manejan la riqueza del mundo. El comprador fue el consorcio Exor, de la familia Agnelli, fundadora de la Fiat.

La directiva de The Economist aclaró que esa venta no afectará la calidad editorial de la revista, pues seguirá supervisada por responsables independientes. Sólo ellos pueden nombrar al redactor jefe y destituirlo, garantizando así la independencia de los periodistas respecto de los accionistas. Y la mejor prueba de lo anterior es el texto donde el semanario dice haber llegado a la conclusión de que “hace sólo unas décadas el establishment británico estaba únicamente dirigido por pedófilos”, refiriéndose a los numerosos casos de abusos de menores en el Reino Unido.

El más reciente escándalo toca a Edward Heath (1916-2005), parlamentario, líder del Partido Conservador, además de ocupar en diversas épocas las carteras de Trabajo, Relaciones Exteriores y finalmente la de primer ministro. Egresado de Oxford, fue acérrimo enemigo del régimen nazi. Polémico por la forma en que enfrentó el problema de Irlanda del Norte y la crisis económica de Reino Unido, ahora muestran la cara que Heath ocultó durante su larga y exitosa vida política: la de depredador sexual que abusó de decenas de niños y niñas en los años 70 y 80 del siglo pasado.

No todos los medios británicos comparten la opinión de The Economist ni los informes de la policía sobre la vida privada de tan sobresaliente figura pública. Una parte de la clase política habla de linchamiento de quien no puede defenderse. Y acusa a la policía de gastar dinero en investigaciones sin respaldo en hechos reales. Y para borrar las huellas de encubrimiento al no detectar oportunamente los abusos contra menores por parte de políticos y famosos.

Entre estos últimos sobresalen los cometidos por Jimmy Saville, quien utilizaba sus muy vistos programas infantiles y musicales en la BBC para abusar de sus admiradores. Los británicos se escandalizaron al enterarse de que Saville y otras figuras del espectáculo y el deporte cometían delitos que gozaron del manto protector brindado por las empresas donde trabajaban.

Mas cuatro dependencias policiales sostienen tener pruebas firmes contra Heath. Y que las víctimas, como ocurrió en otros casos, no lo denunciaron oportunamente temerosas del poder de que gozaba. Agregan que algunos de sus cómplices viven y deben aportar lo que saben. Y en demostrarlo se ocupan ahora los investigadores. Aparecerán, dicen, los nombres de otros influyentes políticos.