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La experiencia sigue en la memoria de muchas familias

Plan de Trump evoca deportación masiva de latinos en los años 30
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Cientos de mexicanos esperan ser deportados en la estación de tren de Los Ángeles, en 1932. La imagen pertenece a la colección de Los Angeles Herald Examiner, en la biblioteca pública de esa ciudadFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 31 de agosto de 2015, p. 17

Albuquerque.

El llamado a la deportación masiva de millones de indocumentados de Estados Unidos –formulado por el aspirante a la candidatura presidencial republicana Donald Trump– evoca la repatriación en gran escala de familias mexicano-estadunidenses hace 85 años.

Durante la gran depresión, las ciudades y condados del suroeste y centro-norte obligaron a los inmigrantes mexicanos y sus familias a salir de Estados Unidos por la preocupación de que estuviesen privando de empleos a los blancos, pese a su derecho legal a permanecer en el país. Como resultado, entre medio millón y un millón de connacionales y mexicano-estadunidenses abandonaron esa nación durante la década de 1930.

Los inmigrantes fueron forzados a regresar a México a veces desde lugares públicos y a menudo sin procedimiento formal. Otros, asustados por la amenaza de violencia, partieron voluntariamente.

Según varios estudios, 60 por ciento de los que salieron eran ciudadanos estadunidenses. Testimonios posteriores indican que las familias perdieron la mayoría de sus posesiones y algunos murieron tratando de regresar. Vecindarios enteros en ciudades como Houston, San Antonio y Los Ángeles se vaciaron.

El impacto de esta experiencia sobre los latinos sigue repercutiendo, dicen expertos y activistas. Sentó el tono para deportaciones posteriores, afirmó Francisco Balderrama, profesor de estudios chicanos en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles.

La deportación masiva de la década de 1930 destruyó familias y muchos hijos jamás volvieron a ver a sus padres, afirmó Balderrama, coautor de un libro sobre la repatriación con el ya fallecido historiador Raymond Rodríguez, quien atestiguó ante un comité estatal de California que vio a su padre por última vez cuando tenía 10 años.

Ese legado persiste en canciones, a menudo transmitidas por las radios de habla hispana, que aluden a deportaciones masivas y la separación de los seres queridos, dijo Lilia Soto, profesora en la Universidad de Wyoming.

Hace dos semanas Trump dijo que, de ser elegido presidente, expandiría las deportaciones y pondría fin al derecho de ciudadanía para los hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos. Según su plan, éstos serían repatriados junto con sus padres y a México se le pediría colaborar para erigir un muro a lo largo de la frontera común. Son ilegales, afirmó el empresario sobre los nacidos en Estados Unidos de padres sin documentos. O se tiene un país o no se tiene.

Una encuesta de Gallup del 24 de agosto halló que los latinos dan a Trump una calificación negativa más que positiva, con una diferencia de 51 puntos porcentuales.

Algunos partidarios de los inmigrantes señalaron la reciente expulsión del prominente periodista mexicano Jorge Ramos de una conferencia de prensa de Trump, la semana pasada en Iowa, como una metáfora del deseo del precandidato republicano de echar a los latinos de Estados Unidos. Trump debería escuchar la advertencia siguiente: nuestras comunidades de latinos o inmigrantes no olvidarán el modo en que lo trató, dijo el Movimiento para una Reforma Inmigratoria Justa, con sede en Washington DC.

Ramos, conductor de Univision, fue expulsado de la conferencia de prensa cuando intentó preguntar a Trump sobre su plan de inmigración. El empresario interrumpió a Ramos diciéndole que no era su turno y le ordenó: Vete de vuelta a Univision. Mientras era expulsado, el comunicador le decía: No puede deportar a 11 millones de personas. Más tarde se le permitió volver a entrar.

Trump ha dado pocos detalles acerca de su propuesta de deportación masiva. La organización conservadora American Action Forum concluyó en un informe que la deportación de más de 11 millones de inmigrantes costaría entre 400 mil y 600 mil millones de dólares y tardaría unos 20 años.