Opinión
Ver día anteriorMiércoles 2 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿Pesadilla izquierdista o caja china derechista?
“C

ompañeros: ¡un fantasma recorre América Latina! El fantasma de las organizaciones no ‘estadocéntricas’ ni ‘jerarquizadas’.” Todas las fuerzas de la Celac y la Unasur se han unido en santa cruzada para acosar ese fantasma: el Papa y Fidel, Evo y Raúl, Dilma y Rafael, Maduro y Cristina, García Linera y los pinches reformistas de la izquierda institucional, junto con los polizontes del retroestalinismo embozado…

“¡Nosotros, compañeros, los de abajo y a la izquierda, no podemos permitir la expansión de políticas sociales que buscan neutralizarnos! ¡Salarios altos, educación, salud, vivienda…! ¿Qué chingaderas reformistas son estas frente a la crisis civilizatoria? ¿Qué son, compañeros? ¡Con-su-mis-mo! Si observamos la cuestión de la emancipación, del desarrollo, los gobiernos progresistas han representado un paso atrás…”

–¡Abuelo! ¡Abuelo…! ¡Despierta! ¡Otra vez con pesadillas!

Abuelo (sobresaltado): ¿Qué pasa, qué pasa?... gracias… gracias por sacudirme… ¡Híjole! La verdad es que con tanto fantasma antiprogresista, empiezo a asustarme. Mira, ahora que estás grandecito, prométeme algo.

–Prometido. Ya cumplí 16…

–Bien. Se trata de lo siguiente: si tú o tus amigos empiezan a decir que mis rollos ya se parecen a la filosofía de Chano y Chon… ¡díganmelo! Sabes que de los 20 para arriba, en nadie más confío. Sería tristísimo que un día de estos estire los tenis, y me recuerden diciendo: el abuelo fue toda la vida un rebelde, pero terminó escribiendo pendejadas.

–Es que todo pinta muy confuso, abuelo. ¿Cuántas izquierdas hay?

–No te preocupes. La derecha es como la izquierda: una, múltiple e intercambiable. Pero, si eres honesto contigo mismo y con los demás, la ansiedad desaparece. Te cuento algo: hace 40 años, entrevisté en su casa de Coyoacán a Luis Cardoza y Aragón, quien me regaló una frase inolvidable: La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre. Obviamente, de haber preguntado con qué ideología justificaba sus palabras, el poeta me hubiera mandado a la chingada.

–A eso me refería. ¿Con qué ideología concreta vivir?

–Pues con esa: la de la poesía. Pero en realidad, de Cardoza y Aragón me interesaba un ensayo que escribió sobre el pintor Kazimir Malevich, máximo exponente del suprematismo ruso, escuela de arte que surgió junto con el constructivismo. En 1918, Malevich presentó en Moscú Cuadrado blanco sobre fondo blanco. Obra que los comisarios calificaron de abstracta, y fue simiente concreta del diseño industrial y gráfico moderno.

“A partir de allí, el mundo, y la pintura del mundo, pegaron una vuelta de campana. Nunca más, se dijo, las cosas serían ‘como antes’. Así fue que en 1922, suprematistas y constructivistas fundaron una asociación de artistas revolucionarios, coincidiendo en que al haber tanto analfabetismo, había que volver al realismo. Ahí vino el desmadre. La mayoría sostenía que el realismo no podía ser reflejo especular de lo que está fuera de nosotros. ¿Adivina cuál ‘punto de vista’ se impuso?”

–Dímelo tú.

–Tres años después, la asociación había desaparecido. Y el realismo volvió a ser como antes. Sólo que ahora, en lugar de caballeros y damas melancólicas, cuadros, murales y escenografías mostraban campesinos dichosos y proletarios optimistas tras haber cumplido con las metas de producción. A esto se llamó arte revolucionario.

“El lenguaje político, inclusive, también fue purgado de cualquier asomo de ‘abstracción’ o ‘subjetividad’, quedando cautivo de esas ‘cajas chinas’ que los mass media de hoy usan para distraer la ‘opinión pública’. La creación y el pensamiento fueron degradados a prédica, propaganda, denostación, mentira, desdoblamiento ético y moral.

“‘Tozudos’ como en efecto son, los hechos (o sea la crónica) archivaron ciertas ideas que de poco sirvieron para cambiar las cosas feas del mundo. Argumentos abundan: ‘La revolución rusa se vino abajo porque…’ ¡Cuidado con esto!”

–Oí lo que decías en tu pesadilla, abuelo. ¿Tanto te preocupan los antiprogresistas?

–No mucho. Después de todo, millones y millones de personas se están beneficiando en este continente con las políticas sociales de los gobiernos ­progresistas.

–Bueno, pero ellos hablan del fin de ciclo de esos gobiernos.

–Es lógico. Cuando el compañero Gayosso empieza a llamar para ver si necesitas algo, es humano asociar nuestro propio fin de ciclo con el de la humanidad toda. Te dejo un artículo publicado en El País de Madrid (30/8/15), escrito por un conocido aventurero de arriba y a la derecha. Creo que me quedé dormido después de leer el párrafo subrayado:

La intolerancia y el descontento de la sociedad contra la corrupción de los gobernantes de izquierda es superior al que sienten hacia los gobiernos de derecha. La razón es que, en su momento, los políticos izquierdistas hicieron reformas para beneficiar y dar esperanza a los menos favorecidos, generando una ilusión que después ha sido traicionada.

–¡Eso mismo dicen los de abajo y a la ­izquierda!

–Bingo. ¿No es para tener pesadillas?