El arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, y los obispos Alejo Zavala Castro, de Chilpancingo-Chilapa; Dagoberto Sosa Arriaga, de Tlapa, y Maximino Martínez Miranda, de Ciudad Altamirano, expusieron que las familias que han padecido los efectos de la inseguridad deben recibir atención especial de la Iglesia católica.

Al concluir un encuentro de la pastoral familiar y juvenil, en el que hicieron un análisis y reflexión sobre la situación de las familias y los jóvenes de Guerrero, los obispos indicaron que en esa entidad gran cantidad de familias vive en la zozobra del miedo, y muchas más desplazadas por amenazas o acciones violentas. Ellas necesitan ser atendidas de manera especial.

Añadieron: Hay diversidad de familias, con fortalezas y debilidades, y necesitadas de ser atendidas por quienes tenemos una responsabilidad social y eclesial.

Manifestaron que quieren atender de manera esmerada y competente algunas de las necesidades más sentidas de las familias de Guerrero, con el propósito de que estén “fortalecidas, se conviertan en espacios de construcción de paz y sean capaces de resistir las adversidades que vienen por la pobreza extrema y la violencia. Además, contribuir al bienestar social. Creemos que familias sanas aportan decididamente a la salud social.

En cuanto a los jóvenes, expusieron que buscan ofrecerles acompañamiento, sobre todo cuando se encuentren en situaciones de dificultad o sean víctimas de la violencia.

Subrayaron que crearán centros juveniles con enfoque de paz, en donde les ofrezcamos programas en tiempos oportunos y con personal capacitado, para que no trunquen sus estudios, puedan encontrar alternativas de trabajo en la sociedad y tengan espacios seguros donde puedan hacer deporte o recrearse.