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Investigadores de la UV y el INAH mantienen diferencias irreconciliables sobre esa escultura

El Mictlantecuhtli de El Zapotal carece de un espacio idóneo para exhibirse

Por su consistencia y tamaño no pudo llevarse a Xalapa y sigue en la antifuncional construcción que pretendió ser museo, erigida en el socavón hecho por los arqueólogos, dice Daniel Nahmad

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Acercamiento a la parte dañada de la escultura por lavarla con agua de calFoto Luz María Rivera
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 12 de septiembre de 2015, p. 5

El Zapotal, Ver.

El Señor de los Muertos, el Mictlantecuhtli, se puede conocer en la zona arqueológica El Zapotal, sitio de su hallazgo, que pretende ser un museo, pero que dista, según especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Veracruz, de ser un espacio digno e idóneo para esta joya precolombina única.

Debido a una restauración errónea esa escultura de barro crudo y policromada fue dañada, pues se lavó con agua de cal.

Sus descubridores en 1971 la atribuyeron a la cultura totonaca, sin embargo, análisis posteriores la ubican en la tradición e influencias de las culturas olmeca, maya y mexica, de ahí su singularidad.

Durante más de cuatro décadas, el Mictlán, como también se conoce por esta zona considerada un adoratorio y asentamiento prehispánico que dio vida a esta cultura, ha quedado atrapado en el nudo de diferencias irreconciliables, hasta ahora, entre investigadores de la Universidad Veracruzana (UV) y arqueólogos del INAH.

Estos últimos señalan que la UV se dio a la tarea, desde el año de su descubrimiento, de desmantelar el sitio y llevarse a las Cihuateteotls –mujeres muertas en el parto– hechas, a diferencia del Mictlantecuhtli, de barro cocido llamadas terracotas; algunas sedentes y otras de pie, que alcanzan metro y medio de altura, a la capital veracruzana, mismas que actualmente permanecen embodegadas en el Museo de Antropología de Xalapa y algunas otras en exhibición desprovistas de contexto.

El señor de El Zapotal, en riesgo

El investigador del INAH Daniel Nahmad Molinari, ex delegado en Veracruz del instituto y actual comisionado sindical en la capital del país, remite a La Jornada a un estudio que hizo en 2005, donde advertía del deterioro de El Señor de los Muertos.

Al respecto, explica: “El Mictlantecuhtli no pudo ser trasladado a Xalapa por su consistencia y tamaño, por ello afortunadamente aún sigue in situ, con algunas ofrendas menores que se conservaron y algunos entierros resguardados por la horrenda y antifuncional construcción que pretendió ser museo y que se levantó en el socavón hecho por los arqueólogos; construcción que en lugar de proteger ha puesto en riesgo la integridad de la pieza”.

El Zapotal es una comunidad de apenas 996 habitantes y menos de 300 viviendas, que pertenece al municipio de Ignacio de la Llave, uno de los 212 del estado, ubicado al sur del puerto de Veracruz; distante por carretera poco más de una hora, en la que el visitante se adentra en la región conocida como la Mixtequilla que forman, entre otros, los municipios de Piedras Negras y Tlalixcoyan.

El Mictlantecuhtli impone: sentado en actitud de incorporarse, es un ser descarnado cuyo rostro con órbitas hundidas lucía, hace más de una década, su risa de lengua de fuera; tiene un tocado que sobrepasa por dimensiones y detalles, la lógica del arte del modelado en barro de los pueblos prehispánicos, y los especialistas no logran comprender, todavía, cómo fue realizada esa singular escultura.

En su estudio Zapotal, que publicó en 2005 en la revista Ollin del INAH-Veracruz, el arqueólogo de la UV, Juan Sánchez Bonilla, describe:

Parte de la historia de nuestro origen y rencuentro está en este sitio, en El Zapotal, en Mictlán (lugar de muertos). Al contemplar la magnificencia de esta obra, no deja uno de preguntarse, ¿cómo debió haber sido este centro ceremonial?, ¿de cuántas regiones llegaron a tributar, a rendirle pleitesía?, ¿qué extraordinarios rituales se debieron de haber realizado ante este gran templo?

Daniel Nahmad describe en la misma publicación, con el título El Señor de los Muertos, que dedica a su padre, uno de los fundadores del INAH, Salomón Nahmad: “El Mictlantecuhtli de El Zapotal fue representado en una impresionante escultura de barro que no fue cocida, no se sabe si por sus dimensiones o por otra causa.

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Detalle de El Señor de los Muertos del sitio prehispánico El Zapotal, Veracruz, descubierto en 1971Foto Luz María Rivera

Algunos investigadores piensan que quizá fue esculpida en el propio bloque de tierra, su altura borda los dos metros (...) El personaje está parcialmente descarnado, sus extremidades inferiores muestran la carne que aún cubre los huesos, el resto es esqueleto, mantiene sobre la calavera de fiera y burlona expresión, de cuya boca asoma la lengua, un impresionante tocado...

Estudios especializados de autores como Nelly Gutiérrez Solana, Susan K. Hamilton, Waltraud Hangert, Jacques Soustelle, Alfonso Medellín Zenil y Alfonso Caso refieren en varias obras la importancia de las esculturas de terracota, como de la religión y la vida económica de las culturas del centro del estado de Veracruz, y de la vida cotidiana de los mexicas en la víspera de la conquista.

En estudios contemporáneos, Ponciano Ortiz Ceballos, especialista del INAH-Veracruz, destaca la importancia de la escultura de El Zapotal, en su texto Semblanza arqueológica de Veracruz.

Asimismo, el arqueólogo Ignacio León Pérez, quien hasta su fallecimiento ocurrido en 2005 estuvo a cargo del sitio y de la pieza y fue uno de sus defensores más fervientes, escribió el texto Un sistema de enterramiento de ofrendas múltiples de la región central semiárida del estado de Veracruz, que da cuenta de las características del Mictlantecuhtli y la zona donde fue hallado.

Una de las últimas entrevistas que concedió desde este sitio, fue para Canal Once, que mostró la belleza del Mictlán.

De caciques y olvidos

De acuerdo con trabajadores, técnicos, manuales y académicos sindicalizados del Centro INAH-Veracruz no hay justificación para el olvido del Mictlantecuhtli, aunque infieren que ese limbo jurídico en que quedó la posesión y custodia del sitio prehispánico de El Zapotal y los diferendos que han llegado a ser hasta personales a lo largo de las décadas, entre investigadores de la UV y del centro regional del instituto: los arqueólogos de ese centro afirman que los universitarios sólo se llevaron las piezas, pero no hicieron registro, comentario o publicación científica al respecto.

Daniel Nahmad cuestionaba en un artículo en la revista oficial del INAH, Ollin, en 2005, la situación: ¿Por qué las autoridades no han hecho nada al respecto?, quizá porque la denuncia no ha sido lo suficientemente fuerte, o porque la opinión pública desconoce el caso o por la falta de interés o porque aún los viejos caciques de la arqueología veracruzana tienen poder en las esferas gubernamentales y cubren su culpa de lo hecho en El Zapotal y a la arqueología veracruzana. Atenderlo equivaldría a evidenciar su fracaso.

A tres meses de que culmine el año, dice a La Jornada: La Comisión de Patrimonio Cultural y el comité ejecutivo nacional de la delegación D-II-IA-1, de académicos del INAH, tuvieron conocimiento de los procesos de deterioro que continúan en El Zapotal y se planteó la necesidad de una intervención colegiada e interdisciplinaria en esta importantísima pieza.

Ningún investigador añade comentarios o alza la voz para denunciar el hecho. El silencio se impone aun en los más críticos. Los expertos consultados por este diario revelan que esa actitud contrasta con lo que sucede dentro del INAH: estamos en pleno debate, pero nadie te dirá más. Saben que están en problemas algunos.