Ayotzinapa
la “verdad histórica”
y el teatro de las mentiras

Gloria Muñoz Ramírez


Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca,1991. Foto: Mariana Rosenberg

Sin reparos, a rajatabla, de frente, los funcionarios del gobierno federal encabezados por el entonces procurador Jesús Murillo Karam, se reuniron la mañana del 7 de noviembre de 2014 con los padres de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala. Todo parece indicar que sus hijos fueron asesinados, incinerados en el basurero de Cocula y tirados a un río en bolsas, les informó, palabras más, palabras menos, el encargado de la justicia en México.

Los padres y madres de los futuros maestros fueron convocados de prisa a recibir la fatídica y, ahora se sabe, inventada noticia, al hangar del aeropuerto de Chilpancingo. Ahí, en un espacio improvisado, llegó Murillo en helicóptero. Informó a los padres lo que diría más tarde al mundo, y regresó a la ciudad de México, donde esbozó en una multitudinaria conferencia de prensa un relato necrológico de los hechos ocurridos en Iguala y Cocula entre el 26 y 27 de septiembre. “Los testimonios que hemos recabado, aunados al resto de las investigaciones realizadas, apuntan muy lamentablemente al homicidio de un amplio número de personas en la zona de Cocula. En la búsqueda de la verdad, mi obligación es ceñirme a lo que consta en las averiguaciones”, dijo.

Hoy, casi un año después, el teatro es desmontado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI) de la CIDH. La prensa de todo el mundo consigna así los hechos: Miente el gobierno de México. Los estudiantes no fueron incinerados en el basurero de Cocula. Y la pregunta sigue siendo ¿dónde están?

Habían pasado 42 días de la desaparación de 43 normalistas de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, y 33 de que la Fiscalía de Guerrero declinó la competencia y turnó la investigación a la Procuraduría General de la República (PGR), cuando Murillo Karam presentó, entre otros testimonios de los supuestos involucrados en el también supuesto homicidio e incineración de los estudiantes, el de Agustín García Reyes, El Chereje, quien en video declaró que en el basurero de Cocula, “ya muertos, trajo el Terco el diesel, no sé si sea diesel o gasolina, y ya se las comenzó a echar alrededor y nosotros le pusimos la leña antes y ya se los echó y prendió, y entonces a mi me dijeron ponte a arrejuntar botellas o plástico para que no se apague el fuego y ahí mismo en el basurero anduve buscando botellas y llantas y ya yo las dejé”.

Más adelante, en la misma representación, el supuesto homicida refiere: “Como a las tres que se acabó el fuego, ya esperamos que se enfriara eso”. “¿Y cuánto tardó en enfriarse?”, le preguntó la PGR. “Como a tres, cuatro, como a las cinco y media de que se acabó y ya le echamos de esa ceniza y tierra pa que no estuviera tan caliente y les pusimos doble bolsa, algunos llevaban unas palas y yo nomás junté así con botellas”, responde Agustín. “¿Y qué, qué juntabas?”, le inquirieron. “Pus era carbón y pedacitos así de hueso”, declara.

Para valorar la versión oficial basada en tres testimonios, los expertos del GIEI solicitaron un peritaje independiente al doctor José Torero, un científico con reconocimiento mundial en investigaciones sobre incendios, quien realizó trabajo de campo, examinó las pruebas y contrastó las declaraciones ministeriales. El especialista estudió tres aspectos: 1) la posibilidad de la quema de 43 cuerpos en el basurero de Cocula, en el tiempo y con las circunstancias relatadas por algunos presuntos responsables; 2) el trabajo de recolección de evidencia efectuado por los peritos, y 3) los requerimientos para que 43 cuerpos quedaran en condición de incinerados o “cenizas”.

Los resultados fueron contuendentes:

  1. No existe ninguna evidencia que apoye la hipótesis generada en base a testimonios, de que 43 cuerpos fueron cremados en el basurero municipal de Cocula el 27 de septiembre de 2014.

  2. Toda la evidencia recolectada muestra que en el basurero municipal de Cocula sólo se han dado fuegos de pequeñas dimensiones cuya temporalidad no puede ser debidamente definida.

  3. Toda la evidencia recolectada muestra que el mínimo incendio necesario para la cremación de estos cuerpos no pudo haberse dado en el basurero municipal de Cocula. De haber existido un fuego de esta magnitud, daños generalizados serían visibles en la vegetación y la basura. Ninguno de estos elementos muestra estos daños.

  4. Es imposible establecer si los fuegos ocurridos en el basurero municipal de Cocula fueron de dimensiones suficientes para la incineración de uno o más cuerpos, pero no hay ninguna evidencia que indique la presencia de un fuego de la magnitud de una pira para la cremación de inclusive un solo cuerpo.

  5. No existe ninguna evidencia que muestre que la carga combustible necesaria para la cremación de cuerpos haya estado en algún momento disponible en las cercanías del basurero municipal de Cocula.

  6. Los testimonios indican eventos que no son posibles dadas las condiciones generadas para lo que sería el fuego mínimo necesario para la cremación de 43 cuerpos.

Por todo lo anterior, el GIEI concluye, tajante, que “se ha formado la convicción de que los 43 estudiantes no fueron incinerados en el basurero municipal de Cocula”. Punto.

Las confesiones realizadas por los presuntos responsables, presentadas cuidadosamente por Murillo Karam aquella tarde del 7 de noviembre, sencillamente “no corresponden a la realidad”, al menos en este punto, que es medular en la investigación, dijeron los enviados de la Comisión Internacional de Derechos Humanos.

“Presentar estas imágenes es una obligación ante la sociedad”, dijo Murillo en su ahora desmoronada presentación, “implica una llamada a encontrar las fórmulas para que esto, que no se debió dar, no se repita”.

Para el GIEI, en cambio, todas estas circunstancias y hallazgos muestran tanto los déficits en la investigación como de las tareas que quedan pendientes para que “se pueda dar la justicia que los familiares y México esperan del caso”, incluyendo una investigación efectiva de las diferentes responsabilidades y el esclarecimiento del destino de los 43 normalistas desaparecidos que, inistieron, “es aún incierto”.