Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Carta a Enrique Semo
M

i muy querido y admirado amigo:

La Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México tuvo a bien rendirte el mejor de los homenajes posibles: un simposio internacional en torno a temas que han sido de tu interés y sobre los que has hecho importantes aportaciones.

Asimismo, ha prevalecido un común denominador de fuerte contenido social, que alude a tu preocupación por combatir el desequilibro que prevalece por todo el ámbito latinoamericano. Pero me gustó que no hubiera entre los participantes tan solo correligionarios y que, por el contrario, se abriera a personas destacadas de otras corrientes.

¡Bueno! Tratándose de un simposio de homenaje a Enrique Semo no podía faltar tampoco un trabajo del propio Enrique Semo con uno de los títulos más precisos y sugestivos que le has sabido poner a tus trabajos: México a contracorriente. No pude estar presente, entre otras cosas, porque nadie me invitó y cuando vi el anuncio en La Jornada me resultó imposible arreglarme las cosas para desplazarme. Sin embargo, alguien me hizo favor de pasarme el chisme más o menos fidedigno y me pude enterar de casi todo lo que ahí pasó.

Vale felicitar a los organizadores, porque lograron reunir personajes de mucha monta política y académica, que ofrecieron en general trabajos muy buenos.

¡Qué bueno que la preocupación latinoamericanista, bastante maltrecha últimamente por causa de la hegemonía del Norte hizo un buen acto de presencia! No deja de ser reconfortante saber que entre nosotros sigue habiendo quienes gustan de mirar al Sur y olvidarse un poco del Norte.

Sin embargo, para justificar por qué, una vez más, puse entre comillas la palabra nacional que ostenta la espléndida universidad a la que perteneces y brilla con luz propia en el Distrito Federal, es de lamentar que se haya perdido de vista la mirada al interior del país, que es una de las cosas que despertaron mi admiración por ti desde aquellos tiempos que, con gran ilusión, creamos la ADHILAC, precisamente en la UNAM, allá en los tempranos años 70.

Fue la tuya una de las pocas voces que secundaron los tímidos balbuceos de quienes nos sumamos a ese esfuerzo desde la provincia o, como dicen muchos agrediendo impunemente a la geografía mexicana: el interior.

En tu currículum quedan muy claramente establecidos tus esfuerzos en favor de otras partes de este inmenso y diverso país nuestro. Tu machacar en Puebla y Sinaloa, por señalar solamente los sitios donde tu insistencia fue mayor, así como tu proyección y buena disposición a tantos otros, nos hizo pensar en El Colegio de Jalisco a sumar nuestro homenaje a los doctorados honoris causa y otros apapachos que te fueron concedidos en diversos estados de la República y, dentro de nuestra modestia regionalista, tuvimos el gusto de nombrarte maestro emérito.

De esta importante faceta de tu trayectoria no hubo vestigio, lamentablemente, en el simposio que organizó la UNAM. Una vez más, en tan importante y admirable casa de estudios el término nacional parece tener el significado de central.

De cualquier manera, querido amigo, estoy muy contento que el simposio en homenaje tuyo se haya llevado a cabo, ahora que cumples 85 años, y felicito a los organizadores, lo mismo que a ti.